“El
que no está Conmigo, está contra Mí” (Lc 11, 14-23). La advertencia de
Jesús es más válida hoy que tal vez en cualquier otro momento de la historia. Jesús
es muy claro: aquel que no esté con Él, es decir, aquel que no acepte sus palabras,
sus milagros, sus enseñanzas, sus sacramentos, su Iglesia, la Iglesia Católica,
está contra Él. También, dicho de otra manera, podemos afirmar que quien no
está con Jesús, está con el Maligno, con el Ángel caído. Entonces, quien se
oponga a Jesús, con toda certeza podemos decir que ha perdido la razón, porque
oponerse a Jesús es oponerse a Dios Hijo encarnado, lo cual es peligrosísimo
para la salvación eterna, ya que quien se opone al Salvador, no encontrará nada
ni nadie, fuera de Jesús, que salve su alma. Ponerse en contra de Jesús es
predisponer el alma para la eterna condenación.
¿Por
qué decimos que esta advertencia de Jesús es más válida hoy, en el siglo XXI,
que en cualquier otro momento de la historia? Porque en nuestros días han surgido
una ingente cantidad de herejes y apóstatas que, desde dentro de la Iglesia, desde
el seno mismo de la Iglesia, pretenden cambiar los Mandamientos, pretenden
cambiar los Sacramentos, pretenden cambiar los dogmas de la Iglesia, pretenden,
en definitiva, cambiar absolutamente todo el Magisterio bimilenario de la Iglesia,
con el falso de pretexto de que la Iglesia debe “actualizarse” según los tiempos
modernos y que lo que antes era considerado pecado, hoy ya no lo es. En otras
palabras, los herejes y apóstatas pretenden que, lo que Cristo dijo que era “bueno”
en su Iglesia, ahora se llame “malo” y que lo que Él dijo que era “malo”, ahora
se lo llame “bueno”, en un clarísimo y burdo intento de poner, literalmente, a
la Iglesia, cabeza abajo.
Como
cristianos católicos, no podemos, bajo ningún concepto, aceptar esta burda
maniobra de cambiar, suprimir, modificar, ni los dogmas, ni los Mandamientos,
ni los Sacramentos de la Iglesia, porque si eso hiciéramos, nos pondríamos
inmediatamente en contra de Cristo y nos encontraríamos con la mayor de las
desgracias, que es el luchar vanamente contra Dios y del lado del Demonio.
“El
que no está Conmigo, está contra Mí”. Nada ni nadie en el mundo puede cambiar
los dogmas, los Mandamientos y los Sacramentos de la Santa Iglesia Católica, la
Iglesia del Cordero. Elegimos estar con Cristo, contra sus enemigos. Los enemigos
de Cristo son nuestros enemigos.
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