Adorado seas, Jesús, Cordero de Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios oculto en el Santísimo Sacramento del altar. Adorado seas en la eternidad, en el seno de Dios Padre; adorado seas en el tiempo, en el seno de la Virgen Madre; adorado seas, en el tiempo de la Iglesia, en su seno, el altar Eucarístico. Adorado seas, Jesús, en el tiempo y en la eternidad.

miércoles, 17 de junio de 2015
“Cuando ores, des limosna o ayunes, que solo lo sepa tu Padre que ve en lo secreto, y Él te recompensará”
domingo, 12 de octubre de 2014
“Den como limosna lo que tienen y todo será puro”
martes, 17 de junio de 2014
“Cuando oren, ayunen, den limosna, que no los vean los hombres, sino vuestro Padre del cielo”
miércoles, 19 de junio de 2013
“Da limosna, ora y ayuna, para que te vea Dios Padre y no para que te vean los hombres”
lunes, 10 de octubre de 2011
Dad limosna y así todas las cosas serán puras para vosotros

“Dad limosna y así todas las cosas serán puras para vosotros” (cfr. Lc 11, 37-41). Un fariseo se asombra porque Jesús no hace las abluciones rituales antes de comer, con lo cual comete una falta a las disposiciones legales que las prescribían.
La respuesta de Jesús va orientada a hacer ver, a este fariseo, a todos los fariseos, y a quienes falsean la religión como ellos, al poner el acento en las prescripciones y no en la caridad, que la esencia de la religión no está en lo exterior, sino en el corazón.
Lo que Jesús quiere hacerle ver al fariseo –y en él, a todos nosotros-, es que la religión es algo vacío y falso cuando, a los actos exteriores, no les preceden y acompañan, desde lo más profundo del corazón y del alma, la caridad, la compasión, la misericordia, la bondad.
De nada vale cumplir escrupulosamente un rito exterior, si en el corazón hay “rapiña y maldad”, porque de esta manera, todo el acto religioso queda falseado, pervertido, falsificado. De nada vale la oración, el ayuno, la penitencia, la asistencia a Misa, la comunión, la confesión, si no hay, en lo más profundo del ser y del alma, el deseo de convertir el corazón, de erradicar del corazón los vicios, las malas intenciones, los malos pensamientos, las malas miradas, los prejuicios, los rencores, las impaciencias, las faltas de perdón, las indiferencias ante la suerte eterna de mi prójimo, que no tiene fe como tengo yo.
Si esto es así, si del corazón humano salen todas las maldades, y si la religión practicada por un corazón humano del cual brota la maldad (cfr. Mc 7, 21) desagrada a Dios; ¿qué es lo que debemos hacer para cambiar? ¿De qué manera convertir el corazón, de donde sale la maldad, como dice Jesús, en un corazón del cual brote la caridad, la paz, el perdón, la compasión?
Lo que debemos hacer es recibir la gracia santificante, que se nos da en los sacramentos, y antes que esto, predisponer el corazón para la conversión por la gracia, mediante la limosna, tal como lo dice Jesús: “Dad limosna y todas las cosas serán puras para vosotros”, y esto porque la limosna –material, como el dinero, o espiritual, como una oración por alguien que lo necesita- cubre “multitud de pecados” (cfr. 1 Pe 4, 8), porque demuestra que la persona, al privarse de algo que necesita, se compadece de la suerte de su prójimo, y la compasión es ya un signo de conversión.
martes, 14 de junio de 2011
“Cuando des limosna, cuando hagas ayuno, cuando reces, que sólo te vea tu Padre”

“Cuando des limosna, cuando hagas ayuno, cuando reces, que sólo te vea tu Padre” (cfr. Mt 6, 1-6. 16-18). Jesús propone una práctica religiosa opuesta diametralmente a la práctica farisea: mientras a estos les gusta ser mirados y admirados en sus obras de religión, el cristiano debe pasar oculto, sin que nadie se de cuenta.
No se debe solo al hecho de que se debe evitar la fanfarronería y el orgullo, sino ante todo que el cristiano debe imitar la humildad de Cristo, quien no hacía ostentación ni de su condición de Dios, ni de sus poderes como Hombre-Dios.
Además, el hecho de que el cristiano debe hacer limosna, ayunar y hacer oración sin ostentación y sin buscar la admiración de los hombres, se debe a que
La gracia divina, donada por Jesucristo a través de su misterio pascual, actúa en la raíz del ser del hombre, comunicándose al cuerpo y al alma, y por esto mismo, su actuación es interior, y pasa desapercibida y en silencio, transformando cada vez más al alma a imagen y semejanza de Jesucristo.
No quiere decir que el cristiano no deba actuar públicamente; lo que quiere decirnos Jesucristo es que el cristiano debe estar más atento a su vida interior y al origen de esa vida interior, que es Dios Padre, Fuente Increada de la gracia que se dona a través de Jesucristo.
“Cuando des limosna, cuando hagas ayuno, cuando reces, que sólo te vea tu Padre”. En la cruz, y en el altar, Jesús hace una obra de caridad más grande que dar limosna, y es ofrendar su Cuerpo y su Sangre por la salvación de los hombres; hace ayuno, porque desde que fue detenido, hasta su muerte el Viernes Santo, no come nada, para poder darse Él como alimento de vida eterna; reza al Padre, pidiendo el perdón para todos y cada uno de nosotros, y todo esto que Jesús hace, lo hace en silencio, y es visto solo por Dios Padre.
Así como Cristo obra la caridad, hace ayuno, y reza en la cruz y en el altar, así tiene que hacer el cristiano.