(Domingo XXXIII - TO - Ciclo B
- 2024)
“Cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que
el fin ya está cerca” (Mc 13, 24-32).
Los discípulos preguntan a Jesús sobre cuándo será la destrucción del templo y
en la respuesta Jesús no solo describe las señales que precederán a la
destrucción del templo, sino que además habla de su Segunda Venida en la gloria;
es decir, en una misma respuesta, revela dos profecías distintas. Por esta
razón, hay que diferenciar, en la respuesta, a qué parte de las profecías
corresponden cada uno de los sucesos revelados por Jesús. Para algunos
estudiosos, Jesús hace una división importante entre los dos hechos: por un
lado, el templo sería destruido pero los discípulos tendrían tiempo para
escapar gracias a una serie de señales previas a la destrucción; esta primera
calamidad, de orden local, de la cual los discípulos podrían escapar “huyendo a
otra parte, tendría lugar “antes de que pase esta generación”. Por otro lado,
con relación a la Segunda Venida, Jesús no da ninguna información sobre el
tiempo de ese suceso, el cual sería repentino e inesperado y no habría señal
alguna de aviso. Es por esto que Cristo advierte repetidamente sobre la
necesidad de estar siempre preparados: “Estad alertas, velad, porque no sabéis
cuándo será el tiempo” (33). Entonces, Jesús da una señal cierta para la
destrucción del templo, una indicación de tiempo, “antes de que pase esta
generación”, mientras que para la Segunda Venida solo advierte acerca de la
necesidad de estar permanentemente preparados –“Estad alertas, porque no sabéis
cuándo será el tiempo”- y esto lo hace Jesús para separar bien los dos hechos,
la destrucción del templo y la Segunda Venida, porque en la mente de los apóstoles,
se asociaba, en forma errónea, la destrucción del templo y el fin del mundo
(cfr. 13, 4). De esta manera, Jesús disipa esta confusión y revela con claridad
estas dos profecías, la destrucción del templo y la Segunda Venida en la
gloria.
Con respecto a la Segunda Venida de Cristo, hay un dato
más, que está contenido proféticamente, no en la Sagrada Escritura, sino en el
Catecismo de la Iglesia Católica -lo cual significa que para nosotros, los
católicos, tiene el mismo nivel de autoridad que la Sagrada Escritura- y ese
dato es la Iglesia Católica, fundada por Nuestro Señor Jesucristo, que fue perseguida
desde su misma fundación, que fue perseguida a lo largo de los siglos y que
sigue siendo perseguida en la actualidad, sufrirá una última persecución
sangrienta, y esta última persecución será el preludio que indicará la
aparición Anticristo, el vicario de Satanás. El Anticristo perseguirá de forma
cruenta a la Iglesia Católica, obligándola a ocultarse en las catacumbas, como
al inicio de los tiempos y cuando lo logre, establecerá su propia iglesia, una
falsa iglesia católica, una iglesia que parecerá católica externamente, pero
que no lo será en su interior porque no tendrá sacramentos, ya que el
Anticristo suprimirá el Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa, reemplazándola
por una misa falsa y por una eucaristía falsa, reemplazando también a los
sacramentos por sacramentos falsos. La eucaristía será falsa, porque algo sucederá
con ella: o se cambiarán las palabras de la consagración, con lo cual no habrá
Transubstanciación, es decir, conversión del pan y del vino en el Cuerpo y la
Sangre de Jesús, o bien se cambiará la materia del sacramento, con lo cual
tampoco habrá sacramento válido y esto podría suceder si se implementa uno de
los objetivos de la Agenda 2030 que es, por ejemplo, el control total de la
política alimentaria, para no solo determinar qué cantidad de alimento
consumirá cada individuo -tal como se hace en los países comunistas en la actualidad-,
sino también para determinar qué tipo de alimento modificado consumirá la
población, que es lo que están intentando hacer, como por ejemplo, las harinas
de insectos, las cuales pretenden que reemplacen a la harina de trigo: si en un
hipotético caso, no se produjera más harina de trigo en el futuro y esta harina
de trigo fuera reemplazada en su totalidad por la harina de insectos, y la
eucaristía se confeccionara con este tipo de harina, con harina de insectos,
como la harina de insectos que ya se vende en supermercados la Unión Europea,
de Estados Unidos, de Rusia y de China, esta eucaristía no sería nunca el
Cuerpo de Cristo, porque para que sea Cuerpo de Cristo, se necesita que sea
harina de trigo. Esta es la razón última por la cual están tan empecinados en
reemplazar a la harina de trigo por la harina de insectos: para que no se pueda
confeccionar el Sacramento de la Eucaristía y esto será obra del Anticristo. También
cambiará la Ley de Dios y eliminará el pecado, estableciendo falsamente que el
pecado ya no existe más, llamando “derecho humano” a lo que antes se llamaba “pecado”,
como por ejemplo ya se llama ahora, en la legislación civil, al aborto: en
nuestro país, la ley que permite el aborto establece que el aborto es un “derecho
humano”, cuando en realidad es un asesinato. La profecía sobre el reinado del Anticristo
y la última persecución a la Iglesia Católica se enuncia así en el Catecismo,
en su número 675, en el apartado titulado “La última prueba de la Iglesia”: “Antes
del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que
sacudirá la fe de numerosos creyentes (cfr. Lc
18, 8; Mt 24, 12). La persecución que
acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cfr. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20)
desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa
que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante
el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la
del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se
glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en
la carne (cfr. 2 Ts 2, 4-12; 1 Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)”. Entonces,
según el Catecismo, la Iglesia Católica sufrirá una última persecución
sangrienta, antes de la Segunda Venida de Cristo; se suprimirá la Santa Misa, el
Santo Sacrificio del Altar, dando cumplimiento a la profecía de Daniel; al
mismo tiempo se impondrá la adoración obligatoria de un ídolo pagano, un falso
dios, un demonio oculto en un fetiche idolátrico, la “abominación de la
desolación”; el Anticristo declarará que lo que la Iglesia Católica consideraba
como “pecado” ahora ya no lo es más, porque de ahora en más es “derecho humano”,
algo de lo cual lo estamos padeciendo en nuestro país, a partir de la
aprobación de la ley genocida del aborto, que declara al aborto, al asesinato
del niño por nacer, como un “derecho humano”[1] (dicho
sea de paso, esta ley infernal está provocando un verdadero holocausto a
Moloch, el demonio al cual se le ofrecen niños en el Antiguo Testamento: según
datos oficiales, solo en el sector público, se produjeron 250.000 abortos o
asesinatos de niños por nacer, llamados eufemísticamente “IVE”, “Interrupción
voluntaria del Embarazo” o también “ILE”, “Interrupción Legal del Embarazo”; si
a esto le sumamos el sector privado, podemos decir, sin temor a equivocarnos,
que desde la implementación de esta nefasta ley, desde el año 2021, en solo
tres años, han sido masacrados 500.000 niños argentinos y la cuenta sigue
subiendo. Esto es algo que provoca la Justa Ira de Dios, porque cada niño es
una obra maestra de sus manos, que es masacrada y destrozada por el hombre, a
través del aborto y que por el aborto, el hombre, en este caso nosotros, los
argentinos, nos atraemos el Justo Juicio y Castigo Divinos). Al surgimiento del
Anticristo como falso mesías le seguirá un abandono masivo de la verdadera fe
católica, fenómeno que se conoce como “apostasía”, caracterizado por el rechazo
al Verdadero y Único Cristo, el Cristo Eucarístico y a esta apostasía la
caracterizará la adoración falsa a la tríada satánica de la Nueva Falsa Iglesia
formada por el Anticristo, la Bestia y el Dragón. Todo esto es lo que profetiza
Jesús que sucederá antes de su Segunda Venida en la gloria.
Entonces, de las dos profecías reveladas por Jesús, se
cumplió la primera, la relativa a la destrucción del templo, cuando este fue
arrasado por las tropas del emperador romano en el año 70 d. C., por lo cual
queda por cumplirse la segunda profecía, relativa a la Segunda Venida en la
gloria de Nuestro Señor Jesucristo, cuando vendrá a juzgar a vivos y a muertos,
sentenciando a unos al horror eterno del Infierno y a otros, a la eterna
felicidad en el Reino de los cielos. Es para esta Segunda Venida, para la cual debemos
estar “vigilantes, atentos, con las túnicas ceñidas y las lámparas encendidas”,
porque nadie sabe cuándo será el Día de la Ira del Señor.
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