“Estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada” (cfr. Lc 12, 32-48). La advertencia de Jesús va dirigida a toda la humanidad, por un doble motivo: porque Él vendrá al fin de los tiempos, en el Día del Juicio Final, y porque viene en la muerte personal de cada uno, y como no sabemos cuándo hemos de morir, su venida para nosotros, aunque no sea el Día del Juicio Final, será inesperada.
Para graficar esta doble venida –en el día de nuestra muerte personal, particular, y en el Día del Juicio Universal, en el que vendrá como Justo Juez para juzgar a toda la humanidad-, Jesús utiliza la imagen de un señor –el dueño de casa- que asiste a unas bodas, y que regresa a la noche, y es esperado por sus sirvientes, con las velas encendidas. La escena está llena de significado sobrenatural, ya que cada imagen representa una realidad sobrenatural: el dueño de casa es el mismo Jesucristo, Dios Hijo, que asiste a unas bodas, como el Esposo, ya que por su Encarnación, se ha convertido en el Esposo de la humanidad; la noche es el fin de los tiempos, el Día del Juicio Final, en donde no habrá más luz creada, ni artificial, ni natural, porque será un día de prueba, en donde el sol no brillará, pero la noche es también el momento de la muerte de cada uno: en la muerte, los ojos del cuerpo se cierran, y el alma no es iluminada ni por la luz eléctrica, ni por la luz del sol: el alma está en tinieblas, hasta que es juzgada, en el juicio particular, por Cristo Dios; los sirvientes que esperan al dueño de casa somos nosotros, los bautizados en
“Estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”. ¿Cuándo será el Día del Juicio Final? ¿Cuándo será el día de nuestra muerte? ¿Cuándo vendrá Cristo Dios a pedirnos cuenta de nuestra alma? ¿Cuándo vendrá a juzgar a toda la humanidad? No lo sabemos, pero sí sabemos que debemos estar alertas, porque puede ser en cualquier momento: “Estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”.
No sabemos cuándo vendrá el Señor, pero sí tenemos advertencias del cielo, que nos anuncian que, si no Dios, al menos el demonio está ya en la tierra, preparando el reinado del Anticristo. Nos lo advierten las profecías de los santos, inspiradas por el Espíritu Santo, y si son profecías de santos, no debemos despreciarlas: el Papa Benedicto XIV nos dice que hay que dar Fe Humana a las revelaciones privadas aprobadas por
Teniendo en cuenta esto, ¿qué es lo que nos dicen los santos? El P. Pío recibió una aparición del Señor que decía así: “La hora del castigo está próxima, pero Yo manifestaré mi Misericordia. (…) Temporales, tempestades, truenos, lluvias ininterrumpidas, terremotos, cubrirán la tierra. Por espacio de tres días y tres noches, una lluvia ininterrumpida de fuego seguirá entonces, para demostrar que Dios es el dueño de
San Gaspar de Búfalo[2] nos advierte: “Aquél que sobreviva a los tres días de tinieblas y de espanto, se verá a sí mismo como solo en la tierra, (...) No se ha visto nada semejante desde el diluvio”.
¿Cuándo sucederá esto? Dice Ana Catalina Emmerich: “Vi
También coincide, con respecto al tiempo, Santa Brígida de Suecia[3]: “Cuarenta años antes del año 2000, el demonio será dejado suelto por un tiempo para tentar a los hombres. Cuando todo parecerá perdido, Dios mismo, de improviso, pondrá fin a toda maldad. La señal de estos eventos será: cuando los sacerdotes habrán dejado el hábito santo, y se vestirán como la gente común, las mujeres como los hombres y los hombres como las mujeres”.
San Anselmo nos dice[4]: “¡Ay de ti, villa de las siete colinas (Roma) cuando la letra K sea aclamada dentro de tus murallas! Entonces tu caída estará próxima, tus gobernantes serán destruidos. Has irritado al Altísimo con tus crímenes y blasfemias, perecerás en la derrota y la sangre”[5].
San Vicente Ferrer[6] también coincide en que los días de tinieblas llegarán cuando los hombres se vistan como mujeres, y las mujeres como hombres: “Advertid que vendrá un tiempo de relajación religiosa, y catástrofes como no lo ha habido ni habrá. En aquel tiempo las mujeres se vestirán como hombres y se comportarán a su gusto licenciosamente, y los hombres vestirán vilmente como las mujeres. Pero Dios lo purificará todo y regenerará todo, y la tristeza se convertirá en gozo”.
“Estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”. No despreciemos la voz del cielo, la voz de los santos; no seamos temerarios ni necios. Seamos como los servidores que esperan a su señor con las velas encendidas, despiertos en medio de la noche: vivamos en gracia, recemos el Rosario, obremos el bien, no hagamos el mal a nadie, y así Cristo Dios, cuando venga en medio de la noche, nos llevará al cielo.
No sabemos cuándo habrá de venir el Señor: puede ser hoy a la noche, mañana, o en cien años, pero sí sabemos que ahora, por
Cada comunión es como un pequeño Juicio Final, para cada uno. De nuestra libertad depende qué sea lo que tengamos para ofrecer a Jesús: o luz, u oscuridad. Que
[1] Mensaje de 1959, tomado de su testamento y hecho distribuir por los Sacerdotes Franciscanos a todos los grupos de Oración católicos en el mundo, ya desde
[2] 1786-1836, Fundador de los Misioneros de
[3] 1303-1373.
[4] siglo XIII.
[5] Nota: K = KAROL, nombre del Papa Juan Pablo II.
[6] 1350-1419.
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