La Cátedra
de San Pedro (en latín: Cathedra Petri, la sede de Pedro) es un
trono de madera que, según la tradición medieval, perteneció a San Pedro como
primer obispo de Roma y papa. La cátedra -o silla
de San Pedro- que se conserva actualmente fue donada por Carlos el
Calvo al papa Juan VIII en el siglo IX, con motivo
de su viaje a Roma para
su coronación como emperador romano de Occidente1.
Además
de ser literalmente una silla, la cátedra de San Pedro es también el título de
una fiesta litúrgica que celebra la Iglesia católica el 22 de febrero, en la
que se recuerda el ministerio del Santo Padre[1].
Además, la Cátedra de San Pedro es símbolo de la doctrina católica
sobre la sucesión y la autoridad del episcopado,
fundamentada en el mandato de Cristo a San Pedro y
a sus sucesores romanos. Entonces, la “silla” a la que se refiere esta fiesta
es la cátedra u oficio del apóstol Pedro, dado personalmente por Cristo a San
Pedro (Mt 16, 13-18), es el oficio pastoral supremo de Pedro que pasa a
cada uno de sus sucesores como obispo de Roma, es decir, donde Pedro sirvió por
última vez y donde murió mártir[2]. Es por esta razón
que se celebra la Fiesta de la Cátedra de San Pedro.
La
Cátedra de San Pedro representa entonces tanto a una silla real que se
encuentra en Roma y que la Tradición sostiene que fue utilizada por San Pedro, como
así también la Silla de San Pedro representa al papado, a la sucesión
ininterrumpida de Papas a lo largo de los 2000 años de historia de la Iglesia.
Dado por Cristo mismo a San Pedro en el Evangelio de Mateo, Capítulo 13,
versículos 16-18[3],
el oficio pastoral supremo de Pedro pasa a cada uno de sus sucesores como
Obispo de Roma.
Además
de que el propio Pedro utilizó la silla real, la silla tiene ante todo un profundo
significado espiritual, relacionado con la misión única y especial de Pedro y
sus sucesores, la de cuidar el rebaño de Cristo y así lo dice el Papa Emérito
Benedicto XVI en su Audiencia General en la Fiesta de la Cátedra de San Pedro
en 2006, en donde resaltó la importancia de la Cátedra y el papel fundamental
que desempeña: “Celebrar la “Cátedra” de Pedro, por tanto, como lo hacemos hoy,
significa atribuirle un fuerte significado espiritual y reconocerla como signo
privilegiado del amor de Dios, eterno Buen Pastor, que ha querido reunir a toda
su Iglesia y guíala por el camino de la salvación”. El oficio Petrino continúa
el ministerio de Cristo en el mundo de manera visible para que la unidad de la
Iglesia sea conocida en todas las épocas y lugares por la unidad de la fe, los
sacramentos y el gobierno de los que creen en Cristo. Así, el Catecismo de la
Iglesia Católica[4]
enseña lo siguiente: “Cuando Cristo instituyó a los Doce, “los constituyó en
forma de colegio o asamblea permanente, a la cabeza de la cual puso a Pedro,
escogido de entre ellos”. ... El Señor hizo solo a Simón, a quien llamó Pedro,
la “roca” de su Iglesia. Le dio las llaves de su Iglesia y lo instituyó pastor
de toda la grey... Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles
pertenece al fundamento mismo de la Iglesia y es continuado por los obispos
bajo el primado del Papa... El Papa, obispo de Roma y sucesor de Pedro, “es la
fuente y fundamento perpetuo y visible de la unidad tanto de los obispos como
de toda la compañía de los fieles”. No puede haber otra fe que la fe del
Credo de la Iglesia Católica; no pueden haber otros sacramentos que los sacramentos
de la Iglesia Católica; no puede haber otro gobierno que no sea el gobierno del
Papa de la Iglesia Católica.
Si
bien San Pedro como apóstol fue capaz de una revelación inspirada en sus
escritos y enseñanzas, la muerte del último apóstol, San Juan (c. 98 d. C.),
puso fin a la Revelación que había comenzado con Moisés y los profetas y se
perfeccionó en Cristo (Hb 1, 1-2). El papel de los sucesores de los
apóstoles ha consistido desde entonces en custodiar ese Depósito Divino de la
Fe, ya sea escrita o enseñada oralmente, es decir, la Sagrada Escritura o
Tradición Apostólica (2 Tes 2, 15). Cristo proporcionó una garantía de
asistencia divina, prometiendo que el Espíritu Santo los ayudaría en esta tarea
(Juan 14:26), dando a Pedro el deber, y por lo tanto el carisma de “confirmar a
sus hermanos” (Lc 22, 31). Esto también es inherente a la promesa
anterior de Cristo a Pedro de que las puertas del infierno no prevalecerán
contra el Reino de cuyas llaves Pedro es custodio (Mt 16, 18-19).
Aun
así, el ejercicio supremo del carisma docente del Papa se circunscribe a un
contexto particular, definido por el Concilio Vaticano I como, “en el
ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud
de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina sobre la fe o las
costumbres que ha de ser sostenida por toda la Iglesia, que posee, por la
asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella
infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia al
definir la doctrina sobre la fe o la moral”. Esto significa que la
infalibilidad papal es tal en tanto y en cuanto no contradiga a la Palabra de
Dios Encarnada, Nuestro Señor Jesucristo.
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1tedra_de_San_Pedro
; Este trono se conserva como una reliquia en
la Basílica de San Pedro de Roma, en una
magnífica composición barroca, obra de Gian Lorenzo Bernini construida entre
1656 y 1666.
[3] “Y yo te digo, tú eres Pedro, y
sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y los poderes de la muerte no
prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo
que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates en la
tierra quedará desatado en los cielos”.
[4] CIC 880-882.
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