“Trabajad
por el alimento que perdura para la vida eterna” (Jn 6, 22-29). La
multitud que había recibido el milagro de la multiplicación de panes y peces
busca a Jesús y es por eso que todos se dirigen a Cafarnaúm, en donde lo
encuentran. ¿Por qué buscan a Jesús? ¿Porque se dieron cuenta del milagro que
hizo al multiplicar panes y peces y se dieron cuenta que Él es el Hombre-Dios? No,
no lo buscan por esa razón, sino por algo más terreno: porque Jesús les satisfizo
el hambre corporal; lo buscan porque sació el hambre del cuerpo, no porque hayan
visto una señal sobrenatural en la multiplicación.
Jesús
se da cuenta de esto; Jesús se da cuenta de que lo buscan, no porque hayan
visto en Él al Hombre-Dios, que hacía milagros no sólo para satisfacer el
apetito corporal, sino para darles un mensaje sobrenatural -el milagro de la multiplicación
de panes y peces es anticipo del milagro eucarístico, en el que el pan y el
vino se convierten en su Cuerpo y Sangre-; Jesús se da cuenta que lo buscan
porque quieren que Jesús les satisfaga su hambre corporal, quieren tenerlo con
Él para que vuelva a hacer el milagro de la multiplicación de panes y peces cada
vez que tengan hambre. Tienen una visión meramente terrena y temporal de Jesús
y sus milagros; no han sido capaces de comprender el mensaje sobrenatural que Jesús
ha querido enviarles al hacer la multiplicación de panes y peces.
Jesús
quiere sacarlos de su inmanentismo, de su visión horizontal y terrena y es por
eso que les dice: “Trabajad por el alimento que perdura para la vida eterna”. ¿Y
cuál es el alimento que perdura para la vida eterna? No es otro que la
Eucaristía. En otras palabras, Jesús le dice a la multitud que no se preocupen
por los panes y los peces, por el hambre corporal, sino que se preocupen por el
hambre espiritual, hambre de Dios Trino que se sacia única y exclusivamente con
la Eucaristía, que es Pan de Vida eterna y es Carne del Cordero de Dios.
“Trabajad
por el alimento que perdura para la vida eterna”. También a nosotros Jesús nos
da el mismo mensaje: si nos esforzamos por trabajar para ganar el pan de cada
día y así alimentar el cuerpo, con mayor razón debemos trabajar, esforzarnos, por
alimentarnos con la Eucaristía, el Pan Vivo bajado del cielo, que sacia nuestra hambre espiritual de Dios Trino y nos comunica de
modo incoado la Vida de la Trinidad y así nos prepara para la vida del Cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario