“Edifiquen
sobre la Roca y no sobre arena” (cfr. Mt
7, 21-29). En esta parábola, Jesús nos presenta a dos hombres distintos que edifican
sus respectivas casas: uno edifica sobre roca y así los cimientos de la casa
están firmes para cuando lleguen las tormentas y tempestades; el otro, edifica
sobre arena, por lo cual sus cimientos no están firmes y cuando llega la
tormenta, todo su edificio se desmorona. Estos hombres y sus respectivas casas
son figuras de dos tipos de almas: el que edifica sobre roca representa a las
almas que construyen su edificio espiritual sobre la Roca, Cristo y son las almas
que adoran a Cristo en la Eucaristía y en la Cruz; el que edifica sobre arena
representa a las almas que construyen sobre espiritualidades no cristianas o
con fundamentos meramente humanos: cuando llega el tiempo de la tribulación,
todo se viene abajo espiritualmente.
Esta
parábola nos enseña que debemos edificar sobre la Roca sólida, que es Cristo
Jesús y descartar cualquier espiritualidad que no se derive de Cristo
Eucaristía y de Cristo crucificado.
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