(Domingo
VI - TP - Ciclo A – 2020)
“Yo oraré al Padre, Quien os dará el Espíritu que morará con
vosotros” (Jn 14, 15-21). Jesús no sólo revela la naturaleza e identidad
de Dios como Uno y Trino -lo cual es una profundización en la auto-revelación
de Dios que había comenzado con los hebreos, manifestándose como Dios Uno, por
encima de los dioses paganos-, sino que va más allá: en el diálogo con los
discípulos, que es el diálogo con su Iglesia y por lo tanto con todos y cada uno
de nosotros, Jesús nos invita a una comunión con la Trinidad. Es decir, Jesús
no sólo revela que Dios es Uno y Trino, que Él está en el Padre y el Padre en
Él y que ambos espiran al Espíritu Santo, sino que además nos invita a entablar
una verdadera comunión de vida y amor con la Trinidad. Esto lo dice Jesús
cuando afirma que Él irá al Padre y con el Padre enviará al “Espíritu de la
Verdad”, Aquel al que el mundo no lo conoce -no lo conoce porque el mundo se
rige y está gobernado por el Príncipe de la mentira, el Ángel caído- y que
cuando venga, “hará morada” en los corazones de los discípulos, completando así
la Tríada de las Divinas Personas en los corazones de los discípulos que amen a
Jesús.
En el diálogo de Jesús con los discípulos, entonces, no
sólo Jesús revela la identidad y la naturaleza de Dios como Uno y Trino, sino
que además nos invita a una comunión real de vida y amor con ese Dios Trino y
esto por medio del envío de la Tercera Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo.
Ahora bien, ¿dónde se concreta este encuentro de vida y
amor con la Trinidad? ¿En dónde y de qué manera el encuentro con Dios Trino al
que nos invita Jesús deja de ser un anuncio para ser una realidad? Se da en dos
momentos: por un lado, esta comunión con la Trinidad se da cuando el alma
cumple los mandamientos de Jesús, porque es entonces cuando Jesús está en el
alma y como Él está en el Padre y el Padre en Él, están las dos Personas de la
Trinidad y la Tercera, el Espíritu Santo, viene al alma cuando el alma, por
Amor y guiada por el Amor, cumple los mandamientos de Jesús: “El que acepta mis
mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre,
y yo también lo amaré y me manifestaré a él”.
Por otro lado, la Comunión con la Trinidad se da en la Comunión
Eucarística, porque por la Comunión nos unimos al Sagrado Corazón Eucarístico
de Jesús, en donde inhabita el Espíritu Santo, el cual nos lleva al seno del Padre,
estando aun todavía nosotros en esta vida terrena y temporal.
“Yo oraré al Padre, Quien os dará el Espíritu que morará con
vosotros”. Obremos la misericordia y comulguemos en gracia y así el Padre estará
en nosotros, junto con Jesús y el Espíritu Santo; así viviremos una vida de
comunión y amor con la Trinidad en esta vida terrena, como anticipo de la comunión
en el Amor con las Personas de la Trinidad en la Vida eterna.
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