Adorado seas, Jesús, Cordero de Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios oculto en el Santísimo Sacramento del altar. Adorado seas en la eternidad, en el seno de Dios Padre; adorado seas en el tiempo, en el seno de la Virgen Madre; adorado seas, en el tiempo de la Iglesia, en su seno, el altar Eucarístico. Adorado seas, Jesús, en el tiempo y en la eternidad.

domingo, 26 de abril de 2020
“El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo”
viernes, 20 de abril de 2018
“¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”
miércoles, 18 de febrero de 2015
“¿Todavía no entienden?”
lunes, 17 de febrero de 2014
“Ustedes tienen la mente enceguecida”
viernes, 31 de mayo de 2013
Solemnidad de Corpus Christi
sábado, 28 de julio de 2012
La multiplicación de panes y peces, anticipo del Pan de Vida eterna y de la Carne del Cordero
miércoles, 11 de mayo de 2011
Yo Soy el Pan que da la Vida eterna

“Yo Soy el Pan que da la vida eterna” (cfr. Jn 6, 44-51). Jesús se da a sí mismo el nombre de “pan”, un alimento cotidiano, familiar a todas las culturas y razas del mundo, de modo que todos pudieran tener un punto de referencia para poder meditar en sus palabras.
¿En qué consiste la vida eterna? Dice Jesús: “Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo” (Jn 17, 1-3). Este conocimiento que aquí se dice constituir la vida eterna, es, en la enseñanza de San Juan, un conocimiento vital, íntimo y amoroso, no abstracto; es un conocimiento que es vida, porque por el conocimiento de Dios, hecho posible por la gracia, Dios mismo se auto-comunica al alma que lo conoce, y así el alma recibe un principio de vida nueva, distinta, celestial, brotada del seno mismo de Dios Uno y Trino.
La vida eterna no es la vida inmortal, la que posee el alma del hombre por su propia naturaleza espiritual; por naturaleza, el alma humana es inmortal, porque es espiritual, y porque es espiritual, no tiene partes que entren en descomposición, como sí lo hace la materia, y por eso perdura de manera indefinida, sin perecer.
Pero esto no es la vida eterna; la vida eterna es una vida absolutamente plena, que se encuentra en Acto Presente perpetuo porque emana del Ser divino, que es Acto Puro, es decir, que posee todas sus perfecciones sin límites: sabiduría, verdad, bondad, belleza, unidad, alegría.
El Ser divino, al ser Acto Puro perfectísimo, no tiene necesidad del tiempo, para desplegar las perfecciones que brotan de él, puesto que sus perfecciones están todas en acto, en un mismo instante perpetuo. Al revés sucede con el ser participado, que sí necesita del tiempo para desplegar estas perfecciones, que necesariamente son limitadas. Así, necesita tiempo para adquirir sabiduría, que es limitada, o para adquirir bondad, o para llegar a la verdad.
Poseer la vida eterna significa poseer todas estas perfecciones como las posee el mismo Dios Uno y Trino, es decir, perfectísimas y para siempre: sabiduría, verdad, belleza, bondad.
Todo esto, más la comunión con las Tres Divinas Personas, es donado por Cristo en
martes, 10 de mayo de 2011
La Eucaristía sacia el hambre de Dios que todo hombre tiene

“El que coma de este Pan no tendrá más hambre” (cfr. Jn 6, 35-40). Jesús promete que Él dará un pan por el cual, aquel que lo consuma, no volverá a tener más hambre. Ahora bien, debido a que este pan es
Para descubrir el sentido de la frase de Jesús, hay que tener en cuenta que no se refiere al hambre corporal, la que sobreviene al organismo de modo natural, sino al hambre espiritual, sobrenatural, de Dios. Un hambre de este tipo no puede, de ninguna manera, ser satisfecha con un pan material, sino solo con un alimento espiritual, y es esto lo que proporciona
“El que coma de este Pan no tendrá más hambre”. Quien se alimenta de
Quien se alimenta de
martes, 19 de abril de 2011
Miércoles Santo

El Cenáculo de la Última Cena será testigo de la muestra máxima de amor que un Dios puede hacer por su criatura; en el Cenáculo de la Última Cena, Dios Uno y Trino obrará el prodigio más asombroso de todos sus prodigios asombrosos, el prodigio que brota de las entrañas de su Ser divino, la conversión del pan en el Cuerpo y el vino en
El Cenáculo de la Última Cena es un lugar especial, porque en él es Dios Padre en Persona quien prepara el banquete con el cual habrá de agasajar a sus hijos pródigos, los hombres: al igual que en la cena pascual de los judíos, en la que se servía carne de cordero asada, hierbas amargas, pan ázimo y vino, en esta cena Dios Padre también servirá unos manjares parecidos, pero mucho, mucho más exquisitos: Dios Padre servirá carne de Cordero, pero no la de un animal, sino la carne del Cordero de Dios, el Cuerpo resucitado de su Hijo Jesús; servirá hierbas amargas, pero no las que se cultivan en la huerta, sino las hierbas amargas de la tribulación de la cruz; servirá pan sin levadura, pero no el que se amasa con harina y agua, sino el Pan que es el Cuerpo de Cristo, el Pan que da
¿Dónde prepararemos
Pero si ayer eran los discípulos quienes preguntaban a Jesús dónde preparar la Última Cena, hoy es
Dispongamos entonces el corazón, en Semana Santa, con oración, penitencia, ayunos, sacrificios, obras de misericordia, para que Cristo convierta, con su gracia, nuestro corazón en un Cenáculo en donde permanezca Él para siempre, en el tiempo y en la eternidad.
sábado, 16 de abril de 2011
Jueves Santo

No se puede entender
“Pascua” significa “paso”, y era lo que los judíos conmemoraban: el “paso” de Egipto a
Al comer la carne de cordero, las hierbas amargas y el pan sin levadura, y al bendecir la cena pascual con el cáliz de bendición, los judíos recordaban todos estos maravillosos prodigios hechos por Yahvéh a favor suyo.
Yahvéh los había liberado, los había sacado de la esclavitud de Egipto, y los había liberado de sus enemigos, y los había introducido en
Con todo lo admirable que eran -y que continúan siendo- las maravillas de Yahvéh,
Si antes de salir de Egipto, las casas de los judíos habían sido señaladas en sus dinteles con la sangre del cordero pascual, ahora, para los cristianos, el Nuevo Pueblo Elegido, serían señaladas no sus casas materiales, sino las espirituales, es decir, sus almas, con
Si al salir de Egipto, los judíos pudieron atravesar el Mar Rojo porque Yahvéh abrió sus aguas, de modo que pusieron atravesar el lecho seco del mar sin temor a ahogarse, para dirigirse a la ciudad de Jerusalén, con Cristo Jesús, Pascua y Paso verdadero, los cristianos pueden atravesar el mundo, para dirigirse hacia
Si en
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Si
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Si la celebración de
Cristo Eucaristía es nuestra Pascua; en Él, en la unión con su cuerpo, tenemos el “paso” de esta vida a la vida eterna; unidos a Él, por el sacramento del altar, somos llevados al seno del Padre; unidos a Él, en la comunión, por el Espíritu Santo, pasamos de esta vida a la eternidad feliz en Dios Padre.
Sólo Cristo Dios en
viernes, 21 de enero de 2011
Adoremos a Cristo en la Eucaristía, y con su luz iluminemos este mundo de tinieblas

“Seguidme y os hará pescadores de hombres” (cfr. Mt 4, 12-23). Jesús, predicando en Galilea, camina por la playa y encuentra a unos pescadores que se encuentran trabajando en su oficio: “limpiando redes”, dice el evangelio. Se detiene, mira a Pedro y a su hermano Andrés, y los llama para que sean “pescadores de hombres”. Ellos abandonan las redes y su oficio, y lo siguen. Más adelante, encuentra a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, también ellos pescadores, los llama para que sean sus discípulos y ellos, “dejando la barca y a su padre”, lo siguieron.
Podría parecer que, en esta escena, todo surge al acaso: a medida que Jesús camina por la playa del lago, se encuentra con unos pescadores, y como son los primeros a los que ve, los llama a ellos. Podría pensarse que simplemente fue una casualidad el hecho de que Jesús haya elegido a pescadores para que ocupen el puesto de Papa y de Apóstoles: así como eligió a unos pescadores, podría haber elegido a cualquier persona que ejerciese cualquier otro oficio: carpinteros, obreros, agricultores, etc., pero como caminaba por la playa, y era lógico que se encontrara pescadores, eligió a los pescadores.
Pero nada hay al acaso en la mente divina, porque Dios no obra al azar. En la mente de Cristo Dios,
Cada elemento del episodio de la elección de Pedro tiene un significado sobrenatural: la barca de Pedro es
La elección de los pescadores, entonces, no es al acaso, porque está destinada a constituir a
Tampoco es al acaso, ni es casualidad, que el llamado y la elección que Jesús hace de Pedro y sus discípulos sea en Galilea: es el cumplimiento de una profecía mesiánica, anunciada por Isaías: “¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de
Esta enigmática profecía de Isaías tiene su explicación, y está directamente relacionada con este evangelio: Isaías, refiriéndose a la tierra de Galilea, dice que es un pueblo que “habita en tinieblas” y en “oscuras regiones de muerte” (Is 9, 1ss).
Para los israelitas, los habitantes de Galilea caminaban en tinieblas, porque estaban lejos de Jerusalén del Templo de Salomón, en donde se rendía culto al Dios Único y Verdadero, y porque además eran ignorantes de la religión y de sus obligaciones. Vivían en tinieblas, porque eran comparados a los paganos, que al no ser alumbrados por la luz de Dios, viven en tinieblas.
Pero la profecía de Isaías se refiere principalmente a una realidad espiritual: las tinieblas en las que vive el pueblo, son las tinieblas del pecado, del error y de la ignorancia, y el pueblo, representado en la región de Galilea, es toda la humanidad: toda la humanidad, desde Adán y Eva, vive sumergida en la oscuridad del pecado, porque se ha alejado de Dios, Luz eterna, y fuera de Dios, única fuente de luz divina, sólo hay oscuridad y tinieblas. Y como Dios es también
El desenlace de esta situación, y la conexión con el evangelio de la elección de Pedro y sus discípulos, se ve cuando Isaías dice que sobre este pueblo, se eleva “una gran luz”, y que este pueblo “vio” esa luz: la luz que ve el pueblo, es decir, la humanidad, no es el astro sol, el que todos los días sale en el horizonte: la “luz” que la humanidad “ve” es Cristo, luz eterna de Dios, una luz que, a la vez, es vida, y vida eterna: “Yo Soy el Pan de Vida”.
Cristo dice de sí mismo: “Yo soy la luz del mundo (Jn 8, 12)”, y Juan en su evangelio también lo dice: “El Verbo era Dios (…) era la luz de los hombres” (cfr. Jn 1, 1ss); Cristo dice de sí mismo: “Yo Soy el Camino,
Es por eso que quienes reciben a Cristo, son iluminados por su gracia, y con su gracia les es comunicada su vida, y quienes lo rechazan –lo rechazan las tinieblas-, permanecen en “tinieblas y en sombras de muerte”, lejos de la luz de Dios manifestada y comunicada por Cristo.
“El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz”. Hoy, igual que en los tiempos de Isaías, y mucho más aún, la humanidad vive en tinieblas mucho más densas, mucho más oscuras, mucho más peligrosas, porque en tiempos de Isaías, todavía no había llegado el Mesías, y los pueblos no conocían la luz de Dios; hoy, en cambio, el Mesías, que ya vino por primera vez en Belén, y murió en cruz y resucitó, es rechazado, una y otra vez, y no sólo es rechazado, sino que el Adversario de la humanidad, el demonio, es preferido a Cristo, haciendo realidad las palabras del evangelista Juan: “El Verbo era Dios (…) era la luz de los hombres (…) la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (cfr. Jn 3, 19).
Hoy los hombres han construido un mundo de tinieblas, porque han expulsado hasta el Nombre de Dios de todas las manifestaciones del hombre pero sobre todo ha sido arrojado del corazón del hombre: hoy el Dios de la vida no es tenido en cuenta para formular leyes, y por eso el hombre construye, con el aborto, la eutanasia, la eugenesia, la cultura de la muerte; los niños y los jóvenes, alentados por la indiferencia de sus padres, huyen de
Los hombres han enterrado los Mandamientos de Dios, para poder vivir amando las tinieblas, y así no sentir remordimiento. Incluso hasta en la misma Iglesia ha entrado la espesa niebla de Satanás, puesto que no se respeta al Santísimo Sacramento del altar, se comulga en pecado mortal, sin importar el sacrilegio, las criaturas se presentan ante Cristo Eucaristía vestidas indignamente, no se respeta a
El espíritu del anticristo sopla a sus anchas entre los hombres que caminan como muertos en medio de una sociedad anticristiana y antihumana.
Es necesario mirar en el interior de cada uno, para notar cómo disfrazamos nuestras almas cuando acudimos al Templo, y con cuánta necedad nos acercamos a Jesús, sin arrepentimiento, sin deseos de cambiar el corazón, con vanagloria y soberbia, sin darnos cuenta de que a Dios nadie lo engaña, sino que somos nosotros quienes nos engañamos a nosotros mismos.
“El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz”. Para nosotros, que vivimos en las tinieblas de muerte de un mundo sin Dios y anticristiano, también brilla una gran luz, una luz desconocida, sobrenatural, venida del cielo, que sólo puede ser percibida con la luz de la fe, con la pureza y la inocencia que da la gracia de Cristo, y es la luz que brota de
Adoremos a Cristo en
[1] Dionisio el Areopagita, cit. Evdokimov, P., El arte del icono. Teología de la belleza, Publicaciones Claretianas, Madrid 1991, 185.