“El
que enseñe a cumplir los Mandamientos será grande en el Reino de los cielos” (Mt 5, 17-19). El ser cristiano satisface
todos los legítimos deseos de una persona. Por ejemplo, quien tiene deseos de
grandeza, no debe acumular bienes materiales, ni ser renombrado, ni poseer fama
y riquezas, como sucede en el mundo: quien desee ser grande, verdaderamente
grande y no a los ojos de los hombres sino a los ojos de Dios, ése tal deberá
preocuparse únicamente por observar –cumplir y vivir- los Mandamientos de la
Ley de Dios y enseñarlos a observar, cumplir y vivir a sus prójimos. Quien esto
haga, será considerado “grande” en el Reino de los cielos, según palabras del
propio Jesús: “El que enseñe a cumplir los Mandamientos será grande en el Reino
de los cielos”.
No
debemos buscar los vanos honores, títulos y riquezas de este mundo; no debemos
buscar ser “grandes” a los ojos de los hombres: debemos buscar ser grandes a
los ojos del cielo, a los ojos de Dios y para ello, debemos cumplir y vivir los
Mandamientos de la Ley de Dios. En días en que los Mandamientos de Dios han
sido prácticamente olvidados por los hombres, esta recomendación de Jesús nos
evita de caer en el mundanismo y nos hace elevar la vista del corazón al cielo.
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