María unge los pies de Jesús con perfume de nardo, símbolo de la gracia.
(Ciclo
C – 2019)
“María ungió los pies de Jesús con perfume de nardo puro la
casa se impregnó con el perfume” (Jn
12, 1-11). Seis días antes de la Pascua, Jesús acude a casa de sus amigos, los
hermanos Marta, María y Lázaro. Estando allí, María Magdalena realiza un gesto
que escandaliza a Judas Iscariote: rompe un frasco de perfume de nardo puro, de
mucho precio, y unge con él los pies de Jesús. Judas Iscariote se escandaliza
falsamente, porque aparenta preocuparse por los pobres: ese perfume caro podría
haberse vendido y dado el dinero a los pobres y no derramarlo en los pies de
Jesús. Pero como dice el Evangelio, el escándalo de Judas es falso porque en
realidad era ladrón y lo que quería era sí vender el perfume, pero para
quedarse él con el dinero.
Jesús no sólo no reprocha el acto de María Magdalena, sino
que lo aprueba: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi
sepultura. A los pobres los tendréis siempre con vosotros, pero a Mí no me
tendrán siempre”. Con esta declaración, Jesús profetizaba su Pasión y muerte,
al tiempo que les recordaba que la caridad para con los pobres la podrían hacer
en cualquier momento.
La acción de María Magdalena, de ungir los pies de Jesús
con perfume de nardo, un perfume de mucho precio, tiene otro significado,
además de anticipar la Pasión y Muerte del Redentor. El perfume es figura de la
gracia; por lo tanto, simboliza la gracia que recibirá la humanidad con la
muerte de Jesús. Con su muerte en cruz, Jesús conseguirá para la humanidad la
gracia santificante, que brotando de su Corazón traspasado, se derramará sobre
todas las almas, para quitar el pecado y para santificar las almas,
convirtiéndolas en hijas adoptivas de Dios y en templos del Espíritu Santo. El hecho
de que el aroma del perfume impregne “toda la casa” significa que la gracia
santificante que infundirá Jesús luego de su muerte y resurrección abarcará
toda el alma -simbolizada en la casa-, impregnándola con su perfume santo desde
la raíz del ser, abarcando su ser y sus potencias, el intelecto, la voluntad,
la memoria.
“María
ungió los pies de Jesús con perfume de nardo puro la casa se impregnó con el
perfume”. El perfume de la gracia que inunda la humanidad de Jesús, cuerpo y
alma, en el momento de la Encarnación, simbolizado en el perfume de nardo con
el que María Magdalena unge sus pies, se esparce luego “sobre la casa”, es
decir, sobre el alma, al comunicarse por medio de los sacramentos. Cada vez que
recibimos los sacramentos, nuestras almas quedan perfumadas con un perfume
infinitamente más exquisito y valioso que el perfume de nardo, porque recibimos
la gracia santificante que brota del Corazón traspasado de Jesús.
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