miércoles, 19 de junio de 2024

El Padrenuestro se vive en la Santa Misa

 



         El Padrenuestro tiene dos características muy particulares: una, es una oración enseñada directamente por Nuestro Señor Jesucristo; la segunda, es que se vive, de manera real, substancial, ontológica, en la Santa Misa. En otras palabras, cada oración del Padrenuestro se actualiza, en el presente de cada Santa Misa, haciéndose realidad en el “hoy” y “ahora”, en su realidad substancial y ontológica, desde la eternidad y no en la mera psiquis del que reza. Es como si, al rezar el Padrenuestro en la Santa Misa, cada una de sus oraciones se hiciera presente, se actualizara, desde la eternidad, en el presente del momento en el que se celebra la Santa Misa. Veamos y contemplemos cada una de sus oraciones.

         “Padre nuestro que estás en el cielo”: en el Padrenuestro nos dirigimos a Dios, nuestro Padre del cielo; en la Santa Misa, Dios Padre se hace Presente, en Persona, porque en la Santa Misa el altar ya no es más fracción de piedra, de madera o de cemento, sino que es el Cielo mismo y el Cielo eterno es en donde mora Dios, nuestro Padre celestial, que se hace Presente en Persona en la Santa Misa.

         “Santificado sea Tu Nombre”: en la Santa Misa pedimos que el Nombre Tres veces Santo de Dios sea santificado y esa petición se hace realidad y se cumple por medio del Santo Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, puesto que la Misa es la renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio de la Cruz, Santo Sacrificio por el cual el Hombre-Dios Jesucristo glorifica y santifica el Nombre Santísimo de Dios.

         “Venga a nosotros Tu Reino”: en el Padrenuestro pedimos que el Reino de Dios venga a nosotros; en la Santa Misa ese pedido se hace realidad, porque el altar se convierte en el Cielo, que es el Reino de Dios, pero también hay algo infinitamente más grande que el Reino de Dios y es que por la Santa Misa viene a nosotros el Rey del Reino de Dios, Jesucristo, Rey de cielos y tierra, Rey de los ángeles y de los hombres.

         “Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el Cielo”: en el Padrenuestro pedimos que la voluntad santísima de Dios se cumpla y este pedido se cumple en la Santa Misa, porque la voluntad de Dios es que todos los hombres se salven y como la Santa Misa es la renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio de la Cruz, el Sacrificio del Cordero de Dios, por medio del cual los hombres se salvan, es Jesucristo Quien cumple a la perfección la voluntad de Dios, salvando a los hombres que aceptan ser salvados por su Sangre y por su gracia santificante.

         “Danos hoy el pan de cada día”: en el Padrenuestro pedimos que no nos falte el pan de cada día y ese pedido se hace realidad en la Santa Misa, porque Dios, en su Divina Providencia, nos asiste para que no nos falte el pan material, el pan de trigo, amasado y cocido y horneado en el fuego, pero también se cumple algo que ni siquiera imaginamos y que ni siquiera osamos pedir y que sin embargo el Divino Amor del Padre nos lo concede y es el Pan de Vida Eterna, el Pan hecho con el Trigo Santo que es el Cuerpo de Cristo, triturado en la Pasión y cocido y glorificado en la Resurrección, Pan que es el Manjar de los Ángeles, que es alimento celestial para el alma, el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía.

         “Perdona nuestras ofensas”: en el Padrenuestro pedimos perdón y esto se cumple incluso antes de que formulemos el pedido de perdón, porque antes de pedir perdón, Dios Padre nos envía en la Santa Misa a su Hijo crucificado como signo de su perdón y de su Amor Misericordioso, ya que a través de su Corazón traspasado y a través de sus Llagas abiertas brota su Sangre Preciosísima y su Sangre sirve de vehículo, por así decirlo, del Espíritu Santo, del Divino Amor, con el cual Dios no solo nos perdona, sino que nos sumerge en lo más profundo de su Sagrado Corazón.

         “Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”: en el Padrenuestro hacemos a Dios el propósito de perdonar a los que nos ofenden y como Dios sabe que no tenemos fuerza para hacerlo porque somos débiles, nos concede, a través de Jesús Eucaristía, la fuerza del Divino Amor necesaria no solo para perdonar, como Dios nos perdona, sino para amar a nuestros enemigos, así como Dios nos amó, siendo nosotros sus enemigos, cuando crucificamos a su Hijo en la Cruz por el pecado.

         “No nos dejes caer en la tentación”: esta petición también se cumple en la Santa Misa, porque es verdad lo que dice Nuestro Señor en el Evangelio: “Sin Mí, nada podéis hacer”; es decir, sin la ayuda de Jesús, nada podemos hacer; sin la gracia de Jesucristo, no podemos resistir ni a la más mínima tentación, por eso Dios nos concede, en la Eucaristía, la fuerza misma del Hombre-Dios Jesucristo, no solo para no caer en la tentación, sino para incluso para adquirir toda clase de virtudes y dones.

         “Y líbranos del mal”: esta petición se cumple en la Santa Misa, porque siendo la renovación del Santo Sacrificio de la Cruz, es allí donde Jesús derrota para siempre al Príncipe de las tinieblas, al Ángel caído, a Satanás, al Diablo y a todo el Infierno junto, venciéndolo para siempre con su poder divino y con la fuerza de la Cruz, haciendo partícipes de su victoria a su Santa Madre, María Santísima y a todo hombre que por la gracia se asocie a la Santa Cruz.

         Por todas estas razones, el Padrenuestro se vive en la Santa Misa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario