miércoles, 4 de julio de 2018

Jesús exorciza a los endemoniados gadarenos



Jesús exorciza a los endemoniados gadarenos
(De Predis códex,
Biblioteca real, Turín, Italia, 1476)

“Vayan a la piara de cerdos” (cfr. Mt 8, 28-34). El Evangelio describe un exorcismo realizado por Jesús, aunque también describe el estado de posesión demoníaca y qué es lo que esta hace sobre el hombre: “Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino”. Por un lado, se trata de una verdadera posesión demoníaca porque así lo relata el Evangelio: “fueron a su encuentro dos endemoniados”. Esto es importante destacar porque la crítica racionalista de la Escritura reduce la posesión demoníaca a una patología psiquiátrica como, por ejemplo, la esquizofrenia. Sin embargo, el Evangelio es muy claro en las expresiones, las cuales permiten diferenciar cuándo se trata de una enfermedad y cuándo se trata de una posesión demoníaca. La posesión demoníaca es la antítesis de la inhabitación de la Trinidad por la gracia: puesto que el Demonio es “la mona de Dios”, trata de imitar lo que Dios hace, pero todo lo hace mal: Dios inhabita en un alma en gracia, cuando el alma libremente lo acepta y desea la gracia y por lo tanto, la comunión de vida y amor con Dios que esta implica; en la posesión, si bien es cierto que se da en quienes hacen un pacto con el diablo y permiten que el Ángel caído tome se apodere de ellos, no siempre es así, porque hay casos de posesión en los que la persona no quiere tener nada que ver con el demonio. Por otra parte, la inhabitación trinitaria se da en el alma, mientras que la posesión es solo en el cuerpo, sin que el demonio tenga injerencia en el alma. Solo en el último estadio de la posesión, dicen los demonólogos expertos[1], se da lo que se denomina la “posesión perfecta”, en la que el Demonio toma control de la voluntad del poseso. Creemos que esta posesión es la que se llevó a cabo en Judas Iscariote y en este grado de posesión, ya es imposible volver atrás, pues el poseso se ha entregado libremente a Satanás, rechazando explícitamente a Dios Trino.
Otro detalle a tener en cuenta es que los endemoniados, en este caso, habitan en “los sepulcros”, es decir, en los cementerios. Es una realidad, pero al mismo tiempo, también una metáfora, porque los demonios toman posesión de quienes están muertos a la gracia de Dios –aunque esto tampoco se da en todos los casos porque, con el permiso de Dios, pueden darse casos de posesión en personas en estado de gracia[2]-. Si Jesús pide que lo imitemos a Él, que es “manso y humilde de corazón” y esto se da en grado máximo en los santos, los posesos del Evangelio se muestran “feroces”, y a tal grado, que “nadie podía pasar por allí”, debido a que agredían a quienes se atrevieran a hacerlo. Esto es así porque el que toma posesión de los cuerpos, el Demonio, es un ser que ha fijado para siempre su voluntad en el odio: habiendo sido creado para amar, pervirtió él mismo su propia naturaleza angélica, dirigiendo los actos de su voluntad angélica en el sentido opuesto al del amor y es por eso que el Demonio odia y no puede ni quiere hacer otra cosa que odiar, a Dios y al hombre, que es la creatura que es imagen de Dios. El Demonio es un ser que, además de odiar, vive en un estado de ira permanente, porque se da cuenta de que jamás podrá vencer a Dios y que su locura de pretender igualarse a Dios ha sido castigada para siempre desde la cruz de Jesús y esa es la razón por la cual los endemoniados son feroces, porque el Diablo es feroz en sí mismo, lo opuesto radicalmente a la mansedumbre y dulzura del Corazón de Jesús.
Los demonios que poseen a los hombres reconocen la Presencia de Dios en Jesucristo; de alguna manera, perciben en Jesucristo al Dios que los creó y que los expulsó del cielo para siempre y que habrá de encadenarlos en el infierno eterno al fin de los días, también para siempre. Los demonios reconocen que Jesús no es un hombre más entre tantos, sino que es el “Hijo de Dios”: “Y comenzaron a gritar: “¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?”.
Los demonios saben que Jesús va a expulsarlos y le suplican que los envíe a una piara de cerdos, los cuales terminan ahogándose[3]: esto también tiene un significado metafórico, puesto que los cerdos son animales irracionales y en eso se parecen a los demonios, que en su locura e irracionalidad pretendieron ser iguales a Dios y el hecho de que se ahoguen, indica que las obras del Demonio terminan siempre en lo mismo, en la muerte, ya que él es el autor de la muerte: “Por la envidia del Diablo entró la muerte en el mundo”.
Por último, ¿por qué razón estaban endemoniados? Aunque, como dijimos, pueden ser víctimas inocentes que, con la permisión divina, pueden quedar posesos –para así dar testimonio del mundo preternatural, angélico-, lo más probable es que los endemoniados hayan estado practicando algún culto diabólico. Es lo que sucede en la actualidad con supersticiones que se originan en el mundo de los ángeles caídos, como el Gauchito Gil, la Difunta Correa y San La Muerte: quienes practican estos cultos supersticiosos, están posesos y, en algún momento, antes o después, esa posesión saldrá a la luz. En estos casos, en los que los brujos o hechiceros saben que están pactando con el Diablo al practicar cultos como San La Muerte, pueden darse casos de posesión perfecta, en las que el Demonio toma posesión no solo del cuerpo, sino también del alma. De ahí, al Infierno, hay un solo paso, que es el umbral de la muerte. En estos casos, de no mediar un profundo arrepentimiento, la condena de quienes practican cultos demoníacos como San La Muerte es prácticamente segura, según lo advierte la Escritura: “No entrarán en el Reino de los cielos (…) los hechiceros” (cfr. 1 Cor 6, 9-10; Ef 5, 5; Ap 22, 15).
Por último, la posesión demoníaca es una apología acerca de la condición de la Iglesia Católica como la Verdadera y Única Iglesia de Dios: está constatado, como en el caso de la joven Nicola Aubrey, de dieciséis años, que Satanás se burla de los protestantes[4], porque mientras él –el demonio- cree en la Presencia real del Señor en la Eucaristía, los protestantes la niegan.


[1] Cfr. Malacchi Martin, El rehén del Diablo, Ediciones Diana, México 1977.
[2] Es el caso de la joven alemana posesa, que dio origen a la película El exorcismo de Emily Rose.
[3] “Los demonios suplicaron a Jesús: “Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara”. Él les dijo: “Vayan”. Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron”.

[4] Se trata de un caso famosísimo de posesión, cuyo exorcismo se realizó ante la presencia de católicos y protestantes y se prolongó entre el ocho de noviembre de 155 hasta el ocho de noviembre de 1566. Cfr. http://catolicosalvatualma.blogspot.com/2018/04/satanas-se-burla-de-los-protestantes-en.html

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