Adorado seas, Jesús, Cordero de Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios oculto en el Santísimo Sacramento del altar. Adorado seas en la eternidad, en el seno de Dios Padre; adorado seas en el tiempo, en el seno de la Virgen Madre; adorado seas, en el tiempo de la Iglesia, en su seno, el altar Eucarístico. Adorado seas, Jesús, en el tiempo y en la eternidad.
"Éste es el Cordero de Dios", debe exclamar cada fiel al recibir la Eucaristía
“Este es el Cordero de Dios” (cfr. Jn 1, 29-34), dice Juan
el Bautista al ver pasar a Jesús. Mientras otros ven en Jesús
solo al “hijo del carpintero”(cfr. Mt 13, 55), Juan ve al
Cordero de Dios, porque está iluminado por el Espíritu Santo
(cfr. Jn 1, 29-34).
“Este es el Cordero de Dios”, dicen los Reyes Magos y los
pastores al adorar al Niño en Belén. Mientras otros ven a un
niño con su madre y su padre, los Reyes Magos y los pastores
adoran a Dios Hijo bajo la forma de un Niño, porque están
iluminados por el Espíritu Santo.
“Este es el Cordero de Dios”, dice la Iglesia(1) , al elevar
la Hostia consagrada en el altar. Mientras otros ven solo un
poco de pan bendecido, la Iglesia adora a Dios Hijo bajo la
apariencia del pan, porque está iluminada por el Espíritu
Santo.
“Este es el Cordero de Dios”, debe exclamar cada fiel al
recibir la Eucaristía. Mientras otros ven solo un ritual vacío,
el cristiano debe pedir la iluminación del Espíritu Santo, para
ver en la Eucaristía al Cordero de Dios, a Dios Hijo, al Niño
de Belén, que viene al alma para donarnos su vida, su paz y
su alegría.
(1)Cfr. MISAL ROMANO, Rito de la comunión, n. 133
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