“El
Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena” (Jn 16, 12-15). Jesús
afirma que cuando Él envíe el Espíritu Santo, después de atravesar su misterio
pascual de muerte y resurrección, el Espíritu Santo “los guiará a la Verdad plena”.
Se trata de una acción esencial la del Espíritu Santo, en un mundo oscurecido
por las tinieblas del error y del pecado, porque es un mundo regido por el Príncipe
de las tinieblas y Padre de la mentira, Satanás, el Ángel caído, la Serpiente
Antigua. En un mundo así, la oscuridad y el error son los que dominan las
mentes y los corazones de los hombres y de no mediar la acción iluminadora y
reveladora del Espíritu Santo, los hombres no tienen forma alguna de escapar de
las tinieblas en las que están envueltos. Entonces, el envío del Espíritu Santo
se muestra como algo esencial al misterio pascual de Jesús: mientras que Él, en
cuanto Hombre-Dios, derrota al Príncipe
de las tinieblas en la Cruz, el Espíritu Santo ilumina las mentes de los
hombres que hasta ese entonces estaban entenebrecidos y oscurecidos por el
Padre de la mentira.
El
Espíritu Santo, entonces, “los guiará hasta la verdad plena”. ¿De qué verdad se
trata? Se trata de la Verdad Absoluta, de la Verdad católica, la Verdad plena acerca
de la Verdad Increada, que es Cristo Jesús. Es éste un detalle no menor: el
Espíritu Santo los guiará hacia la verdad, pero no se trata de una verdad
abstracta, sino de una Persona de la Trinidad que es la Verdad Increada, Cristo
Jesús, por cuanto Él es la Verdad y la Sabiduría del Padre. El hecho de que el
Espíritu Santo guíe a la Iglesia a la Verdad plena significa que los guiará
hacia la Persona de Jesús, que es la Segunda Persona de la Trinidad, encarnada
en una naturaleza humana.
“El
Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena”. Debemos implorar el
don del Espíritu Santo, porque sólo Él es capaz de guiarnos hasta la Verdad Absoluta
de Dios, Cristo Jesús. Mientras el alma no está iluminada por el Espíritu Santo,
yace en la más completa tiniebla espiritual, compuesta de error, mentira y
pecado. Sólo cuando el Espíritu Santo ilumina al alma, ésta es llevada a la
Verdad plena de Dios, el Hombre-Dios Jesucristo.
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