domingo, 12 de noviembre de 2023

“Llega el Esposo, salid a recibirlo”

 


(Domingo XXXII - TO - Ciclo A – 2023)

         “Llega el Esposo, salid a recibirlo” (Mt 25, 1-13). Para entender la parábola descripta por Jesús, hay que reemplazar los elementos naturales por los sobrenaturales. Así, el esposo que regresa a medianoche, de improviso, es el Señor Jesús, que se hace presente de improviso, sea en la muerte personal de cada uno, sea en el Día del Juicio Final, en el que será juzgada toda la humanidad; la medianoche es el tiempo en el sentido espiritual, ya que tanto el alma en el sentido personal como en el sentido general, estarán alejadas de Dios, en su inmensa mayoría y es esto lo que representan las tinieblas, la ausencia de Dios en la vida de los hombres; las vírgenes representan a las almas humanas; las vírgenes prudentes, representan a las almas que, al momento del regreso de Jesús, tenían fe en Él, estaban deseosas de encontrarse con Él y esta fe operante y viva está representada por el aceite que llevan en las lámparas y también en las alcuzas o en las vasijas de barro de repuesto: aquí puede parecer que las vírgenes prudentes son egoístas, porque cuando las necias les piden un poco de aceite para sus lámparas, las prudentes les dicen que vayan al mercado, que no va a alcanzar para todas, lo cual es verdad, pero lejos de ser un acto de egoísmo, esto significa el carácter personal de las obras de misericordia, que no pueden ser transferidos a otro; en otras palabras, si mi prójimo no quiere salvarse y por eso no hace obras de misericordia necesarias para salvar su alma, no puede recibir dichas obras por parte de nadie, porque las obras se realizan a título personal; el adormecimiento, tanto de las vírgenes prudentes, como de las necias, no es un hecho negativo en sí, sino que sirve para indicar que la Segunda Venida en la gloria de Nuestro Señor Jesucristo se producirá de forma repentina y en un momento en el que nadie o casi nadie estará pensando en ello, debido a que la inmensa mayoría de los hombres estarán bajo el influjo del Anticristo; el salón de fiestas es el Reino de los cielos; la oscuridad que se observa fuera del salón del Reino indica la oscuridad del reino de las tinieblas; el desconocimiento, por parte del Esposo, hacia las vírgenes necia –“No os conozco”, les dice-, se corresponde con lo que Jesús dirá a quienes se condenen en el Día del Juicio Final, al no haber realizado obras de misericordia: “Les aseguro que no los conozco”.

         “Llega el Esposo, salid a recibirlo”. En algún momento de nuestras vidas, escucharemos este anuncio, acompañado por las trompetas del Apocalipsis. De nosotros depende si para ese momento, nuestras lámparas iluminan con el aceite de la fe, o si están apagadas.

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