sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Cuál de los dos hijos hizo la voluntad del Padre?



“¿Cuál de los dos hijos hizo la voluntad del Padre?” (cfr. Mt 9, 9-13). Jesús nos presenta la parábola en donde un padre pide a dos hijos que vayan a trabajar a su viña. La respuesta de los dos es desigual: el primero responde que no, pero luego sí va a trabajar; el segundo, responde que sí, pero luego no va a trabajar. Ante la pregunta de Jesús sobre cuál de los dos hizo la voluntad del padre, los discípulos responden que el primero, con lo cual Jesús dice que los publicanos y los pecadores son mejores que aquellos que, proclamándose religiosos y justos, no creyeron en Jesús.

Para comprender un poco el significado del pasaje evangélico, tenemos que considerar brevemente qué representan los elementos de la parábola: el padre de la parábola es Dios, los hijos son los bautizados, la viña es la Iglesia, el llamado a trabajar en su viña es el llamado a la conversión, las dos diferentes respuestas son dos modos de responder, libremente, al amor de Dios manifestado en Jesús.

El primer hijo, que dice que no pero luego va a trabajar, es aquel que se convierte de su mal camino, y decide tomar la cruz y seguir a Jesucristo, para lo cual cambia de vida: si antes estaba alejado de Dios, y no rezaba, y obraba el mal, ahora reza, es misericordioso para con el prójimo más necesitado, y está más cerca de Dios, porque cree en el mensaje del Evangelio de Jesucristo, que no pide otra cosa que el cumplimiento de un solo mandamiento para salvar el alma y entrar en el cielo: amar a Dios y al prójimo como a uno mismo.

Es decir, este primer hijo cumple la voluntad del padre, y así es figura del bautizado que cumple la voluntad de Dios Padre, manifestada en Jesucristo: el amor a Dios y al prójimo, demostrado no tanto por sermones, sino por obras de misericordia.

Por el contrario, el segundo hijo, que dice que sí va a ir a trabajar, pero al final no lo hace, representa a aquel bautizado que, a pesar de rezar, asistir a misa, confesar, no hace la voluntad de Dios, porque no cree en las palabras de Jesucristo que dice: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”, y en consecuencia, a pesar de su práctica religiosa externa, se comporta y vive como un pagano: es impaciente, malhumorado, fácil para la ira, sin disposición a perdonar a quien lo ofende, y se deja arrastrar por sus pasiones. No cumple la voluntad del Padre, que es el amor al prójimo y sobre todo al enemigo, en la imitación de Cristo.

Todos podemos ser uno u otro de los hijos de la parábola, según lo que libremente decidamos hacer. Seremos como el primer hijo, como el que hace la voluntad del padre, cuando obremos las obras de misericordia, corporales y espirituales, mandadas por la Iglesia.

Seremos como el segundo, es decir, malos hijos, cuando no obremos la misericordia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario