“Increpó a los vientos y al lago y vino una gran calma” (Mt
8, 23-27). El evangelio relata un episodio que parece extraño, pero que tiene
su significado sobrenatural. En el episodio Jesús sube a la barca seguido por
sus discípulos y comienzan a navegar. Estando ya en mar abierto, el Evangelio
relata que “se levantó un gran temporal, tan fuerte, que la barca desaparecía
entre las olas”. El aspecto que puede resultar extraño en este episodio, no es
tanto la tormenta que amenaza con hundir a la barca, lo cual no es poco
frecuente, es algo que sucede a menudo en el mar; lo extraño es la actitud de
Jesús: en medio de la tormenta, está “dormido”, dice el Evangelio, en la barca.
Luego, en un momento determinado, cuando la tormenta se
hace más fuerte y el peligro de hundimiento es prácticamente irreversible, los
discípulos se acercan a Jesús y lo despiertan, pidiéndole que los salve: “¡Señor,
sálvanos, que nos hundimos!”. Antes de hacer el milagro de calmar la tormenta,
Jesús se dirige a los discípulos, también con una frase que llama mucho la
atención: “¡Hombres de poca fe!”. Dicho esto, Jesús se pone en pie, increpa
a los vientos y al mar y la tormenta desaparece en el acto y sobreviene “una
gran calma”.
¿Cuál es el sentido sobrenatural del episodio del
Evangelio?
La barca a la cual sube Jesús es la Santa Iglesia
Católica; Jesús es su Gran Capitán, quien conduce a la Barca de la Iglesia a la
vida eterna; el mar agitado, turbulento, es el mal que embiste a la Iglesia y
la persigue, buscando hundirla y ese mal
está personificado en el Demonio y los ángeles apóstatas, además de los hombres
impenitentes que odian a la Iglesia Católica; el punto en el que la Barca está
a punto de hundirse, es la situación crítica que vivirá la Iglesia, profetizada
en el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral seiscientos setenta y
cinco, esto es, “una situación calamitosa al interno de la Iglesia, que sacudirá
la fe” de los creyentes católicos; el hecho de que Jesús duerme en medio de la
tormenta, significa que, en medio de esta situación catastrófica de la Iglesia
Católica, antes de la Venida de Cristo, todo parecerá humanamente perdido,
parecerá que Jesús no está en su Iglesia o que si está, da la apariencia de que
Jesús está dormido, tal como sucede en el Evangelio; el milagro que hace Jesús,
el calmar la tormenta solo con su voz, indica que Él es Dios Hijo, indica su
divinidad, por lo tanto, que es el Hombre-Dios; por último, las palabras de
Jesús a los discípulos antes de hacer el milagro, calificándolos de “hombres de poca fe”, se refieren a nosotros, los fieles católicos, que por nuestra
falta de fe en Cristo precisamente como Hombre-Dios, nos asustamos ante los
acontecimientos, que por fuertes que puedan ser, no están en absoluto fuera del
control de Jesús Eucaristía.
Por medio de la Virgen, dejemos nuestras vidas a los pies de Jesús Eucaristía y que sea Él quien nos conceda su paz, cuando sea su santa voluntad.
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