sábado, 20 de julio de 2024

“Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor”

 



(Domingo XVI - TO - Ciclo B – 2024)

“Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor”. El Evangelio nos relata una escena en la que Jesús ve a una muchedumbre de la cual se compadece porque la compara como a “ovejas que se encuentran sin pastor” (cfr. Mc 6, 30-34). Jesús ve a la muchedumbre y se compadece de la multitud porque “estaban como ovejas sin pastor”. Para poder comprender un poco mejor la compasión de Jesús por la muchedumbre, primero debemos reflexionar qué es lo que le sucede a un rebaño de ovejas cuando estas se encuentran sin pastor. Las ovejas son animales mansos, con un escaso sentido de supervivencia, dotadas de una casi nula capacidad de defensa frente a sus depredadores naturales, entre ellos y en primer lugar, el lobo de las llanuras, de manera tal que si no hay un pastor que las defienda, son una presa más que fácil para las garras y dientes afilados de estas fieras salvajes. El pastor cuenta también con perros de la pradera, que son sus ayudantes y que le ayudan en su tarea de guiar a las ovejas y de ahuyentar al lobo, de manera que, si no está el pastor, tampoco están los perros, con lo cual el lobo tiene el camino seguro para hacer estrago entre las ovejas que no tienen ninguna posibilidad de escapar de una muerte segura. Pero no es solo el lobo el único peligro al cual se enfrentan las ovejas sin pastor: al no haber pastor, las ovejas, al estar fuera del redil, se desorientan fácilmente, con lo cual pierden el camino hacia las fuentes seguras de alimentación, los pastos verdes y las aguas cristalinas de los arroyos, con lo cual las acecha, si no es la muerte por las dentelladas del lobo en sus carnes tiernas, la muerte por inanición y por sed. También corren el riesgo de perder el sendero seguro cuando al caer la noche quieren regresar al redil y en vez de seguir por el camino por el que los guiaría seguras el pastor, toman el camino equivocado, aumentando a cada paso que dan, por la oscuridad de la noche, el riesgo de caer por el barranco, quebrando sus huesos en la caída, desgarrando su piel y quedando inermes y sangrantes en el fondo del barranco, sin poder moverse, atrayendo a la manada de lobos con el olor de la sangre que sale de sus heridas y esperando así una muerte segura, aunque al final llega siempre el Buen Pastor, escuchando sus gemidos, viene en su ayuda, baja con su cayado, sana sus heridas con aceite, las venda, las carga sobre sus hombros, la sube barranco arriba y la pone a salvo en el redil. Esto es lo que les sucede a las ovejas sin pastor.

Esta imagen de las ovejas sin pastor es la que Jesús traslada a los hombres en la tierra, que vagan por el mundo desde la caída de Adán y Eva: las ovejas son la raza humana que desciende de Adán y Eva, caídos en el pecado original y que vagan en las tinieblas del mundo y de la historia humana; las ovejas están fuera del redil, que es la Iglesia Católica, todavía no fundada, porque será fundada en el momento de la Crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo; las ovejas mansas, indefensas, sin sentido de supervivencia, representan a la raza humana, indefensa frente a la superioridad de los ángeles caídos, los demonios, las tinieblas vivientes; los depredadores naturales de las ovejas, los lobos, representan a los lobos del Infiernos, los demonios y sobre todo al Lobo Infernal, Satanás, la Serpiente Antigua; las dentelladas y las garras afiladas de los lobos, cuando atacan a las ovejas, representan a los demonios cuando logran su objetivo con la tentación, que es hacer caer en pecado mortal a las almas de los hombres; el Pastor por antonomasia, por excelencia, el que con su cayado hace huir a los lobos de las llanuras, es decir, al Infierno todo, es Nuestro Señor Jesucristo, que vence al Infierno entero con el cayado de la Santa Cruz y con el poder de su Sangre Preciosísima; los perros del pastor, los que ayudan al Sumo Pastor a guiar a las ovejas, son los sacerdotes ministeriales, que conducen a las ovejas a las aguas cristalinas de la Sangre de Cristo en el Cáliz del altar y al pasto delicioso del Cuerpo de Cristo en la Eucaristía; las ovejas que se desorientan en la noche en el regreso al redil y caen por el barranco son las almas que por propia voluntad se pierden en la noche de las pasiones sin control y caen en el abismo del pecado, quedando sus heridas irremediablemente heridas por el pecado mortal, siendo acechadas por el Lobo Infernal, aunque si el alma se arrepiente y clama la Misericordia del Buen Pastor, Jesús acude y baja hasta el fondo del alma en el que yace el alma en pecado con el cayado de la Cruz, la sana con el aceite de su gracia santificante, la venda con su Sangre Preciosísima, la carga sobre sus hombros y la regresa al seno de la Santa Iglesia Católica, el Santo Redil de Dios.

“Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor”. Hoy en día, muchos preguntan dónde está el Buen Pastor, ya sea en sus vidas, en la vida de la Nación, o en el mundo, visto el caos en el que el mundo está sumergido, pero no es que el Buen Pastor se haya ausentado; el Buen y Sumo Pastor, el Pastor Eterno, está donde siempre estuvo, desde la Resurrección: en el Cielo y en el Sagrario, en la Eucaristía: es el hombre el que lo ha olvidado y lo ha desplazado de su vida; es el hombre el que ha desplazado al Buen Pastor de sus leyes, promulgando leyes anticristianas como el aborto y la eutanasia entre otros; es el hombre el que se aleja de los Sacramentos, de la Confesión y de la Eucaristía, dejando al Buen Pastor solo en el Sagrario y luego las personas se preguntan por qué sus vidas son un caos; es el hombre el que ha desplazado al Buen Pastor de la sociedad y sin el Buen Pastor, la humanidad está extraviada, en las tinieblas del mundo, dirigiéndose a una Tercera Guerra Mundial Nuclear. No preguntemos “¿Dónde está el Buen Pastor?” si no lo queremos encontrar, si no queremos cargar su cruz, si no queremos seguir sus pasos camino del Calvario. Pero si queremos, como ovejas extraviadas, volver al redil, preguntemos dónde está el Buen Pastor, y el Buen Pastor nos dirá: “Estoy aquí, en el Sagrario, en la Sagrada Eucaristía, esperándote”.


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