"Matrimonio de la Virgen",
Phillippe de Champaign, 1644.
“No
separe el hombre lo que Dios ha unido” (Mc
10, 1-12). Frente a los fariseos, que reivindican el divorcio porque estaba
permitido en la Ley de Moisés, Jesús abroga este divorcio y restablece el
matrimonio natural tal como Dios lo pensó y creó desde un principio: el varón
se une a la mujer para constituir una sola carne, dejando de ser dos para ser
una sola cosa. Luego de restablecer el matrimonio natural, monogámico, Jesús lo
elevará a la categoría de sacramento, con lo cual los esposos se unirán a la
unión esponsal y mística que existe entre Cristo Esposo y la Iglesia Esposa desde
un inicio. De esta manera, los esposos cristianos se convertirán en prolongaciones
de esta unión esponsal: el esposo cristiano será imagen de Cristo Esposo y la
esposa cristiana, imagen de la Iglesia Esposa. Las características del
matrimonio sacramental cristiano –unidad, indisolubilidad, fecundidad- se
derivan no de una ocurrencia de un legislador humano, sino de las
características del matrimonio místico entre Cristo y la Iglesia: así como la
unión entre Cristo y la Iglesia es una, indisoluble y fecunda, así lo es el
matrimonio cristiano.
En
una sociedad como la nuestra, fuertemente secularizada y paganizada, no se ve
el valor del matrimonio, ni del matrimonio natural, ni mucho menos, del
matrimonio sacramental, pero como Dios todo lo hace con Sabiduría y Amor, el
hecho de que el matrimonio sea monogámico, de uno con una para siempre y que
por el sacramento se convierta en prolongación del matrimonio místico entre
Cristo y la Iglesia, hace que tanto el matrimonio natural como el sacramental,
sean la única fuente de felicidad para el varón y la mujer que desean formar
una familia. Se oponen a los planes de Dios el divorcio, la poligamia, el
adulterio, el homomonio: son todas formas humanas pecaminosas que trastornan
los planes de Dios sobre el hombre y que en vez de darle felicidad, lo único
que hacen es provocarle dolor, angustia y muerte.
“No
separe el hombre lo que Dios ha unido”. Cuanto más el hombre se empecine en
apartarse del diseño original de Dios para el matrimonio –esposo-varón unido a
la esposa-mujer unidos hasta que la muerte los separe, en unión esponsalicia
sacramental-, tanto más dolor y angustia encontrará el hombre. Sólo cuando el
hombre descubra el diseño magnífico de Dios en el matrimonio natural y mucho
más en el sacramental, sólo entonces, encontrará la felicidad y la paz que
busca y tanto desea.
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