sábado, 13 de octubre de 2018

“Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los cielos”



(Domingo XXVIII - TO - Ciclo B – 2018)

         “Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los cielos” (Mc 10, 17-27). En el Evangelio se establece un diálogo entre Jesús y un hombre rico que le pregunta qué es lo que tiene que hacer para ganar la vida eterna. Jesús le dice que debe cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios y como el hombre le contesta que eso él ya lo cumple, Jesús agrega que, para entrar a la vida eterna, debe “vender todo lo que tiene y dárselo a los pobres”. El hombre, dice el Evangelio, “se retiró entristecido” porque “tenía muchos bienes”. Es decir, el hombre era un hombre bueno, puesto que conocía la Ley de Dios y la cumplía, pero tenía su corazón apegado a los bienes terrenos, tal como lo manifiesta con su tristeza, cuando Jesús le dice que debe venderlos para adquirir un tesoro celestial ye entrar en el Reino de Dios. Para completar su enseñanza, Jesús utiliza una figura, la de un camello que no puede entrar por el ojo de una aguja. Ahora bien, “el ojo de una aguja” es, en realidad, la puerta estrecha y angosta, ubicada en la muralla de Jerusalén, destinada a las ovejas. El camello, que es un animal alto y además va cargado con muchas mercaderías, no puede pasar por la puerta de las ovejas, ya que esta es baja y estrecha. Por su altura y porque va cargado de mercaderías, el camello no puede pasar por “el ojo de una aguja”, es decir, la puerta de las ovejas, aunque sí hay una única forma para el camello de poder atravesar la puerta: la única manera de hacerlo es que el camello se despoje de sus mercaderías y que se arrodille y así podrá pasar. Es decir, aliviado de la carga y disminuida su altura, podrá atravesar la puerta estrecha y angosta de las ovejas. La imagen utilizada por Jesús –camello, puerta de las ovejas- se entiende mejor cuando aplicamos a las imágenes una transposición: así como el camello no puede pasar, cargado de riquezas y por su altura, así tampoco el rico de bienes materiales –y también de males espirituales- no puede entrar en el Reino de Dios.
         En esta imagen que proporciona Jesús, debemos vernos a nosotros mismos, en este sentido: el camello somos nosotros, que vamos por la vida cargados, ya sea de bienes materiales, a los que estamos apegados a esta vida, o de males espirituales, como la soberbia, el orgullo, la ira, la gula, la pereza, la envidia y muchos otros más. Todos estos bienes materiales y los males espirituales, hacen que seamos incapaces de ingresar por la puerta estrecha de las ovejas. A primera vista, parece imposible que ingresemos así en el Reino de Dios. Sin embargo, hay un modo en que, a pesar de la altura y la carga que portamos, seamos capaces de ingresar por la puerta de las ovejas. Lo que debemos tener en cuenta que la puerta de las ovejas es Jesús y su Santa Cruz, según sus propias palabras: “Yo Soy la Puerta” (Jn 10, 9): Jesús no solo es el Buen Pastor, sino que es la “Puerta de las ovejas”, es decir, el lugar por donde las ovejas pasan para ingresar al seguro redil. Jesús crucificado y Jesús Eucaristía es la Puerta de las ovejas y el ingreso al Reino de Dios. Entonces, hay una forma por la cual podemos ingresar en esta puerta: sólo si nos hacemos más pequeños, dejando de lado nuestra soberbia y orgullo y ayudados por la gracia, nos arrodillamos ante la Cruz de Jesús y solo si nos despojamos de la pesada carga de los bienes materiales –reales o imaginarios, pero a los cuales estamos apegado-, seremos capaces de ingresar por la Puerta de las ovejas, Cristo crucificado y también Jesús en el sagrario. En otras palabras, solo el que, con un corazón contrito y humillado –despojado de su soberbia, orgullo y apego a las riquezas- y solo quien por la gracia se vea despojado de sus males espirituales, podrá arrodillarse ante Jesús crucificado y ante Jesús Eucaristía; solo quien se postre de rodillas, con el corazón contrito y humillado podrá entrar por la puerta estrecha, la Cruz de Jesús y así será capaz de ingresar en el Reino de los cielos. Puesto que es gracia de Dios, debemos pedirlo en la oración, porque si nos parece imposible que entremos en el Reino de Dios a causa de nuestros pecados, sí podremos entrar en el Reino de Dios por medio de la gracia que obra en nosotros destruyendo el pecado. Así, se cumplen las palabras de Jesús: “Lo que es imposible para el hombre, es posible para Dios”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario