“¿Quién
es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?” (Mt 8, 23-27). Mientras
los discípulos se encuentran en la barca, con Jesús durmiendo en la cabecera,
se desencadena una tormenta tan intensa, que amenaza con hundir la nave. Esto lleva
a los discípulos a despertar a Jesús, para pedirle que los salve de una muerte
inminente; Jesús se despierta, increpa al mar y al viento y la tormenta se
calma en un instante. Por este milagro de Jesús, los discípulos se preguntan entre
sí acerca de Jesús: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.
Ésta es la gran pregunta que ha dividido a la humanidad e incluso hasta los
mismos cristianos: quién es Jesús, cuál es su verdadera identidad, porque hace
obras, signos, milagros y prodigios que sólo Dios puede hacer. Muchos han
respondido que es un hombre santo, a quien Dios acompaña con sus obras; otros han
respondido que es un hombre más entre tantos, que gradualmente fue descubriendo
su verdadera identidad de ser quien despierte las conciencias de los hombres. Todas
estas respuestas acerca de la identidad de Jesús son falsas; sólo la Iglesia
Católica tiene la verdadera respuesta, ya que a Ella, como a Esposa Mística del
Cordero, le ha sido revelada la verdadera identidad de Jesús. En el Magisterio
de la Iglesia Católica, Jesús no aparece como un hombre santo ni como alguien
que comprendió gradualmente su papel; para la Iglesia Católica, Jesús es la
Segunda Persona de la Trinidad, encarnada en una naturaleza humana, la
naturaleza de Jesús de Nazareth, razón por la cual tiene una sola Persona
divina, la Persona Segunda de la Trinidad, el Hijo de Dios, y dos naturalezas,
una humana y otra divina, que actúan sin mezcla ni confusión entre ambas.
“¿Quién
es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?”. La respuesta correcta a
esta pregunta es trascendental, pues tiene consecuencias en la doctrina eucarística:
si Jesús es Dios, entonces la Eucaristía es Dios, porque la Eucaristía es el mismo
Jesús que es Dios y por lo tanto la Eucaristía debe ser adorada, así como Jesús,
que es Dios, debe ser adorado. Por eso nosotros, parafraseando a los discípulos,
nos preguntamos también: “¿Quién está en la Eucaristía, que tantos milagros
hace?”. Y la respuesta es la respuesta de la Iglesia sobre Jesucristo: la Eucaristía
es Cristo Dios en Persona, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad. Y entonces,
como los discípulos, debemos postrarnos en adoración ante Jesús Eucaristía.
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