lunes, 6 de junio de 2022

Solemnidad de la Santísima Trinidad

 



(Ciclo C – 2022)

         La Iglesia Católica celebra la revelación, dada por Jesucristo, acerca de la Verdad Última, Absoluta y sobrenatural acerca de Dios: Dios no es sólo Uno, como bien lo creían los judíos, sino que es Uno y Trino; es Uno en naturaleza y Trino en Personas; es uno en su Acto de Ser Divino Trinitario, del cual participan las Tres Divinas Personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ninguna otra iglesia o religión tiene la Verdad Absoluta de Dios, que es Uno y Trino y esto es una verdad tan grandiosa, que escapa a la razón humana y si no hubiera sido revelado por Nuestro Señor Jesucristo, jamás podría el hombre, ni tampoco el ángel, llegar a deducir la Trinidad de Personas en una sola Naturaleza divina.

         Solo la Iglesia Católica posee la Verdad Absoluta acerca de la constitución íntima de Dios, que es Uno en naturaleza y Trino en Personas; esto es de vital importancia porque de la Verdad Absoluta acerca de la constitución íntima de Dios, se sigue la Verdad Absoluta de la humanidad y del misterio salvífico de Cristo: la verdad de la humanidad es que cada ser humano, a causa del pecado original, está en grave riesgo de eterna condenación en el Infierno; la verdad del misterio salvífico de Cristo es que la humanidad solo puede ser salvada por medio de la Sangre del Hombre-Dios Jesucristo, derramada en el Calvario y que se prolonga su derramamiento en cada Santo Sacrificio del Altar, en cada Santa Misa. Sin Cristo, Dios Hijo encarnado, la humanidad en su totalidad y cada ser humano en particular, está en riesgo directo de condenación eterna en el Abismo infernal; sólo Cristo, por medio de su Sangre derramada en el Calvario, puede salvar a cada hombre particular y a toda la humanidad. Forma parte de esta verdad salvífica de Cristo el hecho de que es toda la Trinidad Santísima la que está empeñada en la salvación eterna de nuestras almas, porque es Dios Padre quien pide a Dios Hijo que se encarne y muera en la Cruz para la salvación de toda la humanidad, derramando con su Sangre el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad, produciéndose la efusión del Espíritu Santo a toda la Iglesia por medio de la efusión de Sangre del Corazón del Hombre-Dios Jesucristo traspasado en la Cruz. Si no fuera por Dios, ni siquiera sabríamos que debemos salvar el alma de la eterna condenación, porque no es cierto que morimos y vamos al Cielo; al Cielo sólo va quien acepta de corazón el plan de salvación de la Trinidad y la salvación consiste en ir al seno del Padre Eterno por medio de la unión con el Corazón Eucarístico del Hijo y esta unión se produce por el Amor de Dios, el Espíritu Santo. Cualquiera que crea otra cosa acerca de la vida en el más allá y en el modo de salvar el alma, vive engañado por las tinieblas del error, de la herejía, del paganismo y del ocultismo.

         No hay otro camino para salvar el alma eternamente que seguir el camino de la Trinidad, que es el Camino Real de la Cruz: por el Hijo, al Padre, en el Amor del Espíritu Santo.

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