(Ciclo
A – 2020)
Jesús revela no sólo que Él es el Hijo de Dios, con lo cual
introduce dos personas divinas en Dios -Él y el Padre-, sino que revela cuál es
la constitución íntima de Dios, al revelar que en Dios hay Tres Personas
Divinas: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. La revelación de Jesús es
importantísima para la Iglesia y también para la humanidad, porque revela cómo
es Dios en Sí mismo: una naturaleza, un único Acto de Ser divino trinitario y
una Trinidad de Personas Divinas. Un solo Dios en Tres Personas Divinas; no
tres dioses, sino un solo Dios y Tres Personas Divinas. Podemos decir que la
revelación de Jesús hace que el Dios de la Iglesia Católica sea, por un lado,
católico, porque ninguna otra religión en el mundo tiene esta fe; por otro,
hace que sea el Único Dios Verdadero y que la Iglesia sea la depositaria y
custodia, con su Magisterio, de esta verdad acerca de Dios, revelada por la
Persona Segunda de la Trinidad, Cristo Jesús. Esta revelación, por lo tanto,
además de decirnos cómo es Dios en Verdad, hace del Dios de la Iglesia Católica
un Dios Único, ya que es el Único Dios Verdadero. Implica también una gran
responsabilidad para la Iglesia, puesto que, a Ella, como Esposa Mística del
Cordero, le ha sido confiada esta Verdad, para que la mantenga tal como ha sido
revelada, para que profundice en esta Verdad y, sobre todo, para que la revele
al mundo. De aquí se desprende el fundamento para el verdadero ecumenismo y para
el verdadero diálogo interreligioso: la Iglesia no dialoga con las iglesias
cristianas -ecumenismo- y con las no-cristianas, para encontrar la Verdad
acerca de Dios, sino que dialoga con estas iglesias para revelarles la
Verdad acerca de Dios, puesto que Ella posee esta Verdad. Ninguna iglesia tiene
nada para decirle a la Iglesia Católica acerca de Dios, puesto que Ella sabe
que es Uno en naturaleza y Trino en Personas; por el contrario, las iglesias
acuden a la Iglesia Católica para aprender de Ella la Verdad Absoluta acerca de
Dios. Y estas iglesias se acercarán a la Verdad, en la medida en que no deformen
ni desvirtúen lo que la Iglesia Católica les revela; se acercarán a la Verdad
de Dios en tanto y en cuanto sean fieles a lo que la Iglesia Católica les
revela sobre Dios. Estas iglesias -sean cristianas o no cristianas-, que
abandonen sus errores acerca de la naturaleza y constitución de Dios y se
conformen a la Verdad que la Iglesia Católica les revele, son las “ovejas que
pertenecen a Cristo, pero que por el momento están fuera del redil”.
Parte de la alegría de ser católicos es que poseemos la
Verdad Absoluta, plena, sobrenatural, divina, celestial, de saber que Dios es
Uno y Trino, que se nos ha revelado en Cristo Jesús y que Él ha venido para
morir en cruz y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad,
incoada en este mundo y en su plenitud en la otra, en el Reino de los cielos.
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