“Vuestra
tristeza se convertirá en alegría” (Jn 16, 16-20). Jesús revela, si bien
indirectamente, a sus discípulos, su próxima Pasión, Muerte y Resurrección. Esto
es lo que Jesús quiere significarles cuando les dice: “Ustedes no me verán y se
entristecerán, pero luego me verán y vuestra tristeza se convertirá en alegría”.
Los discípulos dejarán de verlo visible y sensiblemente cuando Él muera en la
Cruz y entonces se entristecerán, puesto que llorarán por la muerte de Jesús;
pero luego, Jesús resucitará al tercer día, tal como Él lo había ya
profetizado, y ellos lo verán nuevamente -ahora glorioso y resucitado- y
entonces se alegrarán. Cuando vean a Jesús resucitado, entonces la tristeza del
Viernes Santo se convertirá en la alegría del Domingo de Resurrección.
“Vuestra
tristeza se convertirá en alegría”. Puede suceder que, en el transcurso de la
vida ordinaria, la vida lleve a períodos y momentos de tristeza. Sin embargo,
nuestra tristeza también puede convertirse en alegría, pero no por ver
visiblemente a Jesús resucitado y glorioso, sino por recibirlo a Él -glorioso y
resucitado- en la Eucaristía. Si estamos atravesando por un período de
tribulación, no es necesario esperar morir para llegar al Cielo y así convertir
nuestra tribulación y tristeza en gozo y alegría: lo que debemos hacer es
postrarnos en adoración ante Jesús Eucaristía y recibirlo con fe, devoción,
piedad y sobre todo amor. Y así Jesús Eucaristía convertirá nuestra tristeza en
gozo, en una alegría desconocida, sobrenatural, celestial, porque es la Alegría
Increada que brota de su Sagrado Corazón Eucarístico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario