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lunes, 25 de noviembre de 2019

“Muchos vendrán usurpando mi nombre”



“Muchos vendrán usurpando mi nombre” (Lc 21, 5-11). Ante la pregunta de cuándo será la Segunda Venida del Mesías, Jesús no responde dando fechas, sino que responde dando señales acerca de las cosas que sucederán cuando Él esté próximo a su Segunda Venida. Una de estas señales es la aparición de falsos mesías, de fundadores de sectas que se usurparán el nombre de Cristo y se harán pasar por Él. En nuestros días, abundan las sectas en las que sus fundadores afirman que son Cristo, el Mesías, que han venido para salvar a la humanidad. Entre otras sectas, se encuentran las siguientes[1]: la Suprema Orden Universal de la Santísima Trinidad (SOUST), cuyo líder se hace llamar “INRI Cristo”; una secta en la que el supuesto Jesús es de color negro y se hace llamar Bupete Chibwe Chishimba, afirmando ser Jesús resucitado; Alan John Miller, líder de la secta Verdad Divina de Kingaroy, Australia, quien se presenta con su amante, que se hace llamar María Magdalena y cuyo verdadero nombre es Mary Luck; otra secta es la fundada por el peruano Ezequiel Ataucusi Gamonal, quien fundó la Iglesia Israelita del Nuevo Pacto Universal y decía ser un enviado de Dios para transformar el mundo: cuando murió, sus numerosos fieles depositaron su cuerpo en una urna y se sentaron a esperar y al ver que al tercer día no resucitaba, lo enterraron, aunque Ezequiel Ataucusi dejó un hijo, llamado Ezequiel Jonás, que tuvo la  ocurrencia de decir que su padre había resucitado en él, auto-coronándose como Jonás DIOS de Israel; en Rusia, Sergey Torop afirmó tener una revelación por la cual se convirtió en Vessarion, “la reencarnación de Jesucristo” (sic). Y así, podríamos seguir, contando por decenas y decenas las sectas en las que sus fundadores se hacen llamar Cristo y se auto-proclaman como el Redentor.
“Muchos vendrán usurpando mi nombre”. Ante esta constatación, nos podemos preguntar: ¿estamos en los tiempos próximos a la Segunda Venida de Cristo? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que al menos una de las señales dadas por el mismo Cristo en Persona, se está dando en nuestros días y es la proliferación de falsos mesías. Un motivo más para estar “vigilantes y atentos”, como el siervo atento de la parábola, que espera a su amo con la vela encendida y la túnica ceñida. Hoy más que nunca, debemos tener encendida la luz de la fe y estar con las túnicas ceñidas, es decir, debemos obrar obras de misericordia, en la espera de la Segunda Venida en la gloria de Nuestro Señor Jesucristo.

lunes, 24 de noviembre de 2014

“¿Cuál será la señal?” “Muchos dirán: ‘Soy Yo’, y oirán hablar de guerras y revoluciones, pero no será tan pronto el fin”


“¿Cuál será la señal?” “Muchos dirán: ‘Soy Yo’, y oirán hablar de guerras y revoluciones, pero no será tan pronto el fin” (Lc 21, 5-9). Los discípulos preguntan a Jesús “cuál será la señal” de que su Segunda Venida en la gloria o Parusía se acerca. Jesús no da una señal directa, pero sí da una señal indirecta: cuando se presenten muchos falsos mesías, muchos falsos cristos, que digan: “Yo soy el cristo”; también, “el tiempo está cerca”; además, habrán en el mundo “guerras y revoluciones”, pero no será todavía “el fin”. Es decir, todas estas señales, no son “señales del fin”, sino señales que preanuncian el inicio del fin.

Es deber del cristiano leer los signos de los tiempos, porque así lo dice Jesús: “Saben si va a llover o no, pero no saben leer el signo de los tiempos”, y en nuestros tiempos abundan los falsos mesías de la Nueva Era y las guerras y revoluciones. Es por eso que debemos preguntarnos: ¿estamos en los tiempos que anuncian el inicio de las señales de la Segunda Venida de Jesús? La respuesta es que -con toda probabilidad- sí. Sin embargo, más allá de eso, es deber del cristiano vivir en gracia, para estar preparados para la llegada de Jesucristo a su vida personal y a su existencia, puesto que Jesucristo llegará a la vida de cada uno “como el amo que regresa de una boda, a medianoche, de improviso”, y entonces, el cristiano debe estar “vigilante”, como el siervo “atento, con las vestiduras ceñidas y con la lámpara encendida” (cfr. Lc 12, 35), es decir, en actitud de servicio, obrando la misericordia, y con el alma en gracia; el cristiano debe estar “vigilante”, porque Jesús vendrá “como un relámpago” (cfr. Mt 24, 27) que cruza la noche, de improviso; vendrá “como el ladrón” (cfr. Mt 24, 43-44), al cual el amo de casa no sabe cuándo ni por dónde habrá de entrar. 
Entonces, más importante que saber cuándo será la Segunda Venida -aun cuando estarían comenzando a darse las señales que la anuncian-, es más importante, para el cristiano, el estar en estado de gracia permanente. De esa manera, sea que Jesucristo llegue hoy, mañana, pasado, o en cincuenta años, el cristiano estará con sus vestiduras ceñidas, con su lámpara encendida y con su corazón ardiente de amor, listo para recibir a Nuestro Señor Jesucristo, que viene para juzgar al mundo, y en esa espera, en todo momento, repite, en el silencio de su corazón, con todo el amor con el que es capaz: “¡Ven, Señor Jesús!” (Ap 22, 20).

lunes, 25 de noviembre de 2013

“Muchos dirán: ‘Soy yo’. No los sigan”


“Muchos dirán: ‘Soy yo’. No los sigan” (Lc 21, 5-11). Una de las señales que precederán a la Segunda Venida de Jesucristo, serán los falsos mesías, aquellos que se presentarán auto-proclamándose como falsos cristos. Estos falsos mesías existieron ya desde los primeros tiempos del cristianismo, pero es en nuestros tiempos, en la actualidad, en donde han proliferado como nunca antes en la historia de la Iglesia.
Muchos de estos falsos mesías -sino todos- son fundadores de sectas y por lo general se trata de sectas que profesan un misticismo oriental, aunque también existen numerosos fundadores de sectas originadas en Occidente. Algunos ejemplos de fundadores de sectas de religiosidad oriental que se auto-proclaman el Mesías: Sai Baba -se consideraba a sí mismo como la "encarnación de la divinidad en la tierra"-, Sri Sri Ravi Shankar -quien también se considera encarnación de la divinidad, porque "Sri" significa "Señor"-, Sung Myung Moon -se consideraba a sí mismo como el mesías-, Osho… A su vez, algunos de los falsos mesías occidentales son, por ejemplo: Jim Jones –llevó a la muerte a casi mil personas-, David Koresh -también autoproclamado mesías, murió junto a setenta y cinco seguidores en un confuso episodio en Waco, Texas-, Charles Manson, Marshall Applewhite –fundador de la secta “Puerta del cielo”, por medio de la cual se suicidaron casi cuarenta personas, creyendo que con el suicidio alcanzarían al cometa Halley y pasarían a un nivel de humanidad superior-, Ron Hubbard, fundador de la secta Cienciología, y así muchísimos otros más. 
Todos los fundadores de sectas, tanto orientales como occidentales, se presentan diciendo: “Soy yo, el Mesías”, con lo cual se cumple la profecía de Jesús de que "antes del fin" muchos se atribuirían falsamente para sí mismos el título de "mesías". Es para estos falsos cristos la advertencia de Jesús de que no debemos seguirlos.
Ahora bien, estos mesías falsos son sumamente fáciles de ser reconocidos, cuando se les aplica la regla evangélica de Nuestro Señor Jesucristo: “Por sus frutos los conoceréis”. Los frutos de estos sectarios auto-proclamados como mesías, son la destrucción de las personas y la muerte.
Pero la advertencia de Jesús va dirigida sobre todo a un pseudo-mesías, que habrá de aparecer y manifestarse no como un fundador de secta de estilo oriental u occidental, sino como un Anticristo surgido en el seno mismo de la Iglesia, hecho que "sacudirá la fe" de muchos bautizados. Así lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica en su número 675: "Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes". Los falsos mesías no constituyen esta prueba, evidentemente, debido a que estos se presentan con doctrinas falsas, absolutamente contrarias a la Verdad revelada de Jesucristo y custodiada y explicitada por el Magisterio de la Iglesia Católica.
El que "sacudirá la fe" será en cambio este falso mesías que logrará engañar a muchos dentro de la misma Iglesia porque no será reconocido en lo inmediato, puesto que su engaño será mucho más sutil e insidioso y muy difícil de detectar y reconocer; será un anti-cristo que, presentándose como Cristo, reemplazará la adoración del Dios verdadero por la adoración del hombre; creará una Iglesia “humanista” en donde toda la perversión de la anti-natura estará justificada, partiendo de la falsa premisa de que Dios es misericordioso y que por lo mismo, no castiga a nadie. Esta falsa Iglesia humanista, la del Anticristo –llevará el nombre de “Católica” pero no será católica- justificará las peores aberraciones y pecados al prometer un paraíso terrenal y al negar la existencia del Infierno. 
En esta Iglesia, el hombre adaptará los Mandamientos, la Doctrina, los Dogmas y los Sacramentos a su propia humanidad, con lo cual se glorificará a sí mismo, desplazando a Dios Trino y dejándole de dar la adoración debida a Él y al Hijo de Dios encarnado, que prolonga su Encarnación en la Eucaristía. Es esto lo que da a entender el citado párrafo del Catecismo: “La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un pseudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne”. El falso mesías, proclamándose el Cristo, dará una "solución aparente" a los problemas del hombre, al precio de la "apostasía de la verdad": todo estará permitido en nombre de la humanidad y de un Dios misericordioso que no castiga a nadie.
“Muchos dirán: ‘Soy yo’. No los sigan” (Lc 21, 5-11). No sabemos cuándo sucederá esto, la manifestación del Anticristo y la sucesiva "prueba final en la fe" que "sacudirá la fe de los creyentes", pero no es importante saber el “cuándo”, sino saber el “cómo” nos mantendremos fieles al Verdadero y Único Cristo: oración, estado de gracia, comunión frecuente, fidelidad al Santo Padre y al Magisterio de la Iglesia Católica, y la petición insistente y confiada a la Virgen de la gracia de la perseverancia final en la fe y en las buenas obras. Si esto hacemos, estaremos asistidos por el Espíritu Santo, que nos hará exclamar, desde lo más profundo del corazón: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 20.

jueves, 15 de noviembre de 2012

“Donde esté el cadáver allí se juntarán los buitres”



“Donde esté el cadáver allí se juntarán los buitres” (Lc 17, 26-37). Jesús instruye a sus discípulos acerca del Día del Juicio Final, y da señales de cómo será este día, llamado “Día de la ira de Dios”: será similar a los días de Noé, en los que la gente “comía, bebía y se casaba”, hasta que llegó el Diluvio; será similar a los tiempos de Lot: “se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía”, hasta que llegó la lluvia de fuego.
Las dos referencias a grandes personajes bíblicos como Noé y Lot, dan cuenta del estado de la humanidad en los tiempos inmediatamente anteriores a la manifestación de Jesús como Justo Jueza de la Humanidad: las actividades de “comer, beber, plantar, construir”, con las que se describen los períodos bíblicos de Noé y de Lot, hacen referencia a un estado de la humanidad en el que todo estará aparentemente en calma, en donde la actividad material del hombre será plena, y en donde el consumismo materialista estará en su auge. Esto indica despreocupación de Dios y ausencia hasta de su idea por parte de los hombres, puesto que las actividades son puramente exteriores, y este olvido de Dios será lo que desencadenará los castigos. Pero hay algo todavía más grave, una consecuencia del olvido de Dios, y es la adoración idolátrica del hombre por el hombre mismo, significado en la mención a Sodoma y Gomorra.
En síntesis, la situación de la humanidad será como en tiempos de Noé y Lot, tiempos caracterizados por el ateísmo teórico y práctico, por el desprecio de Dios y de sus leyes, por la exaltación del consumismo materialista como único objetivo de la vida y, lo más grave de todo, por la elevación a la categoría de derecho humano a las más aberrantes perversiones contra la naturaleza. Y de la misma manera a como la humanidad fue purificada por el agua, en tiempos de Noé, y por el fuego, en tiempos de Lot, así también, en el Día del Hijo del hombre, la humanidad será purificada por el agua y el fuego: la humanidad regenerada por la lluvia de la gracia, que actuará sobre los buenos, y por el fuego abrasador caído del cielo, probablemente detonaciones nucleares provocadas por el mismo hombre, pero también alguna especie de castigo celestial para los impenitentes, que arrasarán corporal y materialmente a quienes no estén preparados.
Por último, la respuesta a la pregunta a la pregunta de los discípulos acerca de “dónde” sucederá esto, es enigmática, pero también significativa: “Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres”. El cadáver es un cuerpo sin vida, sin alma, y con esto se refiere Jesús al Anticristo, persona humana que, aunque esté vivo naturalmente, está muerto a la vida de Dios, a la vida de la gracia, y por eso despide el hedor de la muerte; los buitres, serán los precursores del anticristo, los falsos profetas, los falsos mesías, entre los primeros, los fundadores de sectas, que de la misma manera a como un buitre, animal carroñero, está cerca del cadáver para alimentarse de sus miasmas, así estarán cerca del Anticristo, para alimentarse de sus doctrinas falsas.
Pero hay otra señal, indicativa del fin, venida esta vez del Cielo: si alrededor del cadáver se juntan los buitres, si alrededor del Anticristo se juntan los falsos profetas y falsos mesías, alrededor del Cuerpo de Cristo se juntan las águilas. Y al igual que los discípulos, preguntamos: “¿Dónde sucederá esto? ¿Dónde se juntarán las águilas?”: las águilas, los adoradores del Hombre-Dios, volarán alrededor del altar eucarístico, alrededor del sagrario, donde está el Cuerpo de Jesús.