Mostrando entradas con la etiqueta Segunda Venida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Segunda Venida. Mostrar todas las entradas

viernes, 15 de noviembre de 2024

“Cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca”

 


(Domingo XXXIII - TO - Ciclo B - 2024)

“Cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca” (Mc 13, 24-32). Los discípulos preguntan a Jesús sobre cuándo será la destrucción del templo y en la respuesta Jesús no solo describe las señales que precederán a la destrucción del templo, sino que además habla de su Segunda Venida en la gloria; es decir, en una misma respuesta, revela dos profecías distintas. Por esta razón, hay que diferenciar, en la respuesta, a qué parte de las profecías corresponden cada uno de los sucesos revelados por Jesús. Para algunos estudiosos, Jesús hace una división importante entre los dos hechos: por un lado, el templo sería destruido pero los discípulos tendrían tiempo para escapar gracias a una serie de señales previas a la destrucción; esta primera calamidad, de orden local, de la cual los discípulos podrían escapar “huyendo a otra parte, tendría lugar “antes de que pase esta generación”. Por otro lado, con relación a la Segunda Venida, Jesús no da ninguna información sobre el tiempo de ese suceso, el cual sería repentino e inesperado y no habría señal alguna de aviso. Es por esto que Cristo advierte repetidamente sobre la necesidad de estar siempre preparados: “Estad alertas, velad, porque no sabéis cuándo será el tiempo” (33). Entonces, Jesús da una señal cierta para la destrucción del templo, una indicación de tiempo, “antes de que pase esta generación”, mientras que para la Segunda Venida solo advierte acerca de la necesidad de estar permanentemente preparados –“Estad alertas, porque no sabéis cuándo será el tiempo”- y esto lo hace Jesús para separar bien los dos hechos, la destrucción del templo y la Segunda Venida, porque en la mente de los apóstoles, se asociaba, en forma errónea, la destrucción del templo y el fin del mundo (cfr. 13, 4). De esta manera, Jesús disipa esta confusión y revela con claridad estas dos profecías, la destrucción del templo y la Segunda Venida en la gloria.

Con respecto a la Segunda Venida de Cristo, hay un dato más, que está contenido proféticamente, no en la Sagrada Escritura, sino en el Catecismo de la Iglesia Católica -lo cual significa que para nosotros, los católicos, tiene el mismo nivel de autoridad que la Sagrada Escritura- y ese dato es la Iglesia Católica, fundada por Nuestro Señor Jesucristo, que fue perseguida desde su misma fundación, que fue perseguida a lo largo de los siglos y que sigue siendo perseguida en la actualidad, sufrirá una última persecución sangrienta, y esta última persecución será el preludio que indicará la aparición Anticristo, el vicario de Satanás. El Anticristo perseguirá de forma cruenta a la Iglesia Católica, obligándola a ocultarse en las catacumbas, como al inicio de los tiempos y cuando lo logre, establecerá su propia iglesia, una falsa iglesia católica, una iglesia que parecerá católica externamente, pero que no lo será en su interior porque no tendrá sacramentos, ya que el Anticristo suprimirá el Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa, reemplazándola por una misa falsa y por una eucaristía falsa, reemplazando también a los sacramentos por sacramentos falsos. La eucaristía será falsa, porque algo sucederá con ella: o se cambiarán las palabras de la consagración, con lo cual no habrá Transubstanciación, es decir, conversión del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, o bien se cambiará la materia del sacramento, con lo cual tampoco habrá sacramento válido y esto podría suceder si se implementa uno de los objetivos de la Agenda 2030 que es, por ejemplo, el control total de la política alimentaria, para no solo determinar qué cantidad de alimento consumirá cada individuo -tal como se hace en los países comunistas en la actualidad-, sino también para determinar qué tipo de alimento modificado consumirá la población, que es lo que están intentando hacer, como por ejemplo, las harinas de insectos, las cuales pretenden que reemplacen a la harina de trigo: si en un hipotético caso, no se produjera más harina de trigo en el futuro y esta harina de trigo fuera reemplazada en su totalidad por la harina de insectos, y la eucaristía se confeccionara con este tipo de harina, con harina de insectos, como la harina de insectos que ya se vende en supermercados la Unión Europea, de Estados Unidos, de Rusia y de China, esta eucaristía no sería nunca el Cuerpo de Cristo, porque para que sea Cuerpo de Cristo, se necesita que sea harina de trigo. Esta es la razón última por la cual están tan empecinados en reemplazar a la harina de trigo por la harina de insectos: para que no se pueda confeccionar el Sacramento de la Eucaristía y esto será obra del Anticristo. También cambiará la Ley de Dios y eliminará el pecado, estableciendo falsamente que el pecado ya no existe más, llamando “derecho humano” a lo que antes se llamaba “pecado”, como por ejemplo ya se llama ahora, en la legislación civil, al aborto: en nuestro país, la ley que permite el aborto establece que el aborto es un “derecho humano”, cuando en realidad es un asesinato. La profecía sobre el reinado del Anticristo y la última persecución a la Iglesia Católica se enuncia así en el Catecismo, en su número 675, en el apartado titulado “La última prueba de la Iglesia”: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cfr. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cfr. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cfr. 2 Ts 2, 4-12; 1 Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)”. Entonces, según el Catecismo, la Iglesia Católica sufrirá una última persecución sangrienta, antes de la Segunda Venida de Cristo; se suprimirá la Santa Misa, el Santo Sacrificio del Altar, dando cumplimiento a la profecía de Daniel; al mismo tiempo se impondrá la adoración obligatoria de un ídolo pagano, un falso dios, un demonio oculto en un fetiche idolátrico, la “abominación de la desolación”; el Anticristo declarará que lo que la Iglesia Católica consideraba como “pecado” ahora ya no lo es más, porque de ahora en más es “derecho humano”, algo de lo cual lo estamos padeciendo en nuestro país, a partir de la aprobación de la ley genocida del aborto, que declara al aborto, al asesinato del niño por nacer, como un “derecho humano”[1] (dicho sea de paso, esta ley infernal está provocando un verdadero holocausto a Moloch, el demonio al cual se le ofrecen niños en el Antiguo Testamento: según datos oficiales, solo en el sector público, se produjeron 250.000 abortos o asesinatos de niños por nacer, llamados eufemísticamente “IVE”, “Interrupción voluntaria del Embarazo” o también “ILE”, “Interrupción Legal del Embarazo”; si a esto le sumamos el sector privado, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que desde la implementación de esta nefasta ley, desde el año 2021, en solo tres años, han sido masacrados 500.000 niños argentinos y la cuenta sigue subiendo. Esto es algo que provoca la Justa Ira de Dios, porque cada niño es una obra maestra de sus manos, que es masacrada y destrozada por el hombre, a través del aborto y que por el aborto, el hombre, en este caso nosotros, los argentinos, nos atraemos el Justo Juicio y Castigo Divinos). Al surgimiento del Anticristo como falso mesías le seguirá un abandono masivo de la verdadera fe católica, fenómeno que se conoce como “apostasía”, caracterizado por el rechazo al Verdadero y Único Cristo, el Cristo Eucarístico y a esta apostasía la caracterizará la adoración falsa a la tríada satánica de la Nueva Falsa Iglesia formada por el Anticristo, la Bestia y el Dragón. Todo esto es lo que profetiza Jesús que sucederá antes de su Segunda Venida en la gloria.

Entonces, de las dos profecías reveladas por Jesús, se cumplió la primera, la relativa a la destrucción del templo, cuando este fue arrasado por las tropas del emperador romano en el año 70 d. C., por lo cual queda por cumplirse la segunda profecía, relativa a la Segunda Venida en la gloria de Nuestro Señor Jesucristo, cuando vendrá a juzgar a vivos y a muertos, sentenciando a unos al horror eterno del Infierno y a otros, a la eterna felicidad en el Reino de los cielos. Es para esta Segunda Venida, para la cual debemos estar “vigilantes, atentos, con las túnicas ceñidas y las lámparas encendidas”, porque nadie sabe cuándo será el Día de la Ira del Señor.

 

        

 


martes, 24 de octubre de 2023

“Dichoso el criado a quien su señor, al regreso, lo encuentre en vela”


 

“Dichoso el criado a quien su señor, al regreso, lo encuentre en vela” (Lc 12, 35-38). Para entender el dicho de Jesús, debemos tener en cuenta que los elementos naturales se tienen que reemplazar por los sobrenaturales. Así, el señor que regresa, es Nuestro Señor Jesucristo, quien regresa, ya sea el día en el que debemos partir de esta vida a la otra, o que regresa en su Segunda Venida en la gloria; el criado es el alma del bautizado, que debe estar “en vela”, es decir, no durmiendo, sino en estado de vigilia, esperando precisamente el regreso de su señor. Esto quiere decir que todo cristiano tiene que estar preparado para el día en el que deba partir de esta vida a la otra, es decir, debe estar preparado para la muerte, para poder afrontar el severo juicio del Justo Juez, quien juzgará sus obras personales en lo que el Catecismo llama “Juicio Particular”, juicio de cuya sentencia depende nuestro destino eterno, cielo o infierno, siendo el purgatorio la antesala del cielo, y juicio cuyo resultado será ratificado, es decir, no será modificada la sentencia, en el Día del Juicio Final. “Estar en vela”, significa que el alma debe estar en gracia, por la recepción de la gracia santificante a través de la Confesión Sacramental y la Eucaristía; “estar en vela”, además, significa tener las manos llenas de obras de misericordia, de manera que Nuestro Señor Jesucristo pueda decir a dicha alma: “Ven, bendito de mi Padre, al Reino que está preparado para ti”.

Que nuestra Madre del Cielo interceda para que no caigamos en el sueño de la falta de fe, de la ausencia de la gracia, de la carencia de obras de misericordia, para que estemos en grado de salir al encuentro de Nuestro Señor cuando Él nos llame ante su Presencia.

martes, 29 de agosto de 2023

“Estén preparados, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor”

 


“Estén preparados, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor” (cfr. Mt 24, 42-51). Jesús nos advierte acerca de la necesidad de “estar preparados” para el “regreso del Señor”, porque no sabemos “qué día” vendrá. De acuerdo a la advertencia de Jesús, debemos preguntarnos, ante todo, en qué consiste el “estar preparados” y lo podemos hacer reflexionando sobre los ejemplos que da Jesús: por un lado, un servidor fiel a su amo, que cumple con el mandato de misericordia de su señor, “dándoles de comer a tiempo a la servidumbre”; aquí, el servidor fiel es el alma que se esfuerza por vivir en gracia, obrando la misericordia a pesar de sus propias miserias, confiando en la Divina Misericordia.

El otro ejemplo que da Jesús es el del servidor malvado, orgulloso y sobre todo desobediente que, pensando que su señor va a tardar en regresar, obra el mal: es violento, se embriaga y se entrega a los vicios carnales. Para esta clase de almas, que eligen el pecado y el servir a Satanás y no a Dios, la llegada de Nuestro Señor Jesucristo no será suave; para quienes eligieron obrar el mal y no la misericordia, obtendrán por la eternidad aquello que eligieron en el tiempo; si en el tiempo eligieron servir a Satanás, en el Día del Juicio Final serán arrojados al Infierno, en donde tendrán para siempre aquello que eligieron en la vida terrena, el mal en persona, Satanás, y el mal como lugar en el que sufrirán en cuerpo y alma por la eternidad y es a esto a lo que Jesús se refiere cuando dice que allí será “el llanto y rechinar de dientes”.

“Estén preparados, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor”. Cada día que pasa, cada hora que pasa, cada minuto, cada segundo del tiempo que transcurre en la vida terrena, es un día, una hora, un minuto, un segundo menos, que nos separan del Día del Juicio Final. Puesto que, como dice Jesús, no sabemos qué día vendrá Él, para juzgar a vivos y muertos, debemos estar preparados para su Segunda Venida.

martes, 8 de noviembre de 2022

“Muchos vendrán usando mi Nombre diciendo: “Yo Soy”, no los sigáis”

 


(Domingo XXXIII - TO - Ciclo C – 2022)

          “Muchos vendrán usando mi Nombre diciendo: “Yo Soy”, no los sigáis” (Lc 21, 5-19). Jesús nos revela una de las señales que, cuando aparezca, indicará que su Segunda Venida está cerca: la aparición de falsos cristos. Lo que nos quiere decir Jesús es que estos falsos cristos aparecerán antes de la Segunda Venida de Cristo en la gloria; luego aparecerá el Anticristo, implementará su reinado de terror infernal y luego será precipitado al Infierno junto al Demonio, al Falso Profeta y a la Bestia, por Cristo.

          Con relación a esta señal, la aparición de falsos cristos, si nos llevamos solo por lo que está pasando, podemos decir que esta señal ya está presente. En nuestros días, han aparecido una innumerable cantidad de falsos cristos, que se presentan a sí mismos diciendo: “Yo Soy el Cristo”, pero todos son falsos; estos falsos cristos anteceden a la aparición del Anticristo. Algunos de estos cristos falsos son: el cristo de los protestantes, el cristo del Islam,; los cristos de las sectas, como por ejemplo, Sergei Torop, arrestado en Siberia por daños psicológicos y físicos, que tenía y tiene miles de seguidores y decía ser la reencarnación de Cristo[1]; David Koresh, el fundador de la secta de los davidianos, que finalizó en una tragedia, con la muerte de casi treinta niños y cincuenta adultos; el fundador de la secta Templo del Pueblo, el auto-proclamado pastor Jim Jones, que provocó un asesinato o un suicidio masivo en Guyana[2]; el fundador de la secta “Creciendo en gracia”, José Luis de Jesús Miranda, que decía ser tanto Cristo como el Anticristo y se identificaba con el número 666[3]; el fundador de la secta “Nxvim”, Keith Rainiere, en México, quien también afirmaba ser cristo[4]; el cristo o mesías del judaísmo, como el que ha aparecido en estos días en Israel, un rabino llamado Shlomo Yehuda, al que le atribuyen decenas de curaciones milagrosas[5], sostenido política y religiosamente por el Sionismo Religioso, partido político de rabinos ultraortodoxos judíos[6]. Como estos ejemplos, podríamos continuar casi al infinito, exponiendo los casos de quienes se presentan como “otros cristos”, todo lo cual nos da una señal que indica que se está llevando a cabo una de las señales dada por el mismo Cristo en Persona y que indicarían que su Segunda Venida está cerca y es precisamente la aparición de falsos cristos.

          “Muchos vendrán usando mi Nombre diciendo: “Yo Soy”, no los sigáis”. Para no caer en el engaño de los falsos cristos y del Anticristo, debemos saber que el Verdadero y Único Cristo es el Cristo de la Iglesia Católica, el Cristo Eucarístico, la Segunda Persona de la Trinidad, encarnada en la humanidad de Jesús de Nazareth, que continúa y prolonga su Encarnación en la Eucaristía. El que no conozca a Cristo en la Eucaristía, será engañado por el Anticristo, de ahí la necesidad imperiosa, urgente, de hacer adoración eucarística, de rezar el Santo Rosario, de hacer penitencia, para que la luz de la gracia, la luz del Espíritu Santo, nos ilumine el intelecto y el corazón y nos de el verdadero conocimiento del verdadero Cristo, para no ser engañados por los falsos cristos y sobre todo, por el Anticristo. Es urgente e imperiosa la conversión eucarística del alma, la conversión del corazón y del ser al Verdadero y Único Cristo, el Cristo Eucarístico.

miércoles, 12 de octubre de 2022

“Cuando vuelva el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?”

 


(Domingo XXIX - TO - Ciclo C – 2022

         “Cuando vuelva el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (Lc 18, 1-8). Con su pregunta, Jesús nos lleva a considerar dos temas centrales de nuestra fe católica: el primero, es la cuestión de su Segunda Venida en la gloria, al fin del mundo; el segundo, es el estado de apostasía generalizada y universal en el que se encontrará la Iglesia Católica precisamente antes de su Segunda Venida.

         Que Jesús ha de venir al fin del tiempo, en el Día del Juicio Final, para juzgar a vivos y muertos, para dar a los buenos el Reino de Dios y a los malos el Infierno eterno, es una verdad de fe, un dogma de nuestra fe, dogma sin el cual nuestra fe se adultera a tal punto de convertirse en otra fe distinta, que no es la católica. En el Día del Juicio Final, Jesús vendrá, pero no como la Primera Vez, en el silencio y en el desconocimiento casi absoluto de su Venida: cuando venga como Justo Juez, será visto por todas las naciones de la tierra, por toda la humanidad de todos los tiempos, desde Adán y Eva hasta el último ser humano que haya nacido en el tiempo; es decir, será visto por todos los hombres y todos los hombres comparecerán ante Él y será Él, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, quien dará a cada uno lo que cada uno libremente mereció con sus obras libremente realizadas: para los que obraron el bien y murieron en gracia, les dará el Reino de Dios, para siempre; para los que obraron el mal y murieron en pecado mortal, los arrojará al Reino de las tinieblas, el  Infierno, también para siempre. Ahora bien, antes de su Segunda Venida, nos enseña el Catecismo que reinará sobre toda la humanidad, mediante un Gobierno Mundial y una única Religión Mundial falsa, el Anticristo, quien instaurará su dictadura de terror y de maldad hasta que Nuestro Señor Jesucristo lo derribe con un soplo de su boca.

         El otro aspecto que se nos presenta para la reflexión es el estado espiritual de la Iglesia Católica, la única iglesia verdadera del Único Dios verdadero: la pregunta de Jesús acerca de si Él encontrará fe sobre la tierra, anticipa y profetiza la apostasía generalizada y universal de la Iglesia Católica al momento de su Segunda Venida, apostasía que se caracterizará no por una falta de fe, sino por una fe adulterada, invertida, en la que los católicos que se dejen engañar, adorarán a un falso cristo, el Anticristo, quien se hará pasar por Cristo y la apostasía se caracterizará además no por el abandono de la Iglesia, sino por la construcción de una falsa iglesia católica, que quitará todo lo sobrenatural y divino de la verdadera iglesia católica y la reemplazará por una iglesia católica falsa, guiada por el Falso Profeta, una iglesia que negará todo lo sobrenatural, los milagros de Jesús y sobre todo negará la Presencia real, verdadera y substancial de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía, además de caracterizarse por la despreocupación de la salvación eterna de las almas, por la ausencia de la prédica sobre los Mandamientos de Dios y la necesidad de observarlos para no caer en el Infierno y por un falso ecumenismo, por una idolatría neo-pagana -como la Pachamama- y por pretender complacer al mundo y no a Dios, por lo que será esta falsa iglesia una esclava no de Dios sino de Satanás, y hará todo lo posible para cumplir la denominada “Agenda 2030”, en la que el aborto, la eutanasia, el libertinaje sexual y el pecado en general, serán vistos como buenos y como queridos por Dios, lo cual constituye un pecado de enorme blasfemia, porque Dios no puede nunca querer positiva y explícitamente el mal para sus hijos.

“Cuando vuelva el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?”. Si no frecuentamos los Sacramentos, sobre todo la Confesión sacramental frecuente y la Sagrada Eucaristía al menos los días de preceptos; si no hacemos adoración eucarística, si no rezamos el Santo Rosario todos los días, no tendremos la luz divina necesaria para distinguir al Anticristo del verdadero Cristo y seremos engañados por la tríada satánica, la Bestia, el Anticristo y el Falso Profeta. Frecuentemos los Sacramentos, hagamos oración, penitencia y obras de misericordia, para no dejarnos engañar por el Anticristo y así, cuando regrese Cristo por Segunda Vez, lo reconoceremos y, por su infinita misericordia, seremos contados entre los que salvarán sus almas para la eternidad en el Reino de Dios.

lunes, 1 de agosto de 2022

“Estad preparados para la Segunda Venida”

 


(Domingo XIX - TO - Ciclo C – 2022)

          “Estad preparados para la Segunda Venida” (cfr. Lc 12, 32-48). Para describir cómo será la Segunda Venida del Hijo del hombre en la gloria, para juzgar al mundo, Jesús utiliza la imagen de un dueño de casa que parte para una fiesta de bodas y que regresará ya bien entrada la noche, por la madrugada, sin especificar a qué hora va a regresar. Lo que es cierto es que regresará; lo que es cierto es que regresará cuando ya sea la noche oscura; pero lo que nadie sabe es cuándo regresará. Parte de la imagen que utiliza Jesús es la de los servidores de este dueño de casa: puesto que su amo ha partido dejando dicho que regresará, pero sin especificar la hora, los servidores deben estar atentos a su llegada, es decir, no deben ponerse a dormir, ni a comer, ni a distraerse, y mucho menos a emborracharse; deben estar “con las túnicas ceñidas, con las lámparas encendidas y a la espera vigilante del regreso de su señor”. Sólo así el dueño de casa, cuando regrese, recompensará a los buenos servidores, pero a los malos servidores, a los que no lo esperaron a su regreso, a los que se dedicaron a emborracharse, a pelear con los demás y a dormir, a esos los castigará.

          Para entender esta imagen utilizada por Jesús, la del amo y dueño de casa y la de los servidores buenos y malos, debemos reemplazar los elementos naturales por los sobrenaturales.

          Así, el dueño de casa, el amo, el propietario, que parte hacia un destino desconocido para luego regresar a altas horas de la madrugada, es Jesús, quien en cuanto Dios, es Rey de reyes y Señor de señores, es el Dueño y el Amo de todo el universo, visible e invisible; el viaje que emprende es su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión al cielo, es decir, su misterio pascual salvífico de Muerte y Resurrección; su regreso es su Segunda Venida en la gloria; la hora de la noche en la que regresa, representa a un momento particular de la historia humana, en la que los hombres estarán envueltos en las tinieblas espirituales más profundas y oscuras que jamás haya conocido el hombre; la noche representa el dominio sobre la humanidad del Demonio y del Anticristo, profetizado en el Catecismo de la Iglesia Católica: “Antes de la Segunda Venida del Señor, reinará el Anticristo, quien será seguido por las multitudes, al precio de la apostasía de la Verdad”; las tinieblas cósmicas de la noche representan las tinieblas de los católicos que se dejarán engañar por el Falso Profeta, por el Dragón y por el Anticristo, la tríada infernal que gobernará a la humanidad con mano de hierro hasta la llegada triunfal de Cristo; los servidores buenos, los que esperan el regreso de su señor, representan a los católicos que viven su fe y la practican, aun cuando son conscientes de sus debilidades, de sus errores, de sus pecados: la túnica ceñida significa trabajo y en este caso, es el católico que trabaja para la Iglesia Católica, para que sus hermanos salven sus almas por medio de la gracia que conceden los sacramentos; la vela encendida significa la luz de la fe y de la gracia de Cristo, que ilumina las mentes y los corazones de los que aman al Señor Jesucristo y por lo tanto, iluminados de esa manera, no son engañados ni por el falso ecumenismo, ni por las herejías, ni por las falsas enseñanzas del Falso Profeta, puesto que son iluminados por la luz del Espíritu Santo, Espíritu de ciencia y de sabiduría divina; los malos servidores son los católicos que literalmente están dormidos en su fe, que no creen, ni esperan, ni aman ni adoran a Jesús en la Eucaristía y que no creen y tampoco les importa, que Jesús haya venido por Primera Vez para ofrendar su vida por el rescate de la humanidad y tampoco les importa que ha de regresar por Segunda Vez en la gloria, para juzgar a la humanidad en su totalidad, concediendo a los buenos el Reino de Dios y a los malos el Reino de las tinieblas, el Infierno eterno.

          “Estad preparados para la Segunda Venida”. Como dice Santa Teresa de Ávila, es hora de despertar y no de dormir, espiritualmente hablando, porque el Amor no es amado y porque cada día que pasa, está más cerca la Segunda Venida en la gloria del Señor Jesús, pero también está más cerca el reinado de horror y tinieblas del Anticristo. Solo el que esté con la túnica ceñida, con las velas encendidas y en espera atenta y vigilante a la Llegada del Señor Jesús, podrá soportar la dictadura del Anticristo, para luego recibir como premio inmerecido el Reino eterno de la Santísima Trinidad.

domingo, 21 de noviembre de 2021

Adviento, tiempo de preparación para el encuentro con el Señor Jesús y para participar, por el misterio de la liturgia, de su Primera Venida

 


(Domingo I - TA - Ciclo C - 2021 – 2022)

         La Iglesia inicia un nuevo ciclo litúrgico con el comienzo del tiempo del Adviento. El color propio de ese tiempo es el morado, símbolo de penitencia y es el equivalente al año nuevo civil; es, por así decir, el “año nuevo” eclesiástico. Pero esto no es lo más importante del Adviento: lo más importantes es que se trata de un tiempo de gracia especial, que nos prepara espiritualmente para dos eventos: por un lado, para participar, por medio del misterio de la liturgia eucarística, de la Primera Venida del Redentor y por otro lado, para prepararnos, espiritualmente, para su Segunda Venida en la gloria de Nuestro Señor Jesucristo. El Adviento es, en esencia, un tiempo especial de gracia para que nos preparemos, como Iglesia y como bautizados, para estas dos Venidas de Jesús.

         El Adviento es entonces, esencialmente un tiempo de preparación para el encuentro personal con Jesús en la Segunda Venida, su venida en gloria, que sucederá en el Día del Juicio Final –y también en el día de nuestro Juicio Particular- y es tiempo de preparación para participar de la Primera Venida, su Venida en carne, en una gruta de Belén. Las dos primeras semanas del Adviento están dedicadas para meditar y reflexionar acerca de la Segunda Venida de Jesucristo, y es por eso que debemos detenernos brevemente en su consideración: por un lado, en su realidad y verdad: los cristianos católicos creemos que el Mesías ya vino por Primera Vez en Belén y creemos que ha de venir, por Segunda Vez, en la gloria. Es decir, a diferencia de los judíos, que todavía están esperando la venida del Mesías –en realidad ya vino, pero ellos lo negaron y lo crucificaron-, nosotros creemos que ya vino, murió en la cruz, resucitó y está en el Cielo y en la Eucaristía y ha de volver al fin del tiempo, en el Día del Juicio Final. El otro aspecto que debemos considerar acerca de la Segunda Venida es en qué es lo que sucederá cuando Él venga glorificado: no vendrá como el Jesús Misericordioso, dulce y paciente, que nos espera con amor que nos decidamos a convertirnos: vendrá como Justo Juez y todos habremos de comparecer ante Él y a cada uno de nosotros, Nuestro Señor nos pedirá cuentas acerca de si hicimos fructificar o no los talentos que Él nos dio. En ese Día, Jesús nos pedirá cuentas sobre los dones -naturales y sobrenaturales-, talentos y gracias que Él nos concedió, como por ejemplo, el ser, en la concepción y luego la vida y la existencia; nos pedirá cuentas de los dones sobrenaturales que nos concedió, empezando por el Bautismo, que nos convirtió en hijos adoptivos de Dios; nos pedirá cuentas de cada Eucaristía recibida; nos pedirá cuentas de la Confirmación, que nos convirtió en templos del Espíritu Santo; nos pedirá cuentas de las confesiones sacramentales recibidas. En el Día del Juicio Final, Nuestro Señor Jesucristo nos pedirá cuentas sobre cómo usamos estos bienes, si los hicimos fructificar en frutos de santidad, o si los enterramos, sin dar frutos de santidad, como el servidor malo y perezoso de la parábola de los talentos. En relación a los dones sobrenaturales recibidos, un ejemplo puede ser la Comunión Eucarística y así Jesús nos dirá: “En cada Comunión, Yo te di mi Corazón; en cada Comunión, Yo te di mi Amor, el Espíritu Santo. ¿Fuiste capaz de devolver ese amor en obras de misericordia?”. Y así, con cada talento, con cada don, con cada sacramento recbido. Por esto mismo, es que debemos, en estas dos primeras semanas de Adviento, reflexionar acerca de la realidad y la verdad de la Segunda  Venida y también reflexionar en cuáles son los dones y talentos que Jesús nos concedió y luego, decidirnos a ponerlos en práctica, si aún no lo hicimos, para así empezar a dar frutos de santidad, con lo cual podremos comparecer con el corazón en paz y el alma en gracia ante el Justo Juez.

         Ahora bien, dijimos que el Adviento es tiempo de prepararnos para participar, por medio del misterio de la liturgia eucarística, de la Primera Venida de Jesús, en el Pesebre de Belén, en la Noche de Navidad, que es algo más profundo y misterioso que simplemente decir que “nos preparamos para Navidad”. Las dos últimas semanas de Adviento, están dedicadas a esta preparación y la forma de hacerlo es meditar en la Encarnación del Verbo por obra del Espíritu Santo y en su Nacimiento virginal en Belén, pero también meditar en el hecho de que por el misterio de la liturgia eucarística, somos hechos partícipes, de modo misterioso y sobrenatural, de este evento, el de la Encarnación del Verbo y su Nacimiento milagroso y virginal en el Portal de Belén. En otras palabras, no solo debemos meditar en la Primera Venida, sino que debemos tener presente que, por la Eucaristía, participamos del evento de la Encarnación y Nacimiento virginal del Verbo de Dios y es para esto para lo cual debemos prepararnos, pidiendo la gracia y la asistencia del Espíritu Santo, porque sólo con su luz divina podemos al menos contemplar estos sagrados misterios. Aprovechemos entonces el tiempo litúrgico del Adviento, para preparar nuestros corazones para el encuentro definitivo con Jesús en el Juicio Final y para participar, por el misterio de la liturgia, de su Primera Venida en Belén.

 


sábado, 20 de noviembre de 2021

“Verán al Hijo del hombre venir con gran poder y gloria”

 


“Verán al Hijo del hombre venir con gran poder y gloria” (Lc 21, 20-28). Jesús profetiza acerca de la destrucción de Jerusalén, lo cual sucedió en el año 70 de la era cristiana, pero también profetiza acerca de su Segunda Venida y aunque no dice “cuándo” sucederá, porque será un evento inesperado, repentino, que sucederá de improviso y que tomará a la humanidad desprevenida, porque hasta ese momento la humanidad vivirá sumergida en el pecado, “como si Dios no existiera” y es por eso que el regreso de Jesús la tomará de sorpresa.

Existen grandes diferencias entre la Primera y la Segunda Venida, las cuales serán muy distintas: la Segunda Venida será en “gran poder y gloria”, es decir, no vendrá más en carne, en la humildad y sencillez de nuestra naturaleza humana, como en la Primera Venida, sino que vendrá glorioso y resucitado, acompañado de legiones innumerables de ángeles a sus órdenes; no vendrá en el silencio y el desconocimiento de la casi totalidad de la humanidad, como en la Primera Venida, sino que será contemplado por toda la humanidad de todos los tiempos, desde Adán y Eva hasta el último hombre nacido en el Último Día; no vendrá como el Jesús dulce y misericordioso de la Primera Venida, que con paciencia espera a que le hagamos el favor –por así decir- de convertirnos y salir del pecado para comenzar a vivir en gracia, sino que vendrá como Justo e Implacable Juez, que dará a cada uno lo que cada uno mereció libremente con sus obras: a los malos, a los que lo rechazaron y eligieron el pecado, les dará el horror eterno del reino de las tinieblas, el Infierno y a los buenos, a los que eligieron la gracia y lo reconocieron en la Eucaristía y en el prójimo, les dará la alegría eterna del Reino de los cielos.

“Verán al Hijo del hombre venir con gran poder y gloria”. No sabemos si estaremos en esta vida terrena cuando suceda la Segunda Venida en la gloria, pero independientemente de eso, seremos espectadores de la misma, porque todos compareceremos ante el Justo Jueza, en el Día del Juicio Final. Es para el Día del Juicio Final, el Día de la Ira de Dios, para el que debemos estar preparados, vigilantes, con las túnicas ceñidas y las lámparas encendidas, para así salir al encuentro de Nuestro Señor cuando llegue, para que Él nos conduzca, de las tinieblas de esta vida terrena, a la luz eterna del Reino de los cielos.

jueves, 18 de noviembre de 2021

“Muchos vendrán en Mi Nombre, no los sigáis”

 


“Muchos vendrán en Mi Nombre, no los sigáis” (cfr. Lc 21, 5-11). Le preguntan a Jesús cuándo será la destrucción del templo y Jesús responde profetizando acerca de dos eventos: de la destrucción del templo y de su Segunda Venida en la gloria. En relación a la destrucción del templo, la respuesta que da Jesús es “antes de que pase esta generación” y eso efectivamente se cumplió, pues el templo y Jerusalén fueron arrasados por las tropas del general romano Tito en el año 70 d. C. Con respecto a la Segunda Venida, da varias señales, como un eclipse solar y lunar –podría ser el efecto secundario de una guerra mundial termonuclear, que ocultaría la luz del sol y de la luna por la acumulación en la atmósfera de residuos atómicos-, además de terremotos, hambrunas, guerras, pestes. Pero hay un dato más que da Jesús y es para que estemos alertas acerca de la proximidad de su Segunda Venida y es la aparición de falsos mesías, de falsos cristos, lo cual está sucediendo en la actualidad. Por ejemplo, en Ucrania, Serguei Torop, fundador de la secta “Ciudad del sol”, se proclamaba ser la “reencarnación” (sic) de Jesús[1]; otro caso es el del fundador de la secta Moon; otro caso es el del fundador de una secta en Centroamérica, llamada “Creciendo en gracia” y cuya identificación es un tatuaje en la piel del número 666: el fundador de esta secta, llamado José Luis de Jesús Miranda, se autoproclamaba ser el Hijo de Dios, además de ser inmortal, aunque luego falleció por cáncer y no hay noticias de que haya resucitado[2]; otro caso es el del cristo de la Nueva Era, un cristo que, según los adeptos de esta secta, se encuentra en una nave espacial, al mando de una flotilla de naves alienígenas, a la espera de descender a la tierra en el momento oportuno. Y así, la lista de falsos cristos puede extenderse casi al infinito.

Pero a esta larga lista de falsos cristos, le sucederá un último falso cristo, el último de todos, el que precederá inmediatamente a la Segunda Venida del Verdadero Cristo y será el Anticristo por antonomasia; será el Anticristo último, un ser humano poseído por Satanás, que será el vicario de Satanás y cuya maldad excederá inimaginablemente a sus predecesores. El último Anticristo hará falsos prodigios, falsos milagros y así logrará confundir a muchos; suprimirá el Santo Sacrifico del Altar, la Santa Misa; suprimirá la Eucaristía porque dirá que ya no hace falta alimentarse con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, porque él ya está entre nosotros; en lugar del Sacrificio del Altar y en lugar de la Eucaristía, entronizará la “abominación de la desolación”, un ídolo demoníaco, al cual hará adorar por la fuerza a todos los hombres; además, se entronizará a sí mismo como si fuera Dios y hará que todos reciban la marca de la Bestia –la Masonería-, marca sin la cual “nadie podrá comprar ni vender”, como lo dice el Apocalipsis y como parece ser un antecedente el Pasaporte Sanitario.

“Muchos vendrán en Mi Nombre, no los sigáis”. El Único y Verdadero Cristo es el Hijo de Dios encarnado, que murió en la cruz y resucitó y reina en los cielos eternos con el Padre y el Espíritu Santo y que reina en los corazones de los que creen en Él y lo aman en su Presencia Eucarística. Cualquier otro Cristo es un falso cristo y jamás debe ser seguido.

domingo, 7 de noviembre de 2021

“Cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca”

 


(Domingo XXXIII - TO - Ciclo B – 2021)

“Cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca” (Mc 13, 24-32). Esta respuesta es formulada por Jesús en respuesta a la pregunta de los discípulos acerca del tiempo de la destrucción del templo y en ella Cristo describe las señales que han de preceder a ese suceso y habla también de la Segunda Venida del Hijo del hombre, es decir, trata en la profecía acerca de dos temas distintos. Lo que se debe dilucidar es qué parte de las profecías corresponde a cada uno de los sucesos. Según algunos exégetas, Cristo hace una importante distinción entre ambos sucesos. La destrucción del templo será precedida por señales que servirán de aviso a los discípulos para escapar del inminente desastre. Esta calamidad local, de la que podían escapar huyendo a otra parte, tendría lugar “antes de que pase esta generación”. En cambio, Cristo no da ninguna información sobre el tiempo de la Venida del Hijo del hombre, suceso el cual sería repentino e inesperado y no habría señal alguna de aviso. Es por este motivo que Jesús llama a estar constantemente preparados: “Estad alertas, velad, porque no sabéis cuándo será el tiempo” (33). Si bien Cristo no reveló el tiempo de su Segunda Venida, sus palabras proporcionan suficiente información para poner en guardia a los discípulos contra una posible identificación de este suceso con la época de la destrucción de Jerusalén, ya que en sus mentes estaban estrechamente asociados la destrucción del templo y el fin del mundo (cfr. 13, 4). Cristo, al insistir en que la fecha de la parusía era incierta, declarando al mismo tiempo que la destrucción del templo tendría lugar antes de que “pasara esta generación” y al prescribir además las diferentes actitudes que sus seguidores habían de adoptar en relación con tales sucesos, se proponía disipar la confusión en las mentes de los apóstoles. La profecía entonces comprende un doble tema, la destrucción del templo y la Segunda Venida en la gloria.

Hay un dato más, contenido proféticamente en el Catecismo de la Iglesia Católica, en lo que se refiere a la Segunda Venida de Cristo, y es que, antes de esta Segunda Venida, se producirá la última persecución sangrienta contra la Iglesia Católica, luego de lo cual será entronizado el Anticristo, el vicario de Satanás, quien establecerá, en la falsa iglesia, que el pecado ya no existe más y que lo que antes era pecado, ahora es un “derecho humano”. Dice así el Catecismo, en su número 675, en el apartado titulado “La última prueba de la Iglesia”: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cfr. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cfr. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cfr. 2 Ts 2, 4-12; 1 Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)”. Entonces, según el Catecismo, antes de la Segunda Venida de Cristo, la Iglesia Católica, la Esposa Mística del Cordero, la Única Iglesia Verdadera del Único Dios Verdadero, será perseguida; se suprimirá el Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa –según la profecía de Daniel-, se establecerá la “abominación de la desolación”, es decir, además de la supresión de la Eucaristía, se adorará a un ídolo pagano, un falso dios, un demonio oculto en un fetiche idolátrico; el Anticristo declarará que el pecado ya no es más pecado y que todo lo que el catolicismo consideraba pecado, ya no lo es más, porque será entonces un “derecho humano” y algo de esto lo estamos padeciendo en nuestro país, a partir de la aprobación de la ley genocida del aborto, que declara al aborto, al asesinato del niño por nacer, como un “derecho humano”, tal como lo establece el Anticristo. El seguimiento del Anticristo tendrá como consecuencia el abandono de la fe en forma masiva, lo cual se llama “apostasía” y esta apostasía será consecuencia del rechazo del Verdadero Cristo, el Cristo Eucarístico, que en cuanto Dios es la Verdad Increada en Sí misma, al mismo tiempo que implicará la adoración a la tríada satánica, que se establecerá en la Nueva Falsa Iglesia: el Anticristo, la Bestia y el Dragón. Todo esto es lo que profetiza Jesús que sucederá antes de su Segunda Venida en la gloria.

Ahora bien, de estas dos profecías, la primera ya se cumplió en el año 70 d. C., con la destrucción del templo por parte de las tropas del emperador romano; queda en pie el cumplimiento de la segunda profecía, la de la Segunda Venida en la gloria de Nuestro Señor Jesucristo, cuando vendrá a juzgar a vivos y a muertos, sentenciando a unos al horror eterno del Infierno y a otros, a la eterna felicidad en el Reino de los cielos. Es para esta Segunda Venida, para la cual debemos estar “vigilantes, atentos, con las túnicas ceñidas y las lámparas encendidas”, porque nadie sabe cuándo será el Día de la Ira del Señor.

 

 


sábado, 6 de noviembre de 2021

“Donde hay un cadáver, se juntan los buitres”

 


“Donde hay un cadáver, se juntan los buitres” (Lc 17, 26-37). Jesús revela qué es lo que sucederá en los tiempos inmediatos precedentes a su Segunda Venida en la gloria: en síntesis, será de tal manera tan inesperada su Segunda Venida, que la humanidad entera vivirá “naturalmente”, como si Dios no existiera, como si Dios no fuera nunca a volver para juzgar a vivos y muertos. Para dar una idea del estado de la humanidad antes de su Venida en la gloria, Jesús cita la época del diluvio y la destrucción de Sodoma y Gomorra: en ninguno de estos casos se esperaba el Juicio de Dios y el Juicio de Dios llegó en forma de agua y de fuego. De la misma manera sucederá en la Segunda Venida de Jesús: la humanidad estará inmersa en el pecado y sin pensar siquiera en Dios y es entonces cuando Jesús vendrá por Segunda Vez. Pero a esta Venida se le agrega algo o alguien que no estaba presente en tiempos de Noé y de Lot: el Anticristo, señalado por Cristo como el “cadáver”, y sus falsos profetas, los “buitres” que se reúnen en torno al cadáver: “Donde hay un cadáver, se juntan los buitres”. ¿Por qué el Anticristo es descripto con la figura de un cadáver? Porque el Anticristo está muerto espiritualmente. En otras palabras, el cadáver, desde un punto de vista espiritual, es el Anticristo, un hombre, una persona humana, que no solo no posee la gracia santificante y por eso está muerto espiritualmente, sino que además está poseído por Satanás y por eso está muerto doblemente desde el punto de vista espiritual. El Anticristo, hombre elegido por Satanás para ser su anti-mesías entre los hombres, obrará multitud de falsos prodigios y se hará pasar por el mismo Cristo, para confundir aún a los elegidos. Será un cadáver espiritual y así como un cadáver hiede por la descomposición orgánica, así el Anticristo esparcirá olor a podredumbre por dondequiera que vaya, ya que no tiene la “exquisita fragancia de Cristo”. Y así como alrededor de un cadáver se reúnen los buitres, para alimentarse de su cuerpo en descomposición, así alrededor del Anticristo se reunirán los hombres perversos, cuya malicia y perversidad superará incluso a las de los mismos demonios del Infierno y se reunirán alrededor del Anticristo para alimentarse del alimento putrefacto de sus malignas mentiras y venenosos engaños.

Si los buitres se reúnen alrededor del cadáver, los hijos de Dios deben levantar vuelo, como las águilas, en dirección al Sol de justicia, Cristo Eucaristía.

“Como el fulgor del relámpago, así será la Venida del Hijo del hombre”


 

“Como el fulgor del relámpago, así será la Venida del Hijo del hombre” (cfr. Lc 17, 20-25). Jesús profetiza cómo será su Segunda Venida, la Venida en la gloria, en el Día del Juicio Final: será algo repentino, imprevisto, que será visto por todos los hombres: será como “el fulgor del relámpago”, porque así es el fulgor del relámpago: repentino, imprevisto, y es observado por todos porque surca los cielos y no deja a nadie indiferente. Ahora bien, esta Segunda Venida de Jesús estará precedida por falsos cristos, por falsos mesías, quienes se harán pasar por Él, engañando a las multitudes y diciendo que es Él en persona: Entonces les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, pero no vayan corriendo a ver”. También hace una revelación que nos hace estar prevenidos en relación a futuras persecuciones, en las que se incluirán la supresión del Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa, con la consiguiente desaparición de la Eucaristía, tanto de los altares, como de los sagrarios. En efecto, Jesús dice una frase enigmática: “Llegará un tiempo en que ustedes desearán disfrutar siquiera un día de la presencia del Hijo del hombre y no podrán”. Esto es verdaderamente alarmante, porque la Presencia del Hijo del hombre la tenemos, cotidianamente, en la Eucaristía, en donde se encuentra en Persona; en la fe y en el amor, porque la fe y el amor nos hacen unir al Sagrado Corazón de Jesús y por último, en los Sacramentos, como por ejemplo, el Sacramento de la Confesión. Esto quiere decir que, antes de la Segunda Venida en la gloria de Nuestro Señor Jesucristo, se desencadenará una persecución –la última, según lo anuncia el Catecismo-, por medio de la cual se suprimirá el Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa y así no habrá Eucaristía ni ningún otro sacramento; faltará en consecuencia la gracia y al faltar la gracia, faltarán la fe sobrenatural en Jesucristo, además de la caridad hacia Dios y el prójimo, con lo cual se cumplirán las palabras de la Escritura: “En los últimos días, se enfriará la caridad de muchos”; además, será tal la apostasía, que en casi ningún lado se encontrará fe en Jesucristo, para que así se cumplan sus palabras: “¿Encontrará fe cuando vuelva el Hijo del hombre?”.

“Como el fulgor del relámpago, así será la Venida del Hijo del hombre”. Persecución a la Iglesia, apostasía, falta de fe y de caridad, ausencia del Santo Sacrificio del Altar, proliferación de falsos mesías. De todas estas calamidades nos libra la Santísima Virgen María, y para ello debemos refugiarnos en su Inmaculado Corazón y rezar diariamente el Santo Rosario.

miércoles, 13 de octubre de 2021

“Estén listos, con las túnicas puestas y con las lámparas encendidas”

 


“Estén listos, con las túnicas puestas y con las lámparas encendidas” (Lc 12, 35-38). Jesús da a la Iglesia una advertencia muy importante: todos debemos estar “listos”, “preparados”, para su Segunda Venida porque sólo así seremos juzgados dignos de ingresar en el Reino de los cielos. La advertencia se comprende mejor cuando se reemplazan los elementos naturales de la figura evocada por Jesús –criados que esperan atentos, con ropa de trabajo, a su señor que ha de llegar a una hora imprevista- por elementos sobrenaturales. Así, el criado o criados somos los bautizados en la Iglesia Católica; la boda a la que acudió su Señor es la Encarnación del Verbo de Dios con la Humanidad Santísima de Jesús de Nazareth; la noche o madrugada, es decir, los horarios en los que los criados deben estar atentos ante el regreso de su señor, es el momento en la historia de la humanidad en la que Jesús habrá de regresar en la gloria, en su Segunda Venida, para juzgar a vivos y muertos; el señor que llega de improviso es Nuestro Señor Jesucristo, quien llegará en un momento inesperado para juzgar a toda la humanidad, dando así fin al tiempo y a la historia humana, la cual ingresará en su totalidad en la eternidad, unos para la condenación eterna en el Infierno, otros para la alegría eterna en el Cielo; las “túnicas puestas” indican que los criados están con ropa de trabajo, no es ropa para descansar y esto significa que el cristiano no debe vivir esta vida terrena como si estuviera dormido en la fe, sino que debe estar despierto en la fe, obrando la misericordia, luchando contra sus pasiones y tratando de vivir en gracia; las “lámparas encendidas” representan la gracia –el aceite- y la fe –la llama-: así como una lámpara se enciende para disipar las tinieblas, así en el cristiano debe brillar la luz de la gracia en su mente y en su corazón, para que ésta sea fructuosa en obras de misericordia, corporales y espirituales.

“Estén listos, con las túnicas puestas y con las lámparas encendidas”. Nadie sabe cuándo será el día en el que llegará Nuestro Señor, como así también nadie sabe cuándo será el día de su propia muerte, que es el momento en el que el alma se encontrará cara a cara con Jesucristo, en el Juicio Particular; ahora bien, es por esta razón por la cual debemos estar con las “túnicas puestas” y con las “lámparas encendidas”, es decir, en estado de gracia y con una fe activa, fructífera en obras de misericordia.

 

jueves, 17 de junio de 2021

Solemnidad del Nacimiento de Juan el Bautista

 


         “Tendrá el Espíritu del Señor y preparará un pueblo para recibirlo” (Lc 1, 5-17). El ángel le anuncia a Zacarías, sacerdote del templo, que nacerá un hijo suyo, Juan el Bautista y le anuncia también cuál es la misión que tendrá el Bautista: “prepararle al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo”. Es decir, el tiempo en el que el ángel le anuncia a Zacarías el nacimiento del Bautista, es el inicio de lo que se conoce como “plenitud de los tiempos”, o sea, el tiempo exacto de la historia humana en el que el Mesías debía venir al mundo en su Primera Venida, para cumplir su misterio pascual de muerte y resurrección.

         Es importante tener en cuenta cuál es la misión del Bautista, porque una misión análoga es la que tiene todo bautizado en la Iglesia Católica: de la misma manera que se dice del Bautista, que “tendrá el Espíritu del Señor”, para así “preparar al pueblo para recibirlo”, así se debería decir de todo católico, de todo bautizado en la Iglesia Católica, porque el bautizado debe anunciar al mundo no solo que Jesús vino en carne por primera vez, sino que vendrá por segunda vez, pero ahora en la gloria y vendrá, no como Dios misericordioso, como en su Primera Venida, sino que en esta Segunda Venida vendrá como Justo Juez, para juzgar a toda la humanidad y para dar a cada uno según sus obras. En este sentido, todo católico debe imitar al Bautista, al menos en dos características del Bautista: el Bautista estaba “lleno del Espíritu Santo” y tenía como tarea “preparar al pueblo” para la Primera Venida del Salvador: el bautizado católico debe estar en estado de gracia santificante –por medio de la Confesión Sacramental y de la Sagrada Eucaristía- para así poseer al Espíritu Santo en él, puesto que el Espíritu de Dios mora en el que está en gracia; en el segundo aspecto en el que debe imitar al Bautista, es en su misión de anunciar al Mesías, pero no para su Primera Venida, que ya ocurrió en Belén, sino que el católico debe preparar al mundo anunciando que el Mesías ha de venir en su Segunda Venida, en la gloria de Dios, para juzgar al mundo.

 

martes, 1 de diciembre de 2020

Adviento es tiempo de preparación para el encuentro con el Señor Jesucristo

 


(Domingo II - TA - Ciclo B - 2020 – 2021)

         Adviento es tiempo de preparación para el encuentro con el Señor Jesucristo, tanto en su Segunda Venida gloriosa en los cielos, como en su Primera Venida en la humildad en Belén. Para estas dos Venidas del Señor es que hemos de prepararnos en Adviento y para saber cómo hemos de prepararnos, debemos saber cómo son las Dos Venidas de Nuestro Señor, por eso, vamos a hacer una breve comparación entre ambas Venidas. 

       En la Primera Venida, en Belén, Jesús vino en la humildad de la carne, una carne que debía aparecer como glorificada, pero cuya gloria Él ocultó para poder padecer la Pasión y así apareció ante los ojos de los hombres, en su Primera Venida, como un Niño más entre tantos, y luego como un Hombre más entre tantos, siendo como era el Niño Dios y el Hombre-Dios; en la Segunda Venida, vendrá con su Humanidad resucitada y glorificada, porque el esplendor de la gloria del Padre, que poseía desde la eternidad, será manifiesto a los ojos de todos los hombres y así todos reconocerán, en Jesús resucitado y glorificado, al Rey de la humanidad y al Juez Supremo y Eterno.

En la Primera Venida, Jesús vino indefenso, como un Niño recién nacido, que buscó refugio en los brazos de su Madre Santísima, la Virgen María y padeció todas las necesidades por las que atraviesa un niño humano, en todas las etapas de su crecimiento, hasta la madurez; en la Segunda Venida, Jesús vendrá en la plenitud perfecta de la edad, glorificado, no ya indefenso, sino al mando de miríadas y miríadas de ángeles de luz, con San Miguel a la cabeza del Ejército celestial, para dar combate y vencer al Príncipe de las tinieblas, a los ángeles caídos y a los hombres malvados que al Ángel caído se asociaron.

En la Primera Venida, Jesús, que a la vista de todos parecía un hombre más como tantos, nació en la humildad de un Pesebre y sólo se enteraron de su Nacimiento milagroso su Madre, su Padre adoptivo, San José, los Pastores y los Ángeles, sin que el resto del mundo tuviera noticia de que había salvado el Redentor de los hombres; ya de adulto y luego de cumplir su Predicación Pública de la Buena Noticia, fue traicionado cobardemente, fue apresado vilmente, fue abandonado por sus amigos y Apóstoles, fue acusado falsamente, fue condenado a muerte injustamente, fue expulsado de la Ciudad Santa con la Cruz a cuestas y murió crucificado en el Calvario; en la Segunda Venida, no vendrá como un hombre más entre tantos, sino como el Hombre-Dios, resucitado y glorificado, al mando del Ejército celestial, que derrotará para siempre al Pecado, al Demonio y a la Muerte, arrojándolos al lago de azufre que arde por la eternidad, junto a los ángeles caídos y a los hombres impenitentes; será visto por todos los hombres de todos los tiempos, ya que toda la humanidad comparecerá ante Él, desde Adán y Eva hasta el último hombre que haya nacido en el Último Día; si antes fue juzgado y condenado injustamente, ahora será Él quien se presentará, no como el Dulce Jesús Misericordioso, sino como el Justo Juez, implacable, que dará a cada uno lo que cada uno se mereció libremente con sus obras: a los buenos el Reino de los cielos, a los malos el Infierno eterno.

Si en la Primera Venida el Rey Eterno ingresó en el tiempo humano para dar comienzo a la plenitud de los tiempos, los tiempos en que se habría de anunciar la Salvación y Redención a los hombres por su Sacrificio en Cruz, en la Segunda Venida ingresará en el tiempo y en la historia de los hombres, desde la eternidad, para dar fin al tiempo y a la historia humanas, dando por finalizado este tiempo, esta tierra y estos cielos materiales y terrenos, que están bajo el poder del Príncipe de las tinieblas, para inaugurar “los nuevos cielos y la nueva tierra” y la eternidad divina, dando por finalizado el tiempo de la Redención e iniciando el tiempo del Amor eterno para los bienaventurados que vivieron en gracia y cumplieron sus Mandamientos e iniciando también el tiempo sin fin del castigo eterno para los ángeles rebeldes y los hombres impenitentes.

Si en la Primera Venida los Ángeles de Dios cantaron, alegres, por el Nacimiento del Salvador: “Paz en la tierra a los hombres de Buena Voluntad”, porque el Nacimiento del Redentor inició una era de paz en las almas humanas, paz concedida por la gracia divina de su Sagrado Corazón, en la Segunda Venida los Ángeles temblarán ante la Ira de Dios, pues será llamado “Día de la Ira Divina”, ya que Dios vendrá para poner fin a las iniquidades y maldades de los hombres que no aceptaron su paz y su gracia y colmaron la tierra de maldades y perversidades.

Si en la Primera Venida aconsejó con dulces palabras que obráramos la Misericordia, corporal y espiritual, para con nuestros prójimos más necesitados, para que así obtengamos misericordia, sin juzgarnos si lo hacíamos o no, en la Segunda Venida pedirá cuenta de cada talento concedido, dando a los que obraron la Misericordia el Reino de su Padre y enviando al Infierno eterno a los que enterraron sus talentos, negándose a obrar el Bien, obrando el Mal y siendo inmisericordiosos para con sus prójimos, cumpliendo así sus palabras: “El que dio misericordia, recibirá misericordia; el que negó la misericordia, no recibirá misericordia”.

Preparémonos entonces para la Segunda Venida del Señor, para la Parusía, obrando la misericordia corporal y espiritual para con nuestros prójimos, para que seamos dignos de recibir misericordia el Día de la Ira de Dios y así seamos conducidos al Reino de los cielos, en donde comenzaremos a vivir una Nueva Vida, la vida de los hijos de Dios en la eternidad.