“Les
dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar
enfermedades” (Lc 9, 1-6). Al enviar a su Iglesia a misionar, Jesús les
concede a los Apóstoles dos tipos de poderes: el poder de exorcizar, es decir,
de expulsar demonios, y el poder de curar enfermedades. Ambos poderes son
poderes concedidos por Jesús, es decir, son poderes suyos, propios de Él, que
le pertenecen en cuanto Él es Dios Hijo en Persona y de los cuales los hace
partícipes a los Doce. Esto tiene varios significados: uno de ellos, es que la
Iglesia Católica, y solo la Iglesia Católica, en virtud del poder conferido por
el mismo Cristo a los Apóstoles, tiene la facultad de expulsar demonios -lo
cual lo hace por medio del Ritual de Exorcismos- y tiene además la facultad de
curar enfermedades, del orden que sean, ya sean físicas, morales, espirituales
o incluso diabólicas. Otro significado de este Evangelio es que la presencia y
actuación dañina de los demonios en la tierra, que obran en perjuicio de la
humanidad, es un hecho y es de tal magnitud e importancia, que el poder de exorcizar
está antes que el poder de curar enfermedades. La presencia maligna de los
demonios, que desde los Infiernos salen para infectar la tierra y provocar todo
tipo de daño a los hombres, es una realidad evangélica, ya que en el mismo Evangelio
se afirma que Jesús vino para “deshacer las obras del demonio”. Otro elemento
que se desprende de este Evangelio es la presencia de la enfermedad en la
humanidad, como consecuencia, junto con el dolor y la muerte, del pecado original
de Adán y Eva: Jesús hace partícipes de su poder a los Doce para expulsar
demonios y para curar enfermedades, del orden que sea y estas enfermedades son
sanadas por el poder participado de Cristo, que con justa razón es llamado Médico
Divino, Médico de las almas.
“Les
dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar
enfermedades”. El Reino de Dios no se instaura por la mera expulsión de
demonios y por la simple curación de las enfermedades, pero el hecho de que
haya una institución, como la Iglesia, que expulse demonios y cure enfermedades,
es un indicio de que el Reino de Dios está ya actuando en la tierra.
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