“Jamás
ha hablado nadie como este hombre” (Jn
7, 40-53). Los jefes de los sacerdotes y los fariseos habían encargado a los
guardias del templo ir a apresar a Jesús, para llevarlo ante su presencia, para
acusarlo de blasfemia, ya que se hacía Dios, llamando “Padre” a Dios. Cuando
los guardias vuelven sin Jesús, porque no lo pueden apresar, los fariseos les
preguntan la razón por la cual “no lo han traído” y los guardias responden:
“Jamás ha hablado nadie como este hombre”. Es decir, los guardias, siendo
laicos y hombres de armas y no religiosos, perciben en las palabras de Jesús
una sabiduría y una autoridad sobre-humanas y por esa razón se deciden a no
detenerlo, porque saben que Jesús es más que un hombre. No llegan a saber que
es Dios, pero al escuchar a Jesús y al escuchar a la gente, piensan que puede
ser el Mesías o bien el “profeta esperado”. En todo caso, para los guardias
Jesús es alguien muy especial y esto se nota en la sabiduría y autoridad de sus
palabras: “Jamás ha hablado nadie como este hombre”.
Y,
en verdad, nadie ha hablado como Jesús, porque sus palabras son palabras de
Vida eterna.
Nadie
ha dicho, como Jesús, que el camino que lleva al cielo es la Santa Cruz; nadie
ha dicho, como Jesús, que hay que amar al enemigo; nadie ha dicho, como Jesús,
que más importante que el alimento terreno es el Cuerpo y la Sangre del Cordero
de Dios, que es Él mismo; nadie ha dicho, como Jesús, que hay que perdonar
setenta veces siete; nadie ha dicho, como Jesús, que el Reino de Dios ya está
entre nosotros, por medio de la gracia; nadie ha dicho, como Jesús, que quien
se alimenta de su Cuerpo y de su Sangre tiene la Vida eterna; nadie ha dicho, como
Jesús, que Él es la Resurrección y la Vida y que el cree en Él no morirá, sino
que tendrá la vida eterna. Nadie ha dicho jamás las cosas que ha dicho Jesús,
porque Jesús es Dios y lo que Él dice es Sabiduría y Revelación divina, es lo
que ha escuchado al Padre desde la eternidad y Él lo transmite a los hombres.
“Jamás
ha hablado nadie como este hombre”. Las enseñanzas de Jesús son continuadas por
la Iglesia Católica y por esta razón, parafraseando a los guardias, nosotros
podemos decir: “Ninguna Iglesia, que no sea la Católica, enseña que la
Eucaristía es el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús y que el
que se alimente de ella, tiene desde esta vida, la vida eterna”. Parafraseando
a los guardias, los católicos podemos decir: “Jamás ninguna Iglesia ha enseñado
que la Eucaristía es el Pan Vivo bajado del cielo”.
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