Adorado seas, Jesús, Cordero de Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios oculto en el Santísimo Sacramento del altar. Adorado seas en la eternidad, en el seno de Dios Padre; adorado seas en el tiempo, en el seno de la Virgen Madre; adorado seas, en el tiempo de la Iglesia, en su seno, el altar Eucarístico. Adorado seas, Jesús, en el tiempo y en la eternidad.

miércoles, 29 de mayo de 2019
“Vuestra tristeza se transformará en alegría”
lunes, 22 de octubre de 2012
“Estén preparados y con las lámparas encendidas”
domingo, 20 de mayo de 2012
Solemnidad de la Ascensión del Señor
lunes, 9 de abril de 2012
Lunes de la Octava de Pascua
"Las santas mujeres"
(Anibale Carracci)
“Alégrense” (Mt 28, 8-15). La primera palabra de Jesús a los discípulos, luego de resucitar, es un mandato imperativo: “Alégrense”. No les dice, “Pueden estar alegres, si quieren; por el contrario, es un mandato, una orden: “Alégrense”, y no es algo extemporáneo, forzado, contrario a la experiencia que están viviendo. Por el contrario, la alegría es una consecuencia natural que se deriva, espontáneamente, de la contemplación de Cristo resucitado. Cuando Jesús manda positiva y explícitamente a los discípulos alegrarse, lo hace no forzando un estado de ánimo artificial, sino explicitar algo que se deriva de la naturaleza misma de las cosas: la visión y contemplación de Cristo resucitado provoca alegría en el alma, porque el Ser divino que se manifiesta visiblemente en el Cuerpo de Cristo resucitado es, en sí mismo, alegría, y “alegría infinita”, como dice Santa Teresa de los Andes.
miércoles, 27 de abril de 2011
Somos testigos de la Presencia de Cristo resucitado en la Eucaristía

“Ustedes son testigos” (cfr. Jn 21, 1-14). Jesús resucitado se aparece en medio de los discípulos, quienes, a pesar de verlo con su Cuerpo resucitado, se muestran “desconcertados”, y creen “ver un fantasma”. Su actitud no difiere mucho de la actitud de pesar y tristeza de María Magdalena, y de los discípulos de Emaús, quienes se encuentran en esos estados espirituales por la falta de fe en sus palabras acerca de que resucitaría “al tercer día” (cfr. Lc 24, 46).
Para sacarlos de su temor y de su incredulidad, y para que se convenzan de que posee un cuerpo real, resucitado y glorioso, les dice que toquen sus heridas, y come pescado asado delante de ellos, pero sobre todo, les infunde la luz del Espíritu Santo, para que se abran sus mentes: “les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras”.
Una vez que los discípulos, auxiliados por el Espíritu Santo, reconocen a Cristo resucitado, Jesús les encomienda una misión, que será la misión de
Podríamos decir que toda la escena del Evangelio se repite en cada Santa Misa: Jesús resucitado se aparece en medio de la comunidad de discípulos, los cuales se encuentran, en la gran mayoría de los casos, desesperanzados y tristes, a pesar de haber conocido la noticia de la resurrección de Jesús; Jesús se aparece en medio de su Iglesia, resucitado, bajo algo que parece ser pan, así como se les apareció a los discípulos, revestido de su humanidad gloriosa, y los discípulos, hoy como ayer, creen que es un fantasma.
La gran mayoría de los fieles católicos, incluidos los sacerdotes, en la actualidad, piensan, creen y actúan, como si Jesús fuera un fantasma, puesto que no tiene, para ellos, entidad real.
La diferencia con la aparición de Jesús en la escena del Evangelio, con
“Ustedes son testigos”. La similitud con
Todos los días, en
lunes, 25 de abril de 2011
He visto al Señor

“He visto al Señor” (cfr. Jn 20, 11-18). Luego de su encuentro con Cristo resucitado, María Magdalena anuncia a los discípulos que “ha visto al Señor”. Es de las primeras en contemplar a Jesús resucitado, y con su testimonio, junto al de muchos otros, da inicio a la noticia más asombrosa que Iglesia alguna pueda anunciar al mundo, y es la de que Cristo ha resucitado.
María Magdalena ha hablado con Él, y se ha arrojado a sus pies, abrazándolos, en señal de adoración y de reconocimiento de su divinidad.
Sin embargo, esto sucede en un segundo momento; en un primer momento María Magdalena, que va, llorando y con angustia, en busca de Jesús muerto, al verlo por primera vez, confunde a Jesús con el jardinero. Debido a que lo que busca es un cadáver, al ver el sepulcro vacío, y al ver a Jesús y confundirlo con el jardinero, le pregunta lo que su lógica racional y humana le dicta: “Si el sepulcro está vacío, y aquí está el jardinero, no significa que haya resucitado; el jardinero se lo ha llevado a algún lugar”. En ningún momento, en este primer encuentro, se imagina ni sospecha siquiera María Magdalena que Jesús puede haber resucitado. ¿Por qué? Por que se deja guiar por su lógica humana, y porque ha olvidado la promesa de Jesús, de que habría de resucitar al tercer día. Por lo tanto, sin la luz de la fe, guiada sólo por su razón humana, María Magdalena se pierde en la oscuridad del espíritu, y no puede, desde sus tinieblas, contemplar la luz de Cristo resucitado.
Sólo cuando el mismo Cristo le comunique de su luz, en el mismo momento en el que le dice: “María”,
Hoy, son muchos en
Hoy, muchos en
Hoy, en
Al igual que María Magdalena, que reconoce a Jesús sólo después de que le infunda la luz del Espíritu Santo, que le permite contemplarlo en su gloriosa realidad de resucitado, para no confundirlo nunca más con el jardinero, así también los miembros de
“He visto al Señor”, dice María a los discípulos, luego de ser iluminada por el Espíritu Santo, al encontrarse personalmente con Cristo en el Jardín de
“He visto al Señor en
domingo, 24 de abril de 2011
Los cristianos debemos anunciar, llenos de alegría, que Cristo resucitado está en la Eucaristía

“Las mujeres, llenas de alegría, corrieron a anunciar que el sepulcro estaba vacío (cfr. Mt 28, 8-15).
La experiencia del Domingo de Resurrección de las santas mujeres, es decir, el hecho de contemplar el sepulcro vacío, el llenarse de alegría por esto, y correr a anunciar a los demás lo que había sucedido, inicia, en esencia, la misión misma de
Sin embargo, en el anuncio de las piadosas mujeres, si bien inicia la misión de
“(con la llegada de la luz del sol) Las mujeres, llenas de alegría, corrieron a anunciar que el sepulcro estaba vacío”. Dice el Evangelio que las mujeres, ayudadas por la luz del sol, al clarear el nuevo día, luego de ver vacía la piedra del sepulcro, corren, llenas de alegría, a anunciar que Cristo ha resucitado.
De los cristianos deberían decirse: “Los cristianos, luego de contemplar, con la luz del Espíritu Santo, que la piedra del altar está ocupada con el Cuerpo de Cristo resucitado en