Mostrando entradas con la etiqueta palomas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta palomas. Mostrar todas las entradas

sábado, 3 de julio de 2021

“Os envío como ovejas entre lobos; por eso, sed astutos como serpientes y mansos como palomas”


 

         “Os envío como ovejas entre lobos; por eso, sed astutos como serpientes y mansos como palomas” (Mt 10, 16-23). Para esta enseñanza evangélica Jesús, que es el Divino Maestro, utiliza cuatro especies de animales: ovejas, lobos, serpientes, palomas. De estas imágenes, tres corresponden a los discípulos de Jesús –ovejas, serpientes, palomas- y una a los hijos de las tinieblas, es decir, a los servidores del anticristo: los lobos.

         Entonces, con su Sabiduría divina, Jesús nos hace ver que debemos tener las características –desde el punto de vista espiritual, obviamente-, de estos tres animales: ovejas, serpientes, palomas. De las ovejas, se puede decir que tomamos, como cristianos, la indefensión y también la necesidad de ser guiados por un pastor; la indefensión, porque la oveja es un animal pacífico, no agresivo, manso y, como decíamos, necesita de la guía de un pastor que, en nuestro caso, es el Buen Pastor, el Pastor Sumo y Eterno, Jesucristo, de cuya autoridad y poder participan los pastores de la Iglesia, los sacerdotes ministeriales; de las serpientes, Jesús nos pide que aprendamos de la astucia de estos animalitos, los cuales, tanto para conseguir alimento, como para defenderse de sus enemigos, debe utilizar la astucia, lo cual comprende acciones como, por ejemplo, esconderse para no ser visto por su presa o por su cazador, y luego salir del escondite para escapar velozmente cuando su depredador se descuida; de las palomas, Jesús nos pide que seamos mansos y pacíficos, como son estas aves –características que por otra parte comparten con las ovejas-, para así comportarnos con nuestro prójimo, sea en la familia, sea en la sociedad.

         Por último, falta la caracterización del lobo, el animal que representa al enemigo de Cristo y el cristiano, es decir, el Anticristo, puesto que así lo dice Jesús: “Os envío como ovejas en medio de lobos”. La imagen no puede ser más elocuente: una oveja, por naturaleza –pacífica, mansa, carente en absoluto de medios tanto de defensa como de ataque-, si es colocada en medio de una manada de lobos, no tiene en absoluto ninguna posibilidad de salir viva, puesto que los lobos tardarían solo unos instantes en clavar sus dientes afilados en la tierna carne de las ovejas. El lobo supera con creces a la oveja y puede dar fácil cuenta de ella, por cuanto posee, por naturaleza, colmillos largos y afilados, garras filosas y gruesas, actitud agresiva, sed de sangre. El lobo es la figura, entonces, que representa tanto al Anticristo como a sus seguidores, los seguidores del Anticristo.

         Ahora bien, nos podemos preguntar dos cosas: por un lado, porqué Jesús nos envía tan indefensos; segundo, porqué nos envía a, literalmente, un lugar que es el centro de la manada de lobos, que es el mundo. La respuesta a las dos preguntas es una sola razón: porque Él es Dios y por lo tanto, no permite que los lobos nos destrocen, como querrían hacerlo, porque Él nos protege con su fuerza divina; por otra parte, Jesús quiere la conversión de los seguidores el Anticristo, los lobos, quienes en definitiva son seres humanos que también están destinados al Reino de los cielos, pero que deben convertirse y es para ayudar a su conversión –que adviene por la gracia santificante- que Jesús quiere que seamos indefensos como ovejas, astutos como serpientes y mansos como palomas. Antes de que Él venga por Segunda Vez.

viernes, 13 de julio de 2018

“Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean astutos como serpientes y mansos como palomas”



“Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean astutos como serpientes y mansos como palomas” (cfr. Mt 10, 16-23). Al enviar a sus discípulos a la misión, Jesús utiliza dos animales como referencia de cómo debe ser su comportamiento en el mundo: las serpientes y las palomas. En otro pasaje, utiliza la figura de la oveja: “Yo los envío como ovejas en medio de lobos”. El cristiano, entonces, debe combinar la sencillez y humildad de las ovejas, con la astucia de las serpientes, para sobrevivir en un medio caracterizado por un fuerte depredador: el lobo, es decir, el hombre sin Dios. Lo que confiere al cristiano las cualidades de los animales descriptos por Jesús, es el acatamiento voluntario a su Ley de la caridad. En efecto, un alma que viva los Mandamientos de la Ley de Dios y se rija por los preceptos de Jesús dados por Él en el Evangelio, será, a los ojos del mundo, como una imitación viviente de Jesús: será humilde y sencillo, como una paloma o una oveja, al tiempo que astuto, como una serpiente, pero no la astucia entendida en el mal sentido, en el sentido de la astucia demoníaca, sino una buena astucia, la astucia que lleva al alma a evitar las trampas que el enemigo tiende para hacerla sucumbir en el pecado. Por otro lado, siempre aparecen en desventaja estos animales –oveja, paloma, serpiente- con respecto al lobo, es decir, al hombre sin Dios, porque el lobo es, en conjunto e individualmente, más fuerte que cualquiera de los tres animales. Pero el lobo –el hombre sin Dios- posee algo que los hombres con Dios sí poseen y es la gracia santificante, la cual suple con creces las deficiencias naturales que pudieran tener. Es la gracia santificante la que hace que el cristiano, débil en apariencia frente al hombre sin Dios –el lobo- salga airoso y triunfante en sus diarios encuentros. De otro modo, Jesús no induciría a sus discípulos a ser como ovejas, palomas  y serpientes, frente a los lobos. En el fondo, los cristianos enviados por Jesús lo que hacen, en definitiva, es imitar la mansedumbre, la sencillez y la bondad de corazón del mismo Jesús. Y es esto lo que da el triunfo al cristiano sobre el lobo, el hombre sin Dios.

viernes, 14 de julio de 2017

“Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean astutos como serpientes y sencillos como palomas”


“Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10, 16-23). Al enviar a sus discípulos a evangelizar, Jesús les hace una advertencia y les da un consejo: les advierte que en el mundo hay “lobos” y que ellos, en cuanto sus discípulos, son “ovejas”, con lo cual les hace ver el peligro que significa el mundo y el riesgo que corren en cuanto cristianos, pero al mismo tiempo les da un consejo para que puedan sobreponerse al peligro que significa enfrentar a los lobos y es que deben ser “astutos como serpientes y sencillos como palomas”.
¿A qué se refiere Jesús? La imagen que utiliza es muy fuerte, muy gráfica, muy sugerente: los cristianos, en medio del mundo y sin ser del mundo, anunciando el Evangelio, son como “ovejas en medio de lobos”, lo cual da una idea de lo desproporcionadas que son las fuerzas: una oveja, en medio de lobos, no tiene oportunidad alguna de sobrevivir, puesto que al lobo le basta una certera dentellada dirigida al cuello de la oveja, para quitarle la vida. Así sucede con los cristianos católicos cuando se enfrentan al mundo, y esto lo podemos comprobar todos los días: es más que evidente en los países en los que no hay persecución cruenta hacia el cristianismo, como por ejemplo, en las dictaduras comunistas de China, Corea del Norte, Cuba, la actual Venezuela, pero también se puede comprobar esta agresión hacia el cristianismo, por parte del mundo ateo y anti-cristiano, en los países liberales, en donde la persecución es incruenta. Los ejemplos sobran: ataques incendiarios a iglesias, profanación de imágenes católicas, acoso y agresión verbal y física por parte del lobby LGTBI a quienes simplemente defienden la ley natural, como por ejemplo, los cristianos que están detrás del bus de “Hazte Oír”; la aprobación de leyes pro-aborto, pro-eutanasia, pro-FIV, etc., por parte incluso de legisladores católicos que han apostatado de su fe, etc. En todos ejemplos cotidianos –y cientos más, todos los días-, podemos comprobar cómo sean ciertas las palabras de Jesús: “Yo los envío como a ovejas en medio de lobos”. Los lobos son quienes, consciente o inconscientemente, participan y responden del odio preternatural diabólico del Ángel caído a Dios Trino y su Mesías, Jesucristo; las ovejas, son los cristianos católicos que, escuchando la voz del Señor, se esfuerzan por propagar, en un mundo cada vez más hostil al cristianismo, el mensaje de salvación de Nuestro Señor Jesucristo.

Por último, el consejo de Jesús, de ser “astutos como serpientes y sencillos como palomas”, es vital para el cristiano, para no ser devorado por la intensa presión anti-cristiana del mundo del siglo XXI en el que vivimos. Pero hay algo que los cristianos debemos saber, y es que la astucia y la sencillez que nos pide Jesús, no depende de nosotros, sino que la recibimos de la gracia, que al comunicarnos la vida divina, nos comunica por eso mismo la sabiduría divina, la sencillez divina, la prudencia divina, y es así como, siendo ovejas, triunfamos sobre los lobos que responden al Lobo infernal, porque somos ovejas del pequeño redil del Sumo y Eterno Pastor Jesucristo, que es Quien nos protege.

viernes, 10 de julio de 2015

“Yo los envío como ovejas en medio de lobos (…) sean mansos como palomas y astutos como serpientes”



“Yo los envío como ovejas en medio de lobos (…) sean mansos como palomas y astutos como serpientes” (Mt 10, 16-23). Es curioso el hecho de que Jesús utilice a cuatro animales para caracterizar, tanto a sus discípulos, como a los enemigos de sus discípulos, aquellos que son partidarios del mundo, los mundanos. Sus discípulos son “como ovejas”, que deben tener la “mansedumbre de una paloma” y la “astucia de una serpiente”, al tiempo que sus adversarios, los hombres mundanizados, son “como lobos”. Es verdad que Jesús utiliza la figura de animales, los cuales están en un plano inferior al de los seres humanos, para graficar la realidad de la batalla espiritual que se libra entre sus discípulos –las ovejas- y los discípulos de Satanás, los mundanos –los lobos-; sin embargo, debido a que se trata de una batalla espiritual, las figuras son solo figuras, ya que en la realidad, lo que actúa, en el caso de los discípulos de Jesús, es la gracia, concediendo la mansedumbre, propia de las ovejas y de las palomas, y la astucia, propia de las serpientes, aunque en este caso, se trate de la mansedumbre del Hijo de Dios y de la astucia o, más bien, de la sabiduría del Hijo de Dios; en el caso de los hombres mundanos, los “lobos”, quien les hace partícipe de lo que es propio del lobo –traducido a las características humanas, esto es, ferocidad, impiedad, dureza de corazón, perversidad, astucia con mala intención, etc.-, es el Demonio, puesto que los hombres que pertenecen al mundo están bajo sus órdenes.
“Yo los envío como ovejas en medio de lobos”. En esta –aparente- desigual batalla entre las ovejas y los lobos –los lobos, con sus colmillos afilados, llevan todas las de ganar, frente a la indefensión de las ovejas-, quien dará la victoria final, será Nuestro Señor Jesucristo, porque Él infundirá, en sus discípulos, en aquellos que sean mansos como ovejas y astutos como serpientes, su Espíritu, el Espíritu Santo, quien “hablará por ellos”, cuando sean perseguidos y encarcelados por causa del Hijo de Dios.

“Yo los envío como ovejas en medio de lobos (…) sean mansos como palomas y astutos como serpientes”. Un filósofo pre-cristiano, Platón, decía que era preferible sufrir una injusticia, antes que cometer una injusticia; los cristianos, al ser mansos como ovejas en medio de lobos, están expuestos a toda clase de injusticias, de persecuciones, de agresiones, e incluso, están expuestos a perder la vida y no puede ser de otra manera, porque eso es lo que le sucedió al Pastor de las ovejas, Jesucristo. Por otra parte, para quien sea como una oveja, manso como una paloma y astuto como una serpiente, le está prometida la asistencia del Espíritu Santo y el triunfo final sobre sus enemigos, los lobos infernales, y le está asegurada, por lo tanto, el ingreso al Reino de los cielos.

jueves, 11 de julio de 2013

“Yo los envío como ovejas en medio de lobos (…) Sean astutos como serpientes y sencillos como palomas”


“Yo los envío como ovejas en medio de lobos (…) Sean astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10, 16-23). Al enviar a la Iglesia a misionar, Jesús utiliza las figuras de tres animales para describir el comportamiento que deberá caracterizar a sus discípulos: deberán ser pacíficos como ovejas, astutos como serpientes y sencillos como palomas. A su vez, utiliza la figura de un cuarto animal, el lobo, para describir el mundo sin Dios al cual son enviados para predicar la Buena Noticia. Jesús les advierte acerca de la peligrosidad del mundo sin Dios y les aconseja la defensa: “Yo los envío como ovejas en medio de lobos (…) Sean astutos como serpientes y sencillos como palomas”. De esta manera, aparece una evidente desproporción y una gran diferencia entre los discípulos de Cristo, que deberán ser como ovejas, palomas y serpientes, y el mundo, que es como “lobo”. El motivo de la desproporción y la diferencia entre los cristianos y el mundo se debe a las diversas fuerzas sobrenaturales que representan: a Dios y al Diablo, respectivamente. Dios es un Dios de paz, y por eso los cristianos deben poseer la mansedumbre de una oveja, y así combatirán contra la guerra que el mundo, instigado por el Demonio, hace contra Dios; Dios es un Dios sabio, de Sabiduría infinita, y por eso los cristianos deben ser astutos como la serpiente, para dar, de modo inteligente, un lúcido testimonio de Dios, y así combatirán contra los engaños de las tinieblas, que con su inteligencia ensombrecida por el mal, buscan borrar de la mente y el corazón de los hombres y de la faz de la tierra, el santo nombre de Dios; Dios es un Dios simple, en el sentido de perfección absoluta, porque su Ser divino es Acto Puro de Ser, que es perfectísimo, y por este motivo los cristianos deberán ser sencillos como palomas, para imitar la sencillez, simplicidad y transparencia del Ser divino, y de esta manera combatirán la doblez, el cinismo, la hipocresía, del ser maligno, quien por medio de la mentira, cuyo Príncipe es, tiende trampas a los hombres para seducirlos, engañarlos, y conducirlos a la eterna perdición.
“Yo los envío como ovejas en medio de lobos (…) Sean astutos como serpientes y sencillos como palomas”. La mansedumbre, la recta inteligencia en las cosas de Dios, y la sencillez, son los signos de que el cristiano está animado por el Espíritu Santo, en contraposición a quienes, guiados por el espíritu del mundo, instigados por el Demonio, obran utilizando las armas de la violencia, el engaño y la hipocresía.