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domingo, 2 de julio de 2023

“Increpó a los vientos y al lago y vino una gran calma”

 


“Increpó a los vientos y al lago y vino una gran calma” (Mt 8, 23-27). El evangelio relata un episodio que parece extraño, pero que tiene su significado sobrenatural. En el episodio Jesús sube a la barca seguido por sus discípulos y comienzan a navegar. Estando ya en mar abierto, el Evangelio relata que “se levantó un gran temporal, tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas”. El aspecto que puede resultar extraño en este episodio, no es tanto la tormenta que amenaza con hundir a la barca, lo cual no es poco frecuente, es algo que sucede a menudo en el mar; lo extraño es la actitud de Jesús: en medio de la tormenta, está “dormido”, dice el Evangelio, en la barca.

Luego, en un momento determinado, cuando la tormenta se hace más fuerte y el peligro de hundimiento es prácticamente irreversible, los discípulos se acercan a Jesús y lo despiertan, pidiéndole que los salve: “¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!”. Antes de hacer el milagro de calmar la tormenta, Jesús se dirige a los discípulos, también con una frase que llama mucho la atención: “¡Hombres de poca fe!”. Dicho esto, Jesús se pone en pie, increpa a los vientos y al mar y la tormenta desaparece en el acto y sobreviene “una gran calma”.

¿Cuál es el sentido sobrenatural del episodio del Evangelio?

La barca a la cual sube Jesús es la Santa Iglesia Católica; Jesús es su Gran Capitán, quien conduce a la Barca de la Iglesia a la vida eterna; el mar agitado, turbulento, es el mal que embiste a la Iglesia y la persigue, buscando hundirla  y ese mal está personificado en el Demonio y los ángeles apóstatas, además de los hombres impenitentes que odian a la Iglesia Católica; el punto en el que la Barca está a punto de hundirse, es la situación crítica que vivirá la Iglesia, profetizada en el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral seiscientos setenta y cinco, esto es, “una situación calamitosa al interno de la Iglesia, que sacudirá la fe” de los creyentes católicos; el hecho de que Jesús duerme en medio de la tormenta, significa que, en medio de esta situación catastrófica de la Iglesia Católica, antes de la Venida de Cristo, todo parecerá humanamente perdido, parecerá que Jesús no está en su Iglesia o que si está, da la apariencia de que Jesús está dormido, tal como sucede en el Evangelio; el milagro que hace Jesús, el calmar la tormenta solo con su voz, indica que Él es Dios Hijo, indica su divinidad, por lo tanto, que es el Hombre-Dios; por último, las palabras de Jesús a los discípulos antes de hacer el milagro, calificándolos de “hombres de poca fe”, se refieren a nosotros, los fieles católicos, que por nuestra falta de fe en Cristo precisamente como Hombre-Dios, nos asustamos ante los acontecimientos, que por fuertes que puedan ser, no están en absoluto fuera del control de Jesús Eucaristía.

Por medio de la Virgen, dejemos nuestras vidas a los pies de Jesús Eucaristía y que sea Él quien nos conceda su paz, cuando sea su santa voluntad.

martes, 2 de julio de 2019

“Increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma”



“Increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma” (Mt 8, 23-27). Jesús, que dormía en la Barca de Pedro –aprovechando la oportunidad de un breve descanso[1]-, es despertado los discípulos, los cuales han entrado en pánico al desencadenarse una tormenta de tal magnitud sobre la barca, que amenazaba con hundirla. Jesús se levanta y luego de reprender con calma la falta de fe al gritar “¡Vamos a perecer!”, pues ellos debían saber que estaban seguros en su compañía, sea que Jesús estuviera despierto o dormido[2], increpa a los vientos y al mar e inmediatamente “sobreviene una gran calma”. El milagro en sí mismo muestra que Jesús es Dios, porque sólo Dios puede obrar un milagro semejante sobre la naturaleza. En efecto, siendo Él su Creador, a Él le obedece la naturaleza entera.
Pero además del milagro en sí, hay algo que se destaca y es el hecho de que cada elemento en el pasaje evangélico, hace referencia a una realidad sobrenatural. Así, por ejemplo: la Barca de Pedro en donde Jesús duerme, es figura de la Iglesia Católica; la tempestad que se abate sobre la barca -el fuerte viento y las olas enormes- y amenaza con hundirla, son los ataques que la Iglesia Católica sufre a lo largo de su historia, por parte de los hombres que odian a Dios, azuzados en su odio por el Enemigo de Dios y las almas, el Demonio; el hecho de que Jesús duerma mientras arrecia el peligro, significa que llegará un momento en que mientras la Iglesia será atacada de todas las formas posibles, Jesús Eucaristía parecerá callado, al punto de pensar todos que Dios mismo se ha dormido; el despertar de Jesús y su intervención consiguiente, que hace cesar la tempestad de inmediato luego de increpar al viento y al mar, hace referencia a una súbita y repentina intervención de Jesús, en momentos en los que el mundo, el hombre y el demonio ataquen con tanta fuerza a la Iglesia, que todo parecerá humanamente perdido. En ese momento, Dios intervendrá desde la Eucaristía, para derrotar a sus enemigos y para inaugurar una nueva era de paz y amor en su Iglesia.
“Increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma”. Cuando todo parezca humanamente perdido, recordemos la intervención súbita de Jesús y tengamos confianza en su Amor Misericordioso, que late en la Eucaristía y nunca abandona.


[1] B. Orchard et al., Verbum Dei. Comentario a la Sagrada Escritura, Tomo III, Ediciones Herder, Barcelona 1957, 375.
[2] Cfr. B. Orchard, ibidem 375.