“Pidan,
se les dará; busquen, encontrarán; llamen, se les abrirá” (cfr. Mt 7, 7-12). Jesús nos dice cómo tiene
que ser nuestra oración en Cuaresma –y en todo momento, no solo en Cuaresma-,
exhortándonos a hacer una oración fervorosa, constante, confiada, seguros de
que obtendremos lo que pedimos. En otro pasaje, también con respecto a la
oración: “Cuando oren, crean que lo recibirán, y lo obtendrán” (Mt 11, 24).
El
fundamento de esta clase de oración es la bondad de Dios, que supera
infinitamente a la bondad natural del hombre. Si el hombre, que tiene tendencia
al mal, a causa del pecado original, sabe dar cosas buenas, y si nadie, entre
los hombres, cuando un hijo pide pan, le da una piedra, o si pide pez, le da
una serpiente, cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a los que se las
pidan.
Al
rezar, entonces, debemos pensar que ya tenemos lo que pedimos, y que lo que
pedimos lo obtenemos porque Dios es infinitamente bueno. No hay que escatimar
al momento de pedir, y aquí viene una pregunta: si estamos ciertos de que
obtendremos lo que pedimos, ¿qué cosas pedir? Porque es cierto también que “no
sabemos pedir” lo que nos conviene y lo que es necesario para la salvación. El
mismo Jesús nos dice qué debemos pedir, con la certeza de que lo obtendremos:
el Espíritu Santo (Lc 11, 13): "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar
buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu
Santo a los que se lo pidan?".
“Pidan, se les dará; busquen, encontrarán; llamen, se les
abrirá”.
¿Cómo pedir? Con la Santa Misa , la Adoración Eucarística
y el Santo Rosario.
¿Qué pedir, qué buscar, qué es lo que encontraremos en la
oración? Al Espíritu Santo.
¿Dónde pedir, dónde buscar, dónde encontraremos? En el
Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús y en el Inmaculado Corazón de María.
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