“Yo
los envío como ovejas en medio de lobos (…) Sean astutos como serpientes y
sencillos como palomas” (Mt 10,
16-23). Al enviar a la Iglesia a misionar, Jesús utiliza las figuras de tres
animales para describir el comportamiento que deberá caracterizar a sus
discípulos: deberán ser pacíficos como ovejas, astutos como serpientes y
sencillos como palomas. A su vez, utiliza la figura de un cuarto animal, el
lobo, para describir el mundo sin Dios al cual son enviados para predicar la
Buena Noticia. Jesús les advierte acerca de la peligrosidad del mundo sin Dios
y les aconseja la defensa: “Yo los envío como ovejas en medio de lobos (…) Sean
astutos como serpientes y sencillos como palomas”. De esta manera, aparece una
evidente desproporción y una gran diferencia entre los discípulos de Cristo,
que deberán ser como ovejas, palomas y serpientes, y el mundo, que es como “lobo”.
El motivo de la desproporción y la diferencia entre los cristianos y el mundo
se debe a las diversas fuerzas sobrenaturales que representan: a Dios y al
Diablo, respectivamente. Dios es un Dios de paz, y por eso los cristianos deben
poseer la mansedumbre de una oveja, y así combatirán contra la guerra que el mundo,
instigado por el Demonio, hace contra Dios; Dios es un Dios sabio, de Sabiduría
infinita, y por eso los cristianos deben ser astutos como la serpiente, para
dar, de modo inteligente, un lúcido testimonio de Dios, y así combatirán contra
los engaños de las tinieblas, que con su inteligencia ensombrecida por el mal, buscan
borrar de la mente y el corazón de los hombres y de la faz de la tierra, el
santo nombre de Dios; Dios es un Dios simple, en el sentido de perfección
absoluta, porque su Ser divino es Acto Puro de Ser, que es perfectísimo, y por
este motivo los cristianos deberán ser sencillos como palomas, para imitar la
sencillez, simplicidad y transparencia del Ser divino, y de esta manera
combatirán la doblez, el cinismo, la hipocresía, del ser maligno, quien por
medio de la mentira, cuyo Príncipe es, tiende trampas a los hombres para
seducirlos, engañarlos, y conducirlos a la eterna perdición.
“Yo
los envío como ovejas en medio de lobos (…) Sean astutos como serpientes y
sencillos como palomas”. La mansedumbre, la recta inteligencia en las cosas de Dios, y la sencillez, son los signos de que el cristiano está animado por el Espíritu Santo, en contraposición a quienes, guiados por el espíritu del mundo, instigados por el Demonio, obran utilizando las armas de la violencia, el engaño y la hipocresía.
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