(Ciclo A – 2020)
Jesús se introduce en el río Jordán, posiblemente hasta la
altura en la que el agua le llega hasta la cintura, y lo hace para recibir el
bautismo de parte de su primo, el Profeta Juan el Bautismo. El Bautista lo toma
delicadamente con una mano en la espalda y con otra el pecho, y así lo sumerge
en el río, para hacerlo emerger luego de unos breves segundos, con lo cual
Jesús queda bautizado por Juan. El bautismo que daba Juan era un bautismo de
conversión moral, necesario para todos aquellos que desearan recibir al Mesías
con un corazón purificado, viviendo en sus vidas los Mandamientos de la Ley de
Dios.
Ante la escena del
Bautismo de Jesús, no podemos dejar de preguntarnos: ¿cuál es la razón por la
cual Jesús se bautizó, si Él, siendo Dios Hijo, no tenía pecado y por lo tanto
no tenía necesidad de bautismo? ¿Por qué Jesús se bautizó, si Él, siendo la
Palabra del Padre no tenía necesidad de convertirse, al no solo no tener
pecado, sino ser Él la Santidad Increada y la Fuente de toda santidad
participada?
Es decir, bajo ningún
punto de vista, se justificaba el bautismo de Jesús por Juan: Juan bautizaba
para que el corazón se convierta del pecado y así pueda recibir al Redentor,
pero por un lado, Jesús no solo no tenía pecado, sino que era la Santidad
Increada y por otro lado, Él era el Redentor al cual Juan anunciaba. Volvemos entonces
a preguntarnos: ¿por qué se bautizó Jesús, si no tenía necesidad?
La respuesta es que
Jesús se deja bautizar por Juan por dos razones: la primera, para darnos a
nosotros ejemplo de cómo debemos ser obedientes a la Ley de Dios y por eso
debemos dejarnos bautizar si somos adultos, o hacer bautizar a nuestros hijos cuando
son pequeños; la otra razón es que, al bautizarse Jesús, cumple místicamente su
misterio pascual de muerte y resurrección y con él, nos une a nosotros y nos
hace partícipes de su Muerte y Resurrección, porque al sumergirse en el agua,
con eso se está significando su Muerte y al emerger del agua, con eso se está
significando su Resurrección y así es como lleva a cabo místicamente su
misterio pascual de muerte y resurrección. Y como Él nos asocia, por el
bautismo, a su Pasión y Resurrección, en su bautismo, nos incorpora a su Muerte
y Resurrección. En el momento en que Jesús se sumerge, participamos de su
Muerte; en el momento en que Jesús emerge del agua, participamos de su
Resurrección. Jesús se deja bautizar, siendo Él el Mesías; nosotros sí
necesitamos el bautismo, porque somos pecadores y necesitamos de los dones que
nos da el bautismo: nos quita el pecado original, nos libra del poder del
Demonio, nos concede la gracia santificante y nos convierte en hijos adoptivos
de Dios, además de hacernos partícipes, místicamente, de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Jesús.
En otra palabras, al
ser bautizado Jesús por Juan en el Jordán, quienes somos bautizados, somos
unidos a Jesús en su muerte en Cruz y somos unidos y hechos partícipes de su Resurrección
gloriosa el Domingo de Resurrección. Por estas razones, es que Jesús se deja
bautizar por Juan en el Jordán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario