“El
Espíritu de la Verdad los guiará a la Verdad plena” (Jn 16, 12-15).
Mientras Jesús estaba en esta tierra, con sus enseñanzas y sus prédicas,
instruía a los Apóstoles, acerca de la Verdad sobre Dios, como Uno y Trino y
acerca de su Encarnación, como Dios Hijo que se encarna en la naturaleza humana
de Jesús de Nazareth. Es por eso que Jesús les dice que, si no le creen a Él,
le crean al menos a sus obras, los milagros. Es decir, si alguien se presenta
como Dios y hace obras que sólo Dios puede hacer, entonces ese tal es Dios y es
lo que sucede con Jesús: sus milagros solo pueden ser hechos por Dios, por lo
tanto, todo lo que Él predica acerca de Sí mismo y acerca de su misterio
salvífico de muerte y resurrección, es verdad. Cuando Jesús y el Padre envíen
al Paráclito, al Espíritu Santo, el Espíritu Santo les iluminará sus mentes y
corazones de manera tal que no podrán dudar sobre la divinidad de Cristo y
sobre su misterio pascual y sobre la necesidad de seguir a Cristo por el Via
Crucis para alcanzar el Cielo. Esto es lo que Jesús quiere decir cuando
afirma que “El Espíritu de la Verdad los guiará a la Verdad plena”.
Además,
el Espíritu Santo obrará en los Apóstoles y en los nuevos cristianos, para
conducirlos a la Verdad total y plena acerca de Cristo y los misterios
sobrenaturales absolutos acerca de Dios, completando la instrucción que Cristo
había comenzado a darles con su prédica y sus milagros. En otras palabras, el
mismo Cristo continuará y completará la instrucción mediante el Paráclito. El Espíritu
Santo no dirá nada que Cristo no haya dejado dicho, es decir, no dirá “nuevas
verdades” que Cristo pudiera haber dejado incompletas o pudiera no haberlas
revelado en su totalidad: el Espíritu Santo más bien “los guiará a la Verdad
plena”, es decir, a la Verdad que Cristo había dejado en germen; esa Verdad, el
Espíritu Santo la hará germinar, hasta que resplandezca en su plenitud. Es decir,
más que “revelador”, el Espíritu Santo es “iluminador” de las mentes y
corazones de los integrantes del Nuevo Pueblo de Dios.
“El
Espíritu de la Verdad los guiará a la Verdad plena”. Como integrantes del Nuevo
Pueblo Elegido, nosotros, los bautizados en la Iglesia Católica, debemos pedir
continuamente la luz divina, santa, eterna, pura, del Espíritu Santo, para que
no caigamos en el error, principalmente, en relación a la Presencia real,
verdadera y substancial de Cristo Dios en la Eucaristía, puesto que esta verdad
forma la columna vertebral de la fe de la Iglesia; la Eucaristía, Dios Hijo en
Persona, encarnado en la Humanidad Santísima de Jesús de Nazareth, es el
Corazón de la Iglesia. Si dejamos de creer en esta verdad o si creemos en algo
distinto a esto, nos apartamos de la Iglesia Católica, de ahí la necesidad
imperiosa de pedir la luz del Espíritu Santo para nunca apartarnos de Cristo
Dios en la Eucaristía.
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