(Domingo
XVI - TO - Ciclo C – 2019)
“Marta, Marta, te preocupas por muchas cosas, pero solo una
es necesaria. María ha escogido la mejor parte y no le será quitada” (Lc 10, 38-42). Jesús va a casa de sus
amigos, Marta, María y Lázaro. Mientras Marta se ocupa de los quehaceres de la
casa, disponiendo todo para que Jesús y sus discípulos se encuentren cómodos,
María se queda a los pies de Jesús, contemplándolo y escuchando sus enseñanzas.
Esto motiva la queja de Marta, quien le dice a Jesús que le diga a su hermana
que la ayude, a lo que Jesús responde: “Marta, Marta, te preocupas por muchas
cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte y no le
será quitada”. Es decir, mientras Marta hace algo que es necesario –disponer la
casa y preparar la comida para Jesús y los invitados-, María al parecer “pierde
tiempo” o “no hace nada”, puesto que se queda a los pies de Jesús, contemplándolo
y escuchando sus enseñanzas. Sin embargo, a pesar de que esto es –al menos en
apariencia- verdaderamente así, Jesús, en vez de decirle a María que ayude a
Marta, no sólo no le dice nada, sino que afirma que lo que María hace, contemplarlo
y escuchar sus palabras, es “la mejor parte” y que “no le será quitada”.
En esta escena evangélica se pueden ver dos cosas: por un
lado, las dos caras de una misma alma en relación a Jesús; por otro lado, la
división que existe entre los carismas de la Iglesia, entre apostólicos o activos,
en medio del mundo, que estarían representados en Marta y, por otro lado, los
contemplativos o religiosos de clausura, que estarían representados en María.
Lo que hay que decir es que las dos acciones de las hermanas son necesarias,
puesto que Jesús no dice que lo que hace Marta no tiene importancia: sólo dice
que la contemplación de María “es la mejor parte”, lo cual quiere decir que la
acción de Marta también es considerada positivamente por Nuestro Señor.
En cuanto a la representación de dos facetas de una misma
alma, Marta, en su ocupación con las tareas de la casa, estaría representando
al alma que, en medio del mundo, se ocupa de las cosas de Jesús, porque Marta
no trabaja para ella, sino para agradar a Jesús. Así, sería el alma que, en
medio de sus ocupaciones según su estado de vida, dedica sin embargo un
pensamiento a Jesús, ofreciendo su trabajo a Jesús y santificándose en medio
del trabajo. Es necesaria esta ocupación de Marta, porque es de sentido común que
de las cosas del mundo alguien debe ocuparse y es esto lo que hace Marta,
aunque el detalle distintivo es que lo hace siempre pensando en Jesús. A su
vez, María sería esta misma alma cuando, haciendo una pausa en las tareas del
hogar, dedica un tiempo y una hora específicos para rezar, para leer la
Escritura, para meditar en la Palabra de Dios, para leer vidas de santos, etc. Es decir, Marta sería la faceta activa del
alma, mientras que María sería la faceta contemplativa.
En la otra interpretación, en la que Marta representaría a
los religiosos activos, es decir, a los que desarrollan su tarea evangelizadora
en medio del mundo, María sería la que representaría a los religiosos
contemplativos, que dedican sus días a la oración, a la adoración eucarística y
a la contemplación. También aquí no puede decirse que las dos no sean útiles y
necesarias, porque ambas son útiles y necesarias, aunque en las palabras de
Jesús, la contemplación –la adoración eucarística y la meditación de la Palabra
de Dios- es “la mejor parte”. Los monasterios de monjes y monjas contemplativos
son tan necesarios al cuerpo de una nación, como lo es el corazón al cuerpo de
un hombre, de ahí su importancia.
“Marta, Marta, te preocupas por muchas cosas, pero solo una
es necesaria. María ha escogido la mejor parte y no le será quitada”. Si se
toma la escena evangélica como dos aspectos de una misma persona, sepamos que
la adoración eucarística es la “mejor parte” de todas las tareas que tengamos
para hacer, por lo que debemos siempre dedicarle un tiempo de nuestras
ocupaciones; si se toma como haciendo referencia a las dos ramas, la
contemplativa y la apostólica, sepamos que la contemplativa es también “la
mejor parte” y de tal manera, que podemos decir que si nosotros, el conjunto de
la población que formamos a Marta, respiramos y podemos amar a Dios, se lo
debemos a estos monasterios en donde el Amor de Dios lo ocupa todo, desde el
primero hasta el último lugar. Por esto mismo, hagamos todo lo posible para
apoyar su labor de contemplación y adoración.
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