miércoles, 6 de mayo de 2020

“El que compartía mi pan me ha traicionado”




“El que compartía mi pan me ha traicionado” (Jn 13, 16-20). Durante el transcurso de la Última Cena y luego de lavar los pies a sus discípulos, Jesús cita la Escritura, a modo de anticipo profético de la traición que Judas Iscariote habrá de llevar a cabo. Según Luisa Piccarretta, en los Apóstoles están representados los distintos tipos de fieles, tanto sacerdotes como laicos, que habrán de sucederse a lo largo de la historia, en relación a Jesús. De modo particular, se confrontan las personas de Judas Iscariote y la de Juan el Evangelista. En Judas Iscariote, el que lo traicionó y a quien Jesús menciona indirectamente cuando dice: “El que compartía mi pan me ha traicionado”, están todos aquellos clérigos y fieles laicos que, habiendo recibido el don del Bautismo y por lo tanto habiendo sido predestinados a la vida eterna, preferirán sin en cambio seguir, no a Jesús, sino al Ángel caído, por lo cual traicionarán el llamado y el destino que Dios Trino quiso para ellos desde la eternidad.
Del otro lado se ubican Juan Evangelista y todos los clérigos y laicos que, no sólo no traicionarán a Jesús, sino que, recostándose sobre su Sagrado Corazón, escucharán sus latidos y unirán sus corazones al Corazón de Jesús, participando así de las angustias, penas y dolores de la Pasión, pero también la gloria y la alegría de la Resurrección.
“El que compartía mi pan me ha traicionado”. ¿De qué lado estamos nosotros? Del lado de Judas Iscariote, que en vez de preferir escuchar los latidos del Sagrado Corazón, traicionó su Amor para escuchar el tintinear de las monedas de plata? ¿O estamos del lado de Juan Evangelista, que se recostó en el pecho de Jesús para escuchar los latidos de su Sagrado Corazón? Estaremos de un lado o de otro, no por lo que proclamemos con los labios, sino por lo que digan nuestras obras, que tienen que ser obras de misericordia y caridad.

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