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viernes, 15 de noviembre de 2024

“Cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca”

 


(Domingo XXXIII - TO - Ciclo B - 2024)

“Cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca” (Mc 13, 24-32). Los discípulos preguntan a Jesús sobre cuándo será la destrucción del templo y en la respuesta Jesús no solo describe las señales que precederán a la destrucción del templo, sino que además habla de su Segunda Venida en la gloria; es decir, en una misma respuesta, revela dos profecías distintas. Por esta razón, hay que diferenciar, en la respuesta, a qué parte de las profecías corresponden cada uno de los sucesos revelados por Jesús. Para algunos estudiosos, Jesús hace una división importante entre los dos hechos: por un lado, el templo sería destruido pero los discípulos tendrían tiempo para escapar gracias a una serie de señales previas a la destrucción; esta primera calamidad, de orden local, de la cual los discípulos podrían escapar “huyendo a otra parte, tendría lugar “antes de que pase esta generación”. Por otro lado, con relación a la Segunda Venida, Jesús no da ninguna información sobre el tiempo de ese suceso, el cual sería repentino e inesperado y no habría señal alguna de aviso. Es por esto que Cristo advierte repetidamente sobre la necesidad de estar siempre preparados: “Estad alertas, velad, porque no sabéis cuándo será el tiempo” (33). Entonces, Jesús da una señal cierta para la destrucción del templo, una indicación de tiempo, “antes de que pase esta generación”, mientras que para la Segunda Venida solo advierte acerca de la necesidad de estar permanentemente preparados –“Estad alertas, porque no sabéis cuándo será el tiempo”- y esto lo hace Jesús para separar bien los dos hechos, la destrucción del templo y la Segunda Venida, porque en la mente de los apóstoles, se asociaba, en forma errónea, la destrucción del templo y el fin del mundo (cfr. 13, 4). De esta manera, Jesús disipa esta confusión y revela con claridad estas dos profecías, la destrucción del templo y la Segunda Venida en la gloria.

Con respecto a la Segunda Venida de Cristo, hay un dato más, que está contenido proféticamente, no en la Sagrada Escritura, sino en el Catecismo de la Iglesia Católica -lo cual significa que para nosotros, los católicos, tiene el mismo nivel de autoridad que la Sagrada Escritura- y ese dato es la Iglesia Católica, fundada por Nuestro Señor Jesucristo, que fue perseguida desde su misma fundación, que fue perseguida a lo largo de los siglos y que sigue siendo perseguida en la actualidad, sufrirá una última persecución sangrienta, y esta última persecución será el preludio que indicará la aparición Anticristo, el vicario de Satanás. El Anticristo perseguirá de forma cruenta a la Iglesia Católica, obligándola a ocultarse en las catacumbas, como al inicio de los tiempos y cuando lo logre, establecerá su propia iglesia, una falsa iglesia católica, una iglesia que parecerá católica externamente, pero que no lo será en su interior porque no tendrá sacramentos, ya que el Anticristo suprimirá el Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa, reemplazándola por una misa falsa y por una eucaristía falsa, reemplazando también a los sacramentos por sacramentos falsos. La eucaristía será falsa, porque algo sucederá con ella: o se cambiarán las palabras de la consagración, con lo cual no habrá Transubstanciación, es decir, conversión del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, o bien se cambiará la materia del sacramento, con lo cual tampoco habrá sacramento válido y esto podría suceder si se implementa uno de los objetivos de la Agenda 2030 que es, por ejemplo, el control total de la política alimentaria, para no solo determinar qué cantidad de alimento consumirá cada individuo -tal como se hace en los países comunistas en la actualidad-, sino también para determinar qué tipo de alimento modificado consumirá la población, que es lo que están intentando hacer, como por ejemplo, las harinas de insectos, las cuales pretenden que reemplacen a la harina de trigo: si en un hipotético caso, no se produjera más harina de trigo en el futuro y esta harina de trigo fuera reemplazada en su totalidad por la harina de insectos, y la eucaristía se confeccionara con este tipo de harina, con harina de insectos, como la harina de insectos que ya se vende en supermercados la Unión Europea, de Estados Unidos, de Rusia y de China, esta eucaristía no sería nunca el Cuerpo de Cristo, porque para que sea Cuerpo de Cristo, se necesita que sea harina de trigo. Esta es la razón última por la cual están tan empecinados en reemplazar a la harina de trigo por la harina de insectos: para que no se pueda confeccionar el Sacramento de la Eucaristía y esto será obra del Anticristo. También cambiará la Ley de Dios y eliminará el pecado, estableciendo falsamente que el pecado ya no existe más, llamando “derecho humano” a lo que antes se llamaba “pecado”, como por ejemplo ya se llama ahora, en la legislación civil, al aborto: en nuestro país, la ley que permite el aborto establece que el aborto es un “derecho humano”, cuando en realidad es un asesinato. La profecía sobre el reinado del Anticristo y la última persecución a la Iglesia Católica se enuncia así en el Catecismo, en su número 675, en el apartado titulado “La última prueba de la Iglesia”: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cfr. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cfr. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cfr. 2 Ts 2, 4-12; 1 Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)”. Entonces, según el Catecismo, la Iglesia Católica sufrirá una última persecución sangrienta, antes de la Segunda Venida de Cristo; se suprimirá la Santa Misa, el Santo Sacrificio del Altar, dando cumplimiento a la profecía de Daniel; al mismo tiempo se impondrá la adoración obligatoria de un ídolo pagano, un falso dios, un demonio oculto en un fetiche idolátrico, la “abominación de la desolación”; el Anticristo declarará que lo que la Iglesia Católica consideraba como “pecado” ahora ya no lo es más, porque de ahora en más es “derecho humano”, algo de lo cual lo estamos padeciendo en nuestro país, a partir de la aprobación de la ley genocida del aborto, que declara al aborto, al asesinato del niño por nacer, como un “derecho humano”[1] (dicho sea de paso, esta ley infernal está provocando un verdadero holocausto a Moloch, el demonio al cual se le ofrecen niños en el Antiguo Testamento: según datos oficiales, solo en el sector público, se produjeron 250.000 abortos o asesinatos de niños por nacer, llamados eufemísticamente “IVE”, “Interrupción voluntaria del Embarazo” o también “ILE”, “Interrupción Legal del Embarazo”; si a esto le sumamos el sector privado, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que desde la implementación de esta nefasta ley, desde el año 2021, en solo tres años, han sido masacrados 500.000 niños argentinos y la cuenta sigue subiendo. Esto es algo que provoca la Justa Ira de Dios, porque cada niño es una obra maestra de sus manos, que es masacrada y destrozada por el hombre, a través del aborto y que por el aborto, el hombre, en este caso nosotros, los argentinos, nos atraemos el Justo Juicio y Castigo Divinos). Al surgimiento del Anticristo como falso mesías le seguirá un abandono masivo de la verdadera fe católica, fenómeno que se conoce como “apostasía”, caracterizado por el rechazo al Verdadero y Único Cristo, el Cristo Eucarístico y a esta apostasía la caracterizará la adoración falsa a la tríada satánica de la Nueva Falsa Iglesia formada por el Anticristo, la Bestia y el Dragón. Todo esto es lo que profetiza Jesús que sucederá antes de su Segunda Venida en la gloria.

Entonces, de las dos profecías reveladas por Jesús, se cumplió la primera, la relativa a la destrucción del templo, cuando este fue arrasado por las tropas del emperador romano en el año 70 d. C., por lo cual queda por cumplirse la segunda profecía, relativa a la Segunda Venida en la gloria de Nuestro Señor Jesucristo, cuando vendrá a juzgar a vivos y a muertos, sentenciando a unos al horror eterno del Infierno y a otros, a la eterna felicidad en el Reino de los cielos. Es para esta Segunda Venida, para la cual debemos estar “vigilantes, atentos, con las túnicas ceñidas y las lámparas encendidas”, porque nadie sabe cuándo será el Día de la Ira del Señor.

 

        

 


sábado, 20 de abril de 2024

“Yo Soy el Buen Pastor”

 


(Domingo IV - TP - Ciclo B – 2024)

         “Yo Soy el Buen Pastor” (Jn 10, 11-18). En esta parábola de Jesús, hay cuatro protagonistas: el Buen Pastor, que da la vida por las ovejas; el mal pastor o pastor asalariado, a quien no le importan las ovejas, sino el salario, la paga, es decir, trabaja solo para cobrar a fin de mes; el lobo, que desea destruir a las ovejas; finalmente, las ovejas, que a su vez se clasifican en dos grupos: las que “conocen la voz del Buen Pastor” y lo siguen dondequiera que vaya, y las ovejas que “todavía no están en el redil”, pero que son “propiedad del Buen Pastor”.

         ¿Qué o a quién representan cada uno de los personajes de la parábola?

         El Buen Pastor es, obviamente, Nuestro Señor Jesucristo, quien da la vida por sus ovejas, es decir, por las almas, en el Santo Sacrificio del Calvario. Él ama a sus ovejas, ama a las almas que Él mismo creó y que ahora están en peligro de muerte eterna y por eso no duda en dar su vida en rescate por las almas; el cayado del Buen Pastor es su Cruz, la Santa Cruz de Jesús y es con el cual va al rescate de sus ovejas. Cuando una de sus ovejas, aun escuchando la voz del Buen Pastor, decide alejarse de su Presencia, decide apartarse de los sacramentos y de la oración y así por culpa propia se pierde, extraviando el camino, y cae por un barranco -esa caída representa el pecado, sobre todo el pecado mortal-, en la caída se lastima gravemente, se abre su piel, comenzando a sangrar abundantemente, se quiebran sus huesos, al dar varios tumbos y golpear con las rocas antes de llegar al fondo del barranco; una vez en el fondo del barranco, la oveja, mal herida, no puede moverse por sí misma; está herida de muerte, sangrando, con sus huesos quebrados y de no mediar un pronto auxilio, morirá desangrada, de hambre y de sed o, lo que es más probable, morirá por causa de las dentelladas que el lobo le asestará con sus afilados colmillos. El Buen Pastor, Jesucristo, dejando a buen resguardo a las otras ovejas, sale con su cayado, con la Santa Cruz y con ella baja al barranco, desciende a las profundidades del abismo en el que el alma ha caído a causa de sus pecados y la cura con el aceite de su amor misericordioso, la venda con la gracia santificante, la alimenta con su Carne y con su Sangre, la carga sobre sus hombros y la lleva, barranco arriba, para ponerla a salvo de una muerte segura a manos del lobo.

         El mal pastor o pastor asalariado es cualquier sacerdote de la Iglesia Católica al que no le importa la salud espiritual de las almas, solo le importan las ganancias materiales que pueda llegar a obtener. Al mal pastor, le da lo mismo si sus ovejas adoran a la Santa Muerte, al Gauchito Gil, a la Difunta Correa; le da lo mismo si usan la cinta roja para la envidia, o la mano de Fátima, o el árbol de la vida, o el ojo turco. Cuando el mal pastor detecta señales de la presencia del Ángel maligno, del Ángel caído, huye, dejando a las ovejas a su suerte, sin protegerlas con la Santa Cruz de Jesús. El Mal Pastor por excelencia es el Anticristo, el cual entrega a las ovejas al Lobo del Infierno; los otros malos pastores, son participantes de la malicia del Mal Pastor.

         El lobo representa al Lobo Infernal, el Demonio, Satanás o Lucifer, el Príncipe de las tinieblas, el Padre de la mentira, el cual quiere apoderarse de lo que no le pertenece, las ovejas, es decir, las almas. Todas las almas le pertenecen a Dios Trinidad, por ser Él quien las creó, las redimió y las santificó, pero el Demonio, en su soberbia, en su orgullo, en su extrema malicia, pretende que las almas sean suyas y por eso pide a sus seguidores que lo adoren, a cambio de cosas que él no puede dar, como salud, dinero, amor. Es un mentiroso y un “homicida desde el principio”, como dice Jesús, porque a las almas a las que él ataca y logra seducir, las hace caer en pecado mortal, muriendo así a la vida de la gracia. El Único que puede hacerle frente es el Buen Pastor, Jesucristo, quien se enfrenta con el Lobo del Infierno con su Santa Cruz y lo pone en fuga, alejándolo de las almas y esto lo hace a través de los sacramentos, de los sacramentales, de la fe y del amor que el alma tiene a Jesucristo.

         Las ovejas representan a las almas de los bautizados, a los fieles que pertenecen a la Iglesia Católica; quienes rezan, cumplen los Mandamientos de la Ley de Dios, cumplen los consejos evangélicos de Jesús, frecuentan los sacramentos, hacen adoración eucarística, asisten a Misa y reciben a Jesús Eucaristía en estado de gracia, son las almas que “conocen la voz” del Buen Pastor, saben quién es Jesús, lo reconocen en cuanto lo oyen y lo siguen. En cambio las ovejas o almas que no se alimentan de la Eucaristía, que no se confiesan, que no obran la misericordia, no saben quién es Jesús, no lo reconocen por su voz y no sabe dónde está. Las ovejas que son del Buen Pastor y no están todavía en el redil, son las almas de personas de buena voluntad que, por haber nacido en el seno de una secta, se encuentran en las sectas o falsas iglesias, pero en cuanto reciban la gracia de la conversión, dejarán las sectas para incorporarse a la Iglesia Católica; cuándo sucederá eso, solo Dios lo sabe.

         “Yo Soy el Buen Pastor”. Debemos preguntarnos qué clase de ovejas somos: si somos las ovejas o almas que conocen a la voz del Buen Pastor y lo siguen dondequiera que vaya, o si somos ovejas que andamos descarriadas, que no escuchamos las advertencias de peligro del Buen Pastor, que nos previene de las ocasiones de pecado e igualmente caemos en él, siendo luego fáciles presas del Lobo Infernal. Pidamos a la Buena Pastora, la Virgen María, de reconocer siempre la voz del Buen Pastor, Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía, para que nunca nos apartemos del rebaño pequeño y fiel aquí en la tierra, para que luego adoremos al Cordero por la eternidad en los cielos.


viernes, 5 de abril de 2024

Domingo in Albis

 


(Domingo II - TP o Domingo in Albis - Ciclo B – 2024)

        

         “Anunciarás al mundo mi Segunda Venida”. Jesús Misericordioso se le aparece a Santa Faustina Kowalska y le da varias misiones, como por ejemplo, confirmar la existencia del Infierno -aunque la Iglesia Católica lo anuncia desde hace veinte siglos, Santa Faustina es llevada en persona al Infierno para dar testimonio de él, para que nadie diga que no existe y que está vacío, sino que existe, es real y dura para siempre y está ocupado por demonios y almas condenadas; también le da la misión de recordar a los hombres que Dios es Misericordia Infinita, para que los pecadores no desesperen, aun los más empedernidos y así no teman acercarse a Dios, pidiendo perdón por sus pecados en el Sacramento de la Confesión; y entre estas misiones, como una de sus principales misiones, Jesús Misericordioso le encarga a Santa Faustina la misión de anunciar al mundo que Él está por regresar por Segunda Vez, dando como señal de su regreso inminente la misma imagen de Jesús Misericordioso. Esta Segunda Venida de Jesús en la gloria es un dogma de fe de la religión católica y aunque parezca obvio, es necesario afirmar que debemos creer que Jesús vendrá por Segunda Vez y esta verdad de fe a su vez implica otras verdades de fe, como el creer que el Hijo de Dios vino por primera vez, en Belén, en la humildad de nuestra carne -nadie se enteró de su Primera Venida, solo los pastores, quienes fueron advertidos por los ángeles, quienes les dijeron: “Les ha nacido un Redentor, vayan a adorarlo, lo encontrarán envuelto en pañales”, pero aparte de los pastores, nadie más supo de la Primera Venida de Jesús- y en esta Primera Venida vino para cumplir su misterio pascual de muerte y resurrección a través de su Sacrificio en Cruz, abriéndonos las Puertas del Cielo por el poder de su Sangre y concediéndonos la filiación divina a través de la gracia santificante, adoptándonos como hijos de Dios; la Segunda Venida será muy diferente a la Primera, porque si en la Primera pasó inadvertido, en la Segunda será visto por toda la humanidad, porque toda la humanidad comparecerá ante Él, desde Adán y Eva hasta el último hombre nacido en el último día de la historia humana; además, vendrá con su Cuerpo glorioso y resucitado, pleno de gloria y de luz divina, escoltado por todo el ejército de ángeles celestiales; vendrá en el Último Día en la gloria pero no como Jesús Misericordioso, no como el Jesús dulce, pacífico, paciente, que nos tiene una paciencia infinita hasta que nos decidamos de una vez a ser cristianos, hasta que nos decidamos de una vez a vivir los Mandamientos de la Ley de Dios, hasta que nos decidamos a vivir de la gracia que nos conceden los Sacramentos; vendrá como como Juez Justo y Verdadero, para sentenciar a toda la humanidad, a todos y cada uno de nosotros, para arrojar al Infierno eterno a los perversos y orgullosos y para conducir al Reino de los cielos a quienes lo aman a Él y a la Trinidad.

Ahora bien, esta Segunda Venida implica también otra verdad de fe y es que estará precedida por la asunción del Anticristo, quien dominará de modo tiránico al mundo por un breve período de tiempo y dicho gobierno del Anticristo, el gobierno del Nuevo Orden Mundial, un gobierno sin Dios y contra Dios, está anunciado proféticamente por el Catecismo de la Iglesia Católica. Dice así el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 675: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cfr. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cfr. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cfr. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)”. El Catecismo dice que antes de la Segunda Venida de Cristo, el Anticristo vendrá y se pondrá en su lugar, engañando la fe de los creyentes, dando una aparente solución a los problemas del hombre, pero al precio de la apostasía de la verdad. Luego dice el Catecismo en el numeral 680: “Cristo, el Señor, reina ya por la Iglesia, pero todavía no le están sometidas todas las cosas de este mundo. El triunfo del Reino de Cristo no tendrá lugar sin un último asalto de las fuerzas del mal”. Y en el 682: “Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia”. Entonces, según el Catecismo, a esta verdad de fe de la Segunda Venida de Jesús, le corresponde también otra verdad y es la de la llegada previa del Anticristo, antes de la Segunda Venida de Cristo. El Anticristo se auto-proclamará como el salvador de la humanidad, pero será un falso cristo, será una persona poseída por Satanás, que obrará al servicio de Satanás y reinará a costas de la perversión de la Verdad, a costas de ocultar la Verdad para brindar una “falsa solución apostatando de la verdad”, es decir, engañando a los hombres, ocultando la Verdad Revelada en Cristo y suplantándola con la Mentira, con la Falsedad, con el Engaño, lo cual es propio del Padre de la Mentira, el Demonio. Y así como la señal de los cristianos es la Verdad, la Misericordia y la Eucaristía, así habrá una señal que identificará a los seguidores del Anticristo y es la Mentira, el Odio y la marca de la Bestia, el número 666, tal como lo indica el Apocalipsis. Solo para señalar un ejemplo entre miles, ya se está experimentando con un chip subcutáneo patentado con el número 060606 y quien no lo posea, no podrá “ni comprar ni vender”, como lo dice el Apocalipsis.

“Anunciarás al mundo mi Segunda Venida”. Como preludio de la Segunda Venida de Cristo, reinará el Anticristo, el cual se caracterizará por la extrema malicia, por la malicia inhumana de su gobierno, por una malicia jamás vista y que provocará horror entre los hombres y muy probablemente parte de esa malicia del Anticristo ya la estamos viviendo, a través de las leyes promulgadas por hombres sin Dios, servidores de Satanás y del Anticristo, como por ejemplo, las leyes por las cuales se considera el asesinato de niños por nacer como derecho humano y constitucional, y por estas leyes inicuas se producen cincuenta millones de niños abortados por año; parte de la malicia del gobierno del Anticristo ya la  estamos viviendo porque con la sangre y las células de esos niños abortados se producen fármacos experimentales y productos cosméticos; parte de la malicia del gobierno del Anticristo ya la estamos viviendo porque gran parte de la humanidad ha rechazado a Dios y a su Mesías, Cristo, y comete día a día innumerables pecados abominables que claman venganza a la Justicia de Dios, como homicidios, ocultismo, satanismo, espiritismo, pecados contra natura, guerras, traiciones, adulterios y crímenes de todo tipo. “Anunciarás al mundo mi Segunda Venida”. Como devotos de la Divina Misericordia, tenemos como misión la misma misión de Santa Faustina, el anunciar que la Segunda Venida de Cristo está cerca y que la imagen de Jesús Misericordioso es la señal de la proximidad de esta Segunda Venida. Cuando venga Jesús por Segunda Vez, pondrá fin a la malicia de los seguidores del Anticristo; hasta que eso suceda, nuestro deber es obrar la misericordia, corporal y espiritual, como parte de nuestra misión de anunciar que Cristo está por venir por Segunda Vez.

lunes, 26 de junio de 2023

“Entrad (al Reino de Dios) por la Puerta estrecha”

 


"Anticristo"
(Lucca Signorelli)

“Entrad (al Reino de Dios) por la Puerta estrecha” (Mt 7, 6. 12-14). Jesús utiliza las figuras de dos puertas, una estrecha y otra ancha y espaciosa, para describir lo que nos espera más allá de esta vida terrena, la vida eterna. De las dos puertas, Jesús nos advierte que, para entrar en el Reino de Dios, debemos elegir la puerta estrecha. ¿Qué es la “puerta estrecha”? O mejor, ¿quién es la “puerta estrecha”? La Puerta estrecha es Él, Jesús, el Hombre-Dios, porque Jesús mismo se adjudica, para Sí, el nombre de “puerta”: “Yo Soy la Puerta” (Jn 10, 9). Jesús, su Sagrado Corazón Eucarístico, es la Puerta que nos conduce a algo infinitamente más hermoso que el mismo Reino de los cielos y es el seno del Eterno Padre, que es de donde Él, Jesús, procede. Él es la Puerta que nos conduce desde la temporalidad de nuestra historia, que se desenvuelve en el tiempo, a la feliz eternidad, a la eternidad bienaventurada que es el seno del Eterno Padre. Él, en la Eucaristía, es la Puerta a la eterna felicidad: “Yo, Presente en Persona en la Eucaristía, Soy la Puerta abierta al Padre”. También nos advierte Jesús que esta Puerta, que es Él, es “estrecha”, porque no se puede abrir esta Puerta sino es por medio de la gracia santificante; no se abre la Puerta si no hay obras de misericordia; no se abre la Puerta si no se ama al enemigo, si no se perdona al que nos ofende, si no se lleva consigo la Cruz de cada día.

La otra imagen que utiliza Jesús para referirse a la vida eterna, es la de la senda o puerta ancha, espaciosa: esta senda o puerta ancha, es la senda del mundo, que está en contra de Cristo, es la anti-puerta del Anticristo. Es una senda fácil de recorrer, porque no se necesita vivir según los Mandamientos de Dios: se puede vivir en concubinato, se puede cambiar de pareja cuando se quiera; se puede vivir la impureza del cuerpo y de la mente sin ninguna preocupación, porque para quien vive según la ley del Anticristo, nada es pecado, el pecado es bueno y la virtud es algo anticuado, pasado de moda. La puerta ancha es fácil de recorrer, porque se puede prescindir de Dios y de Cristo, se puede vivir ya no solo como si Dios no existiese, sino como si Cristo nunca hubiera venido a salvarnos por el sacrificio de la Cruz. Es una puerta ancha, fácil de recorrer, pero conduce a un lugar opuesto al Reino de los cielos, conduce al reino de las tinieblas, reino del horror, del espanto y del dolor, reino del cual no se sale más.

“Entrad (al Reino de Dios) por la Puerta estrecha”. Puestos en la encrucijada de elegir entre la Puerta estrecha y la senda ancha, elijamos la Puerta estrecha, el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

domingo, 28 de mayo de 2023

“Recibirás cien veces más, persecuciones y la vida eterna”

 


“Recibirás cien veces más, persecuciones y la vida eterna” (Mt 10, 28-31). Pedro le dice a Jesús que ellos, los Apóstoles, “han dejado todo y lo han seguido”. En su respuesta, Jesús revela que es cierto que “Dios no se deja ganar en generosidad”, como dicen los santos, ya que le afirma que “recibirá cien veces más de lo que dejó” -entendido en bienes materiales y afectivos, como la familia, por ejemplo-, pero además, quien lo siga, recibirá algo que no tiene comparación con este mundo y que vale infinitamente más que cualquier tesoro que alguien pueda dejar en pos de Jesús y es la vida eterna: “Recibirás la vida eterna”.

Así podemos comprobar cómo Dios recompensa no solo con bienes materiales, sino ante todo con bienes espirituales y dentro de estos, un bien espiritual que no tiene comparación alguna y es la vida eterna, es decir, la vida de la Trinidad. A cambio de dejar bienes materiales y afectivos en esta vida, en el seguimiento de Jesús, Dios recompensa con una cantidad cien veces mayor en bienes materiales y con algo que vale más que todo el oro del mundo, la alegre y feliz eternidad en el Reino de Dios.

Pero hay algo más que recibirá aquel que siga a Jesús: la persecución, y eso lo dice explícitamente Jesús: “Recibirás cien veces más, persecuciones y la vida eterna”. La razón de la persecución es que si a Jesús, que es el Maestro, lo persiguieron, sus discípulos no pueden seguir otro camino que el recorrido por su Maestro; es decir, si a Jesús lo persiguieron, también perseguirán a quienes sean discípulos de Jesús. ¿Quiénes serán los perseguidores? Los que no posean el Espíritu de Cristo, es decir, los que pertenezcan al Anticristo. El Anticristo quiere el mundo y las almas para sí, aunque las almas le pertenecen a Jesús, por ser Él el Creador. El Anticristo ha perseguido a la Iglesia y la perseguirá hasta el fin, pero esta persecución finalizará con la Segunda Venida de Cristo en la gloria, por lo cual la victoria está asegurada para el cristiano, para quien siga a Cristo hasta la victoria de la cruz.

martes, 8 de noviembre de 2022

“Muchos vendrán usando mi Nombre diciendo: “Yo Soy”, no los sigáis”

 


(Domingo XXXIII - TO - Ciclo C – 2022)

          “Muchos vendrán usando mi Nombre diciendo: “Yo Soy”, no los sigáis” (Lc 21, 5-19). Jesús nos revela una de las señales que, cuando aparezca, indicará que su Segunda Venida está cerca: la aparición de falsos cristos. Lo que nos quiere decir Jesús es que estos falsos cristos aparecerán antes de la Segunda Venida de Cristo en la gloria; luego aparecerá el Anticristo, implementará su reinado de terror infernal y luego será precipitado al Infierno junto al Demonio, al Falso Profeta y a la Bestia, por Cristo.

          Con relación a esta señal, la aparición de falsos cristos, si nos llevamos solo por lo que está pasando, podemos decir que esta señal ya está presente. En nuestros días, han aparecido una innumerable cantidad de falsos cristos, que se presentan a sí mismos diciendo: “Yo Soy el Cristo”, pero todos son falsos; estos falsos cristos anteceden a la aparición del Anticristo. Algunos de estos cristos falsos son: el cristo de los protestantes, el cristo del Islam,; los cristos de las sectas, como por ejemplo, Sergei Torop, arrestado en Siberia por daños psicológicos y físicos, que tenía y tiene miles de seguidores y decía ser la reencarnación de Cristo[1]; David Koresh, el fundador de la secta de los davidianos, que finalizó en una tragedia, con la muerte de casi treinta niños y cincuenta adultos; el fundador de la secta Templo del Pueblo, el auto-proclamado pastor Jim Jones, que provocó un asesinato o un suicidio masivo en Guyana[2]; el fundador de la secta “Creciendo en gracia”, José Luis de Jesús Miranda, que decía ser tanto Cristo como el Anticristo y se identificaba con el número 666[3]; el fundador de la secta “Nxvim”, Keith Rainiere, en México, quien también afirmaba ser cristo[4]; el cristo o mesías del judaísmo, como el que ha aparecido en estos días en Israel, un rabino llamado Shlomo Yehuda, al que le atribuyen decenas de curaciones milagrosas[5], sostenido política y religiosamente por el Sionismo Religioso, partido político de rabinos ultraortodoxos judíos[6]. Como estos ejemplos, podríamos continuar casi al infinito, exponiendo los casos de quienes se presentan como “otros cristos”, todo lo cual nos da una señal que indica que se está llevando a cabo una de las señales dada por el mismo Cristo en Persona y que indicarían que su Segunda Venida está cerca y es precisamente la aparición de falsos cristos.

          “Muchos vendrán usando mi Nombre diciendo: “Yo Soy”, no los sigáis”. Para no caer en el engaño de los falsos cristos y del Anticristo, debemos saber que el Verdadero y Único Cristo es el Cristo de la Iglesia Católica, el Cristo Eucarístico, la Segunda Persona de la Trinidad, encarnada en la humanidad de Jesús de Nazareth, que continúa y prolonga su Encarnación en la Eucaristía. El que no conozca a Cristo en la Eucaristía, será engañado por el Anticristo, de ahí la necesidad imperiosa, urgente, de hacer adoración eucarística, de rezar el Santo Rosario, de hacer penitencia, para que la luz de la gracia, la luz del Espíritu Santo, nos ilumine el intelecto y el corazón y nos de el verdadero conocimiento del verdadero Cristo, para no ser engañados por los falsos cristos y sobre todo, por el Anticristo. Es urgente e imperiosa la conversión eucarística del alma, la conversión del corazón y del ser al Verdadero y Único Cristo, el Cristo Eucarístico.

lunes, 1 de agosto de 2022

“Estad preparados para la Segunda Venida”

 


(Domingo XIX - TO - Ciclo C – 2022)

          “Estad preparados para la Segunda Venida” (cfr. Lc 12, 32-48). Para describir cómo será la Segunda Venida del Hijo del hombre en la gloria, para juzgar al mundo, Jesús utiliza la imagen de un dueño de casa que parte para una fiesta de bodas y que regresará ya bien entrada la noche, por la madrugada, sin especificar a qué hora va a regresar. Lo que es cierto es que regresará; lo que es cierto es que regresará cuando ya sea la noche oscura; pero lo que nadie sabe es cuándo regresará. Parte de la imagen que utiliza Jesús es la de los servidores de este dueño de casa: puesto que su amo ha partido dejando dicho que regresará, pero sin especificar la hora, los servidores deben estar atentos a su llegada, es decir, no deben ponerse a dormir, ni a comer, ni a distraerse, y mucho menos a emborracharse; deben estar “con las túnicas ceñidas, con las lámparas encendidas y a la espera vigilante del regreso de su señor”. Sólo así el dueño de casa, cuando regrese, recompensará a los buenos servidores, pero a los malos servidores, a los que no lo esperaron a su regreso, a los que se dedicaron a emborracharse, a pelear con los demás y a dormir, a esos los castigará.

          Para entender esta imagen utilizada por Jesús, la del amo y dueño de casa y la de los servidores buenos y malos, debemos reemplazar los elementos naturales por los sobrenaturales.

          Así, el dueño de casa, el amo, el propietario, que parte hacia un destino desconocido para luego regresar a altas horas de la madrugada, es Jesús, quien en cuanto Dios, es Rey de reyes y Señor de señores, es el Dueño y el Amo de todo el universo, visible e invisible; el viaje que emprende es su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión al cielo, es decir, su misterio pascual salvífico de Muerte y Resurrección; su regreso es su Segunda Venida en la gloria; la hora de la noche en la que regresa, representa a un momento particular de la historia humana, en la que los hombres estarán envueltos en las tinieblas espirituales más profundas y oscuras que jamás haya conocido el hombre; la noche representa el dominio sobre la humanidad del Demonio y del Anticristo, profetizado en el Catecismo de la Iglesia Católica: “Antes de la Segunda Venida del Señor, reinará el Anticristo, quien será seguido por las multitudes, al precio de la apostasía de la Verdad”; las tinieblas cósmicas de la noche representan las tinieblas de los católicos que se dejarán engañar por el Falso Profeta, por el Dragón y por el Anticristo, la tríada infernal que gobernará a la humanidad con mano de hierro hasta la llegada triunfal de Cristo; los servidores buenos, los que esperan el regreso de su señor, representan a los católicos que viven su fe y la practican, aun cuando son conscientes de sus debilidades, de sus errores, de sus pecados: la túnica ceñida significa trabajo y en este caso, es el católico que trabaja para la Iglesia Católica, para que sus hermanos salven sus almas por medio de la gracia que conceden los sacramentos; la vela encendida significa la luz de la fe y de la gracia de Cristo, que ilumina las mentes y los corazones de los que aman al Señor Jesucristo y por lo tanto, iluminados de esa manera, no son engañados ni por el falso ecumenismo, ni por las herejías, ni por las falsas enseñanzas del Falso Profeta, puesto que son iluminados por la luz del Espíritu Santo, Espíritu de ciencia y de sabiduría divina; los malos servidores son los católicos que literalmente están dormidos en su fe, que no creen, ni esperan, ni aman ni adoran a Jesús en la Eucaristía y que no creen y tampoco les importa, que Jesús haya venido por Primera Vez para ofrendar su vida por el rescate de la humanidad y tampoco les importa que ha de regresar por Segunda Vez en la gloria, para juzgar a la humanidad en su totalidad, concediendo a los buenos el Reino de Dios y a los malos el Reino de las tinieblas, el Infierno eterno.

          “Estad preparados para la Segunda Venida”. Como dice Santa Teresa de Ávila, es hora de despertar y no de dormir, espiritualmente hablando, porque el Amor no es amado y porque cada día que pasa, está más cerca la Segunda Venida en la gloria del Señor Jesús, pero también está más cerca el reinado de horror y tinieblas del Anticristo. Solo el que esté con la túnica ceñida, con las velas encendidas y en espera atenta y vigilante a la Llegada del Señor Jesús, podrá soportar la dictadura del Anticristo, para luego recibir como premio inmerecido el Reino eterno de la Santísima Trinidad.

viernes, 19 de noviembre de 2021

“Cuando vean que sucedan estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca”

 


“Cuando vean que sucedan estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca” (Lc 21, 29-33). Jesús profetiza acerca de dos eventos futuros: la destrucción del templo y de Jerusalén y su Segunda Venida en la gloria. El primer evento será local y los discípulos tendrán tiempo para huir en dirección opuesta al lugar en donde sucederá, para poder ponerse a salvo y ocurrirá en un momento determinado: “antes de que pase esta generación”. Esto ocurrió efectivamente en el año 70 d. C., luego de que las tropas del emperador romano sitiaran y luego arrasaran a Jerusalén y al templo. El segundo evento, su Segunda Venida en la gloria, no tiene un tiempo determinado, puesto que “nadie sabe ni la hora ni el día, excepto el Padre” y será un evento universal, pues comparecerá toda la humanidad ante Cristo, quien vendrá como Justo y Eterno Juez, para conducir a los buenos al Reino de los cielos y para condenar a los malos al Infierno eterno; al ser universal, de este evento nadie podrá “escapar”, por así decir, puesto que será el Juicio Final para toda la humanidad en general y para cada ser humano en particular.

Si bien Jesús no da una fecha para su Segunda Venida, sí da las señales que la precederán: “se oscurecerán el sol y la luna, los astros caerán”, habrá guerras, terremotos, tempestades, pestes, hambrunas, aparecerán falsos mesías, falsos cristos y, finalmente, precederá inmediatamente su Segunda Venida la última persecución sangrienta contra la Iglesia –anunciada en el número 675 del Catecismo- y la “abominación de la desolación”, es decir, la supresión del Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa, con la aparición del Anticristo, su auto-proclamación como Cristo y la entronización de un ídolo demoníaco, todo lo cual “conmoverá el cimiento de la fe” de muchos bautizados, provocando la apostasía de una gran cantidad de fieles. La apostasía hará que los fieles dejen de adorar a Cristo en la Eucaristía y dejen de adorar a la Santísima Trinidad, para adorar al Anticristo y a la tríada satánica: la Bestia –la Masonería-, el Dragón rojo del Apocalipsis –el Comunismo, que se implantará en todo el mundo como un Estado Comunista Universal, que es en eso en lo que consiste el Nuevo Orden Mundial anticristiano- y el Anticristo, cuyo camino al poder y al trono pontificio será allanado por el Falso Profeta.

“Cuando vean que sucedan estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca”. Sólo la oración –sobre todo el Santo Rosario-, la Adoración Eucarística, la Conversión Eucarística, la frecuencia de la Confesión sacramental, la Comunión en gracia, con fe, devoción, piedad y amor, nos darán la luz divina suficiente para discernir la proximidad del Reino de los cielos y la inminencia del Día de la Ira de Dios.

jueves, 18 de noviembre de 2021

“Muchos vendrán en Mi Nombre, no los sigáis”

 


“Muchos vendrán en Mi Nombre, no los sigáis” (cfr. Lc 21, 5-11). Le preguntan a Jesús cuándo será la destrucción del templo y Jesús responde profetizando acerca de dos eventos: de la destrucción del templo y de su Segunda Venida en la gloria. En relación a la destrucción del templo, la respuesta que da Jesús es “antes de que pase esta generación” y eso efectivamente se cumplió, pues el templo y Jerusalén fueron arrasados por las tropas del general romano Tito en el año 70 d. C. Con respecto a la Segunda Venida, da varias señales, como un eclipse solar y lunar –podría ser el efecto secundario de una guerra mundial termonuclear, que ocultaría la luz del sol y de la luna por la acumulación en la atmósfera de residuos atómicos-, además de terremotos, hambrunas, guerras, pestes. Pero hay un dato más que da Jesús y es para que estemos alertas acerca de la proximidad de su Segunda Venida y es la aparición de falsos mesías, de falsos cristos, lo cual está sucediendo en la actualidad. Por ejemplo, en Ucrania, Serguei Torop, fundador de la secta “Ciudad del sol”, se proclamaba ser la “reencarnación” (sic) de Jesús[1]; otro caso es el del fundador de la secta Moon; otro caso es el del fundador de una secta en Centroamérica, llamada “Creciendo en gracia” y cuya identificación es un tatuaje en la piel del número 666: el fundador de esta secta, llamado José Luis de Jesús Miranda, se autoproclamaba ser el Hijo de Dios, además de ser inmortal, aunque luego falleció por cáncer y no hay noticias de que haya resucitado[2]; otro caso es el del cristo de la Nueva Era, un cristo que, según los adeptos de esta secta, se encuentra en una nave espacial, al mando de una flotilla de naves alienígenas, a la espera de descender a la tierra en el momento oportuno. Y así, la lista de falsos cristos puede extenderse casi al infinito.

Pero a esta larga lista de falsos cristos, le sucederá un último falso cristo, el último de todos, el que precederá inmediatamente a la Segunda Venida del Verdadero Cristo y será el Anticristo por antonomasia; será el Anticristo último, un ser humano poseído por Satanás, que será el vicario de Satanás y cuya maldad excederá inimaginablemente a sus predecesores. El último Anticristo hará falsos prodigios, falsos milagros y así logrará confundir a muchos; suprimirá el Santo Sacrifico del Altar, la Santa Misa; suprimirá la Eucaristía porque dirá que ya no hace falta alimentarse con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, porque él ya está entre nosotros; en lugar del Sacrificio del Altar y en lugar de la Eucaristía, entronizará la “abominación de la desolación”, un ídolo demoníaco, al cual hará adorar por la fuerza a todos los hombres; además, se entronizará a sí mismo como si fuera Dios y hará que todos reciban la marca de la Bestia –la Masonería-, marca sin la cual “nadie podrá comprar ni vender”, como lo dice el Apocalipsis y como parece ser un antecedente el Pasaporte Sanitario.

“Muchos vendrán en Mi Nombre, no los sigáis”. El Único y Verdadero Cristo es el Hijo de Dios encarnado, que murió en la cruz y resucitó y reina en los cielos eternos con el Padre y el Espíritu Santo y que reina en los corazones de los que creen en Él y lo aman en su Presencia Eucarística. Cualquier otro Cristo es un falso cristo y jamás debe ser seguido.

domingo, 7 de noviembre de 2021

“Cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca”

 


(Domingo XXXIII - TO - Ciclo B – 2021)

“Cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca” (Mc 13, 24-32). Esta respuesta es formulada por Jesús en respuesta a la pregunta de los discípulos acerca del tiempo de la destrucción del templo y en ella Cristo describe las señales que han de preceder a ese suceso y habla también de la Segunda Venida del Hijo del hombre, es decir, trata en la profecía acerca de dos temas distintos. Lo que se debe dilucidar es qué parte de las profecías corresponde a cada uno de los sucesos. Según algunos exégetas, Cristo hace una importante distinción entre ambos sucesos. La destrucción del templo será precedida por señales que servirán de aviso a los discípulos para escapar del inminente desastre. Esta calamidad local, de la que podían escapar huyendo a otra parte, tendría lugar “antes de que pase esta generación”. En cambio, Cristo no da ninguna información sobre el tiempo de la Venida del Hijo del hombre, suceso el cual sería repentino e inesperado y no habría señal alguna de aviso. Es por este motivo que Jesús llama a estar constantemente preparados: “Estad alertas, velad, porque no sabéis cuándo será el tiempo” (33). Si bien Cristo no reveló el tiempo de su Segunda Venida, sus palabras proporcionan suficiente información para poner en guardia a los discípulos contra una posible identificación de este suceso con la época de la destrucción de Jerusalén, ya que en sus mentes estaban estrechamente asociados la destrucción del templo y el fin del mundo (cfr. 13, 4). Cristo, al insistir en que la fecha de la parusía era incierta, declarando al mismo tiempo que la destrucción del templo tendría lugar antes de que “pasara esta generación” y al prescribir además las diferentes actitudes que sus seguidores habían de adoptar en relación con tales sucesos, se proponía disipar la confusión en las mentes de los apóstoles. La profecía entonces comprende un doble tema, la destrucción del templo y la Segunda Venida en la gloria.

Hay un dato más, contenido proféticamente en el Catecismo de la Iglesia Católica, en lo que se refiere a la Segunda Venida de Cristo, y es que, antes de esta Segunda Venida, se producirá la última persecución sangrienta contra la Iglesia Católica, luego de lo cual será entronizado el Anticristo, el vicario de Satanás, quien establecerá, en la falsa iglesia, que el pecado ya no existe más y que lo que antes era pecado, ahora es un “derecho humano”. Dice así el Catecismo, en su número 675, en el apartado titulado “La última prueba de la Iglesia”: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cfr. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cfr. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cfr. 2 Ts 2, 4-12; 1 Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)”. Entonces, según el Catecismo, antes de la Segunda Venida de Cristo, la Iglesia Católica, la Esposa Mística del Cordero, la Única Iglesia Verdadera del Único Dios Verdadero, será perseguida; se suprimirá el Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa –según la profecía de Daniel-, se establecerá la “abominación de la desolación”, es decir, además de la supresión de la Eucaristía, se adorará a un ídolo pagano, un falso dios, un demonio oculto en un fetiche idolátrico; el Anticristo declarará que el pecado ya no es más pecado y que todo lo que el catolicismo consideraba pecado, ya no lo es más, porque será entonces un “derecho humano” y algo de esto lo estamos padeciendo en nuestro país, a partir de la aprobación de la ley genocida del aborto, que declara al aborto, al asesinato del niño por nacer, como un “derecho humano”, tal como lo establece el Anticristo. El seguimiento del Anticristo tendrá como consecuencia el abandono de la fe en forma masiva, lo cual se llama “apostasía” y esta apostasía será consecuencia del rechazo del Verdadero Cristo, el Cristo Eucarístico, que en cuanto Dios es la Verdad Increada en Sí misma, al mismo tiempo que implicará la adoración a la tríada satánica, que se establecerá en la Nueva Falsa Iglesia: el Anticristo, la Bestia y el Dragón. Todo esto es lo que profetiza Jesús que sucederá antes de su Segunda Venida en la gloria.

Ahora bien, de estas dos profecías, la primera ya se cumplió en el año 70 d. C., con la destrucción del templo por parte de las tropas del emperador romano; queda en pie el cumplimiento de la segunda profecía, la de la Segunda Venida en la gloria de Nuestro Señor Jesucristo, cuando vendrá a juzgar a vivos y a muertos, sentenciando a unos al horror eterno del Infierno y a otros, a la eterna felicidad en el Reino de los cielos. Es para esta Segunda Venida, para la cual debemos estar “vigilantes, atentos, con las túnicas ceñidas y las lámparas encendidas”, porque nadie sabe cuándo será el Día de la Ira del Señor.

 

 


sábado, 6 de noviembre de 2021

“Donde hay un cadáver, se juntan los buitres”

 


“Donde hay un cadáver, se juntan los buitres” (Lc 17, 26-37). Jesús revela qué es lo que sucederá en los tiempos inmediatos precedentes a su Segunda Venida en la gloria: en síntesis, será de tal manera tan inesperada su Segunda Venida, que la humanidad entera vivirá “naturalmente”, como si Dios no existiera, como si Dios no fuera nunca a volver para juzgar a vivos y muertos. Para dar una idea del estado de la humanidad antes de su Venida en la gloria, Jesús cita la época del diluvio y la destrucción de Sodoma y Gomorra: en ninguno de estos casos se esperaba el Juicio de Dios y el Juicio de Dios llegó en forma de agua y de fuego. De la misma manera sucederá en la Segunda Venida de Jesús: la humanidad estará inmersa en el pecado y sin pensar siquiera en Dios y es entonces cuando Jesús vendrá por Segunda Vez. Pero a esta Venida se le agrega algo o alguien que no estaba presente en tiempos de Noé y de Lot: el Anticristo, señalado por Cristo como el “cadáver”, y sus falsos profetas, los “buitres” que se reúnen en torno al cadáver: “Donde hay un cadáver, se juntan los buitres”. ¿Por qué el Anticristo es descripto con la figura de un cadáver? Porque el Anticristo está muerto espiritualmente. En otras palabras, el cadáver, desde un punto de vista espiritual, es el Anticristo, un hombre, una persona humana, que no solo no posee la gracia santificante y por eso está muerto espiritualmente, sino que además está poseído por Satanás y por eso está muerto doblemente desde el punto de vista espiritual. El Anticristo, hombre elegido por Satanás para ser su anti-mesías entre los hombres, obrará multitud de falsos prodigios y se hará pasar por el mismo Cristo, para confundir aún a los elegidos. Será un cadáver espiritual y así como un cadáver hiede por la descomposición orgánica, así el Anticristo esparcirá olor a podredumbre por dondequiera que vaya, ya que no tiene la “exquisita fragancia de Cristo”. Y así como alrededor de un cadáver se reúnen los buitres, para alimentarse de su cuerpo en descomposición, así alrededor del Anticristo se reunirán los hombres perversos, cuya malicia y perversidad superará incluso a las de los mismos demonios del Infierno y se reunirán alrededor del Anticristo para alimentarse del alimento putrefacto de sus malignas mentiras y venenosos engaños.

Si los buitres se reúnen alrededor del cadáver, los hijos de Dios deben levantar vuelo, como las águilas, en dirección al Sol de justicia, Cristo Eucaristía.

viernes, 15 de octubre de 2021

“¡Hipócritas! Disciernen el clima pero no el signo de los tiempos”

 


“¡Hipócritas! Disciernen el clima pero no el signo de los tiempos” (cfr. Lc 12, 54-59). ¿Por qué Jesús trata de “hipócritas” a la multitud? Antes de responder, repasemos el significado de la palabra “hipócrita”. Según la Real Academia Española, se dice “hipócrita” es la “[Persona] que actúa con hipocresía o falsedad”[1]. Entonces, lo que caracteriza al hipócrita es la falsedad. Ahora bien, en relación a la multitud, Jesús les dice que son hipócritas o falsos porque saben discernir el cambio de clima –saben si va a llover o si va a hacer calor- por el aspecto de las nubes y por el viento, pero en cambio callan cuando deben discernir “el signo de los tiempos”. Esto quiere decir que el ser humano tiene la inteligencia suficiente, dada por Dios, para poder discernir no sólo el clima, sino “el signo de los tiempos”, es decir, aquello que acontece en el tiempo y en el devenir de la historia. Por ejemplo, un discernimiento del “signo de los tiempos”, sería el de aquellos que, viendo el contenido ideológico ateo y materialista del marxismo, deduciría la crueldad del comunismo en cuanto llegara al poder; otro signo de los tiempos sería también el que, viviendo en la Alemania nazi, se diera cuenta, por la agresividad racista del discurso de los socialistas de Hitler, que el nacionalsocialismo impulsaría una “limpieza étnica”, como de hecho lo hizo. Tanto en la surgimiento del marxismo comunista, como en el surgimiento del nacionalsocialismo alemán, hubo voces críticas que se alzaron en contra de estos movimientos totalitarios, pero, o fueron silenciados a la fuerza, o bien debieron escapar para salvar sus vidas. Esto confirma que el ser humano tiene efectivamente la capacidad de discernir “el signo de los tiempos”, como lo afirma Jesús implícitamente y es por eso que les dice “hipócritas”, porque no disciernen que el Mesías está en medio de ellos, obrando milagros, expulsando demonios y anunciando la llegada del Reino de los cielos. Éstos eran para ellos los signos de los tiempos, pero no los reconocieron y de ahí el reclamo de Jesús.

“¡Hipócritas! Disciernen el clima pero no el signo de los tiempos”. El duro reproche de Jesús no se detiene en los hombres de su tiempo, sino que abarca a toda la humanidad y en primer lugar a los cristianos, que por la luz de la gracia recibida en el Bautismo, podemos ver más allá de lo que puede hacerlo un no bautizado. En otras palabras, también a nosotros Jesús nos dice “hipócritas” y esto lo merecemos toda vez que callamos o fingimos no darnos cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor, para que nadie nos moleste y así podamos seguir cómodamente en nuestras ocupaciones. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿cuáles son los signos de los tiempos, para nuestros tiempos? Sólo basta con una lectura ligeramente atenta a los medios de comunicación masivos, para ver qué dicen y qué omiten, para darnos cuenta de que estamos en tiempos caracterizados por un fuerte espíritu anticristiano: en muchos países del mundo domina el comunismo, ateo y materialista; en los llamados países libres, predominan también el ateísmo y el materialismo, además de la religiosidad luciferina de la Nueva Era o Conspiración de Acuario: esto hace que Halloween, la celebración del demonio, sea visto como algo "normal", alegre, placentero, bueno; tanto en países comunistas como en países libres, se persigue al cristianismo, sea de forma cruenta, sea a través de legislaciones anticristianas -ley del aborto, ley de identidad de género, ley de la ideología LGBT, etc.-, es entonces cuando estas democracias falsas se convierten en dictaduras, porque obligan a inocular a la población general un fármaco experimental, o bien se lo prohíbe directamente, como sucede en países en donde el Islam es gobierno. Cuando discernimos el signo de los tiempos, nos damos cuenta entonces que predomina el espíritu anticristiano, que prepara a la humanidad para la llegada del Anticristo. Esto, a su vez, debe llevarnos a elevar la mirada a Jesús Eucaristía, nuestro Dios y Señor, nuestro Salvador, el Único que puede salvarnos del reino de las tinieblas y conducirnos al Reino de Dios.

 

sábado, 3 de julio de 2021

“Jesús envió a los Doce y les dio poder para curar enfermos y expulsar demonios”

 


(Domingo XV - TO - Ciclo B – 2021)

         “Jesús envió a los Doce y les dio poder para curar enfermos y expulsar demonios” (cfr. Mt 6, 7-13). Jesús envía a los Apóstoles para que “prediquen la conversión” y les concede poder para curar enfermos y expulsar demonios. La actividad apostólica consiste, esencialmente, en el llamado a la conversión del corazón, es decir, que el corazón del hombre, corrompido por el pecado original y por eso apegado a esta vida terrena y a los falsos placeres del mundo, se despegue de la mundanidad y se eleve, llevado por la gracia, a la contemplación del Hombre-Dios Jesucristo, la Segunda Persona de la Trinidad encarnada en la Humanidad santísima de Jesús de Nazareth. Si el hombre, por el pecado original de Adán y Eva, cayó del Paraíso, quedando incapacitado para elevarse a Dios, ahora es Dios, en Cristo Jesús, quien baja del Cielo, para elevar al hombre a la unión con la Santísima Trinidad. Es en esto en lo que consiste la conversión que van a predicar los Apóstoles por orden de Cristo, siendo la curación de enfermos y la expulsión de demonios sólo signos que testifican que la conversión predicada por los Apóstoles es de origen divino y no humano.

         Esta conversión, que implica esencialmente el desapego de la vida mundana y la elevación del corazón a la unión con la Trinidad, es en lo que consiste el Reino de los cielos y es por lo tanto la novedad absoluta del catolicismo: el hombre no ha sido creado para esta vida terrena, natural, sino para la vida eterna, sobrenatural, en unión eterna con las Tres Divinas Personas. Es el concepto de bienaventuranza eterna celestial, en unión por el amor y la gloria a las Personas de la Trinidad, en lo que consiste la novedad completamente absoluta del catolicismo. El mensaje opuesto de Cristo es el del Anticristo: es la mundanidad, el permanecer apegados al hombre viejo y sus concupiscencias, el llamar “derecho humano” a lo que es pecado, el tratar de convertir, vanamente, a esta tierra en un paraíso terrenal.

         Los Apóstoles son enviados a predicar la conversión, para que así el alma se prepare, por la gracia, ya desde esta vida terrena, a la eternidad en la bienaventuranza de la contemplación de las Tres Divinas Personas es el Reino de los cielos. Ahora bien, esa eternidad gloriosa y bienaventurada comienza ya aquí, en la tierra, en medio de las tribulaciones y las persecuciones, cuando el alma está en gracia, porque por la gracia santificante, las Tres Divinas Personas –Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo-, vienen a inhabitar, a hacer morada, en el alma del justo, en el alma del que está en gracia, según las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica.

         “Jesús envió a los Doce y les dio poder para curar enfermos y expulsar demonios”. Se equivocan quienes hacen consistir el cristianismo en la curación de enfermedades y en la expulsión de demonios: el cristianismo es convertir el corazón a Jesús de Nazareth, por medio de la gracia, para vivir ya aquí en la tierra en la contemplación, por la fe, de las Tres Divinas Personas, como anticipo de la contemplación en la gloria en la eternidad, de la Santísima Trinidad y del Cordero, en el Reino de los cielos. Es en eso en lo que consiste la novedad absoluta del catolicismo y es para eso, para contemplar a la Trinidad en la eternidad, es que hemos sido bautizados en la Iglesia Católica.