“Yo
soy el camino y la verdad y la vida” (Jn 14, 1-6). Jesús les profetiza su
misterio pascual de muerte y resurrección y por lo tanto, les avisa a sus
discípulos que Él ha de partir, para regresar a la casa del Padre, adonde “hay
muchas moradas”, para “prepararles una morada” y luego regresar. Tomás, que
entiende todo en sentido terreno, piensa que se trata de un lugar geográfico al
donde Jesús está por ir y por eso le pregunta por el “camino”: “Señor, no
sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”. Tomás cree que se trata de
un lugar físico, geográfico; piensa que Jesús va a un lugar lejano, donde su
Padre tiene una gran hacienda, y que es ahí en donde Jesús les ha de preparar
una morada. Pero Jesús no está hablando de ir a un lugar geográfico: está
hablando de su Pasión y Muerte en Cruz y de su Resurrección: Él irá al seno del
Padre, de donde vino, por la muerte en Cruz y allí, en el Reino de los cielos,
con su muerte habrá conquistado un lugar para cada uno de sus seguidores y entonces
luego volverá para llevarlos allí.
“Yo
soy el camino y la verdad y la vida”. En el mundo espiritual, Jesús es el
Camino que nos lleva al seno del Padre; es la Verdad acerca de Dios Uno y
Trino; es la Vida divina que se nos comunica a través de la Eucaristía. Quien busque
otro camino para llegar a Dios, quien crea en otra verdad que no sea la del
Jesús Hombre-Dios de la Iglesia Católica y quien busque una vida divina que no
esté contenida en la Eucaristía, está lejos, muy lejos, del único y verdadero
camino que lleva a Dios Trino, Cristo Jesús en la Eucaristía.
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