“Estaban como ovejas sin pastor” (Mt 9, 36). El
Evangelio relata el estado del Pueblo de Israel: como “ovejas sin pastor”. Cuando
las ovejas están sin pastor, están desorientadas, confundidas, también con hambre
y con sed, porque por sí mismas no sabe adónde están los pastos verdes y
tampoco saben dónde está el agua cristalina.
No tenían pastores, a pesar de que tenían sacerdotes,
los fariseos, pero como estos habían abandonado al Verdadero Dios y lo habían
reemplazado por el dinero y la idolatría de sí mismos, era como si no tuvieran
pastores.
Lo mismo puede suceder en nuestros días, y sea por
falta de pastores o bien por el falencia de la tarea del sacerdote propia de sí
misma, lo cual sucede cuando el sacerdote se olvida del Buen Pastor Jesucristo.
Por eso Jesús pide que recemos, tanto por las
vocaciones sacerdotales, como por los sacerdotes.
Por las vocaciones, porque no hay, porque los llamados
están inmersos en el mundo, y por los que ya están ordenados, para que sean
pastores “según el Corazón de Cristo”, para que sean una prolongación del Buen
Pastor, Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
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