“Os envío como ovejas en medio de lobos” (Mt 10,
16-23). Jesús compara a sus discípulos con las ovejas, mientras que a aquellos que
no son discípulos de Él, con lobos. La diferencia que existe entre ambas
especies animales sirve para establecer la diferencia que existe en el plano
espiritual entre quien es cristiano y sigue a Cristo por el camino de la cruz
porque lo ama, es decir, quien no solo posee la gracia del Bautismo, sino que
sigue a Cristo por amor a Él, y aquel que, aun siendo cristiano porque recibió
el Bautismo, odia a Cristo y no lo sigue: estos son lobos disfrazados de
corderos, aunque también están aquellos que espiritualmente son lobos, en el
sentido de que poseen el espíritu del Anticristo.
Quien verdaderamente ame a Cristo y lo siga, se caracterizará
por la mansedumbre, que es lo que diferencia a la oveja como animal, de los
animales de otras especies. Quien no ame a Cristo, se caracterizará por no solo
no poseer la mansedumbre de la oveja o del cordero, sino que poseerá la ferocidad,
la malicia y la astucia maligna preternatural del Ángel caído. Los lobos,
aquellos que rechazan frontalmente o insidiosamente el Evangelio de Cristo, son
quienes espiritualmente se parecen y participan de la malicia preternatural del
Ángel caído, Satanás, el Príncipe del Infierno, el Padre de la mentira, la
Serpiente Antigua. Los lobos pueden ser los ángeles rebeldes, los demonios, o
también los hombres poseídos por el espíritu del Anticristo, que odian a Cristo
por ser Cristo, por ser el Hombre-Dios, porque poseen en sus corazones
ennegrecidos y retorcidos solo la capacidad de odiar y maldecir a Cristo. Es a enfrentar
a estos lobos, a esta manada de lobos, a quienes Cristo envía a sus discípulos.
Como vemos, si bien la imagen de ovejas y lobos puede
parecer incluso hasta simpática, porque se compara a seres humanos con animales,
no lo es en el plano espiritual, porque los discípulos de Cristo pueden parecer
indefensos frente a la ferocidad irracional y diabólica del Príncipe de las
tinieblas y de sus secuaces, los hombres malvados que además de adorar al Demonio,
recurren al ocultismo, al satanismo y a la magia en el plano espiritual, además
de la violencia, la mentira, el robo, en el plano corporal y terrestre. Pero las
ovejas de Cristo no están indefensas, como pudiera parecer a simple vista, porque,
aunque estén rodeadas por lobos infernales, están protegidos por la Sangre
Preciosa del Cordero, frente a la cual el Infierno entero tiembla de pavor y terror.
Si Dios nos envía como ovejas en medio de lobos, no debemos temer, en tanto y
en cuanto estemos cubiertos por la Preciosísima Sangre del Cordero de Dios.
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