“El
que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Jn
3, 1-8). En el diálogo entre Nicodemo, éste último parece no entender lo que Jesús
le dice cuando le dice: “El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios”.
Nicodemo entiende literalmente las palabras de Jesús y es por esta razón que no
puede comprender de qué manera un hombre puede “nacer de nuevo”: la única
forma, para Nicodemo, es introducirse literalmente en el seno materno y así nacer
de nuevo; por esto es que Nicodemo no entiende lo que Jesús le dice. Pero lo
que Jesús le quiere decir a Nicodemo está en otro nivel, en el sobrenatural y
Nicodemo permanece en los estrechos límites de la naturaleza y de la razón
humana. A partir de Jesús, ya no habrá un solo modo de nacer para los humanos. Él
dice en las Escrituras: “Yo hago nuevas todas las cosas” y este “hacer nuevo” comprende
el nacimiento. En la mente de Nicodemo, no hay lugar todavía para lo
sobrenatural, para lo que Jesús hace y enseña y entre estas cosas está el modo
de nacer: a partir de Jesús, además de nacer del seno materno, el hombre ahora
podrá nacer del seno mismo de Dios Padre, mediante “el agua y el Espíritu”, es
decir, mediante el Sacramento del Bautismo. Jesús le está anticipando a Nicodemo
lo que será el Sacramento del Bautismo, mediante el cual el hombre nacerá del
seno mismo de Dios Padre y así podrá ingresar en el Reino de los cielos: “El
que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios”. Éste
segundo modo de nacer del hombre, hecho posible a partir de la gracia que nos
consiguió Jesucristo con su sacrificio en Cruz, es lo que le permite al hombre,
si muere en estado de gracia, ingresar en el Reino de los cielos. Entonces, quien
nace “del agua y del Espíritu” entra en el cielo, quien no se bautiza, no; de ahí, la necesidad imperiosa del Bautismo sacramental.
Adorado seas, Jesús, Cordero de Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios oculto en el Santísimo Sacramento del altar. Adorado seas en la eternidad, en el seno de Dios Padre; adorado seas en el tiempo, en el seno de la Virgen Madre; adorado seas, en el tiempo de la Iglesia, en su seno, el altar Eucarístico. Adorado seas, Jesús, en el tiempo y en la eternidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario