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martes, 28 de marzo de 2023

“Antes que naciera Abraham, Yo Soy”

 


“Antes que naciera Abraham, Yo Soy” (Jn 8, 51-59). La frase de Jesús se comprende mejor cuando se considera que los judíos, que eran el Pueblo Elegido para ser depositarios de la verdad acerca de Dios, eran la única nación monoteísta, rodeada por pueblos politeístas. Los judíos eran los únicos que creían en Dios Uno, porque Dios así se los había revelado, como también les había revelado el Nombre con el que Dios mismo quería ser llamado: “Yo Soy”. Al decirles Jesús “Antes que naciera Abraham, Yo Soy”, les está diciendo que Él es ese Dios a quien ellos llaman “Yo Soy”. Es decir, Jesús se auto-revela a los judíos como el Dios Uno en el que ellos creían y al que ellos llamaban “Yo Soy”, aunque ahora Jesús completa la auto-revelación de Dios, manifestando a los judíos que Dios es Uno en naturaleza y Trino en Personas, porque Él se declara Dios Hijo de Dios Padre y declara además que Él, Dios Hijo, enviará junto a Dios Padre, a Dios Espíritu Santo, una vez que se haya cumplido su misterio salvífico de Muerte y Resurrección. Es decir, los judíos fueron elegidos para conocer la verdad sobre Dios; en un primer momento, recibieron la revelación de que Dios era Uno y por eso eran el único pueblo monoteísta de la antigüedad, pero cuando reciben la revelación, de parte de Dios en Persona, Jesucristo, de que Dios, además de Uno, es Trino en Personas, entonces rechazan esa revelación, negando la condición divina de Jesús, negando que Jesús sea Dios Hijo, el Hijo de Dios encarnado y negando por lo tanto la revelación que Dios les hace en Persona, de que Dios es Uno y Trino, negando la Trinidad de Personas en el Único Dios verdadero. Esta negación tendrá funestas consecuencias, porque al rechazar la revelación de Jesús como Dios Hijo, lo acusarán falsamente de blasfemia, al hacerse pasar por Dios y lo condenarán a muerte, convirtiéndose así en los viñadores homicidas y dando lugar a que surja un Nuevo Pueblo Elegido, los integrantes de la Iglesia Católica, incorporados a Cristo por medio del Bautismo sacramental.

“Antes que naciera Abraham, Yo Soy”. Si los judíos eran los destinatarios de la revelación completa sobre Dios, Uno y Trino, además de ser los elegidos para recibir a Dios Hijo encarnado, ahora es la Iglesia Católica la que forma el Nuevo Pueblo Elegido, porque es la Iglesia Católica la que cree firmemente en las palabras de Cristo acerca de Dios como la Santísima Trinidad y es la Iglesia Católica la que cree que Cristo, Dios Hijo, se ha encarnado para la salvación de la humanidad. Pero además de esto, es la Iglesia Católica la que proclama que Cristo, Dios Hijo encarnado, prolonga su Encarnación en la Eucaristía, porque cree que Cristo Dios está en Persona en la Eucaristía. Por esto mismo, Jesús nos dice a nosotros, desde la Eucaristía, lo mismo que les dice a los judíos: “Antes que naciera Abraham, Yo Soy”. Como Iglesia Católica, como Nuevo Pueblo Elegido, creemos firmemente que Jesús ES, en la Eucaristía, el Dios que era, que es y que vendrá.


miércoles, 26 de mayo de 2021

Solemnidad de la Santísima Trinidad


 

(Ciclo B – 2021)

         En el Antiguo Testamento, el Pueblo Elegido era el único que poseía la verdad acerca de Dios, puesto que era el único que creía en un Dios Uno, en tanto que la totalidad de los demás pueblos y naciones eran paganos o politeístas. Es decir, los judíos, antes de la llegada Cristo, eran los poseedores acerca de la realidad y de la verdad sobre Dios: era Uno y no muchos dioses, había creado el mundo y había prometido el envío de un Mesías, de un Redentor de la humanidad.

         En la plenitud de los tiempos, cuando se produce la Encarnación del Verbo de Dios en el seno de María Virgen, Jesús revela la Verdad última, plena y total acerca de Dios: no sólo es Dios Uno, sino que además es Trino, puesto que en Él hay Tres Personas distintas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; revela que la Segunda Persona de la Trinidad es Él, que se ha encarnado en una humanidad, la humanidad santísima de Jesús de Nazareth y que por lo tanto Él es el Mesías que Dios Uno había prometido enviar para rescatar a Israel. Jesús revela lo que se consideran “misterios absolutos” de Dios, esto es, que precisamente Dios es Uno y Trino: esto es una verdad que la creatura humana, ni la angélica, puede deducir por sí misma, porque se trata de la constitución última e íntima de Dios, del Ser divino de Dios, que es trinitario, de su naturaleza divina, que es trinitaria. Ni el hombre, ni el ángel, pueden saber, por la sola deducción de sus intelectos, que en Dios Uno hay Tres Personas distintas, iguales en majestad, honor y poder y que no por eso son tres dioses, sino un solo Dios en Tres Personas distintas.

         Es esto lo que Jesús revela, que Dios es Uno y Trino y que Él es la Segunda Persona de la Trinidad, el Hijo de Dios, que se ha encarnado en la naturaleza humana de Jesús de Nazareth y que ha venido para salvar, no solo a Israel, sino a toda la humanidad, de la triple esclavitud en la que está inmersa: el Demonio, el Pecado y la Muerte. Pero como los judíos no tienen la luz del Espíritu Santo, porque rechazan obstinadamente las obras, las enseñanzas y la Persona de Jesús, rechazan también la Divina Revelación que hace Jesús acerca de Dios Trinidad y rechazan también que Jesús sea el Hijo de Dios encarnado y es por eso que lo tratan de mentiroso, de blasfemo, de alguien que ha perdido la razón y es por eso que lo llevan a juicio, un juicio inicuo, porque no encontraron nada malo en Él, ni lo podían encontrar, y lo condenaron a muerte. En otras palabras, el hecho de que nosotros, católicos, sepamos que Dios es Uno y Trino y que la Segunda Persona se ha encarnado en Jesús de Nazareth y que prolonga su Encarnación en la Eucaristía, esas verdades absolutas acerca de Dios y los misterios de su salvación, le costaron la vida y muerte en Cruz a Nuestro Señor Jesucristo.

         Entonces, con la Primera Venida de Nuestro Señor Jesucristo, el Dios Uno de los judíos se auto-revela como Uno y Trino, como Uno en Ser y Naturaleza, pero en Trinidad de Personas, sin ser por ello tres dioses, sino Tres Personas distintas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, todas poseedoras del mismo Ser divino trinitario y la misma naturaleza divina trinitaria. La revelación de Jesús, que es la auto-revelación de Dios en la Persona del Hijo, no solo modifica el conocimiento acerca de Dios, sino que también modifica al Pueblo de Dios, porque a partir de Jesús hay un Nuevo Pueblo Elegido, los bautizados en la Iglesia Católica, que peregrinan por el desierto de la historia humana hacia la Jerusalén celestial. A partir de la revelación de que Dios es Uno y Trino, también el destino del ser humano ha cambiado para siempre: ya no es más la muerte, la desolación y la tristeza, sino que nuestro destino es llegar al seno del Padre, unidos al Hijo, por el Amor del Espíritu Santo.