(Ciclo
C – 2022)
La Iglesia Católica celebra la revelación, dada por
Jesucristo, acerca de la Verdad Última, Absoluta y sobrenatural acerca de Dios:
Dios no es sólo Uno, como bien lo creían los judíos, sino que es Uno y Trino;
es Uno en naturaleza y Trino en Personas; es uno en su Acto de Ser Divino
Trinitario, del cual participan las Tres Divinas Personas, el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo. Ninguna otra iglesia o religión tiene la Verdad Absoluta de
Dios, que es Uno y Trino y esto es una verdad tan grandiosa, que escapa a la
razón humana y si no hubiera sido revelado por Nuestro Señor Jesucristo, jamás
podría el hombre, ni tampoco el ángel, llegar a deducir la Trinidad de Personas
en una sola Naturaleza divina.
Solo la Iglesia Católica posee la Verdad Absoluta acerca de
la constitución íntima de Dios, que es Uno en naturaleza y Trino en Personas;
esto es de vital importancia porque de la Verdad Absoluta acerca de la
constitución íntima de Dios, se sigue la Verdad Absoluta de la humanidad y del
misterio salvífico de Cristo: la verdad de la humanidad es que cada ser humano,
a causa del pecado original, está en grave riesgo de eterna condenación en el
Infierno; la verdad del misterio salvífico de Cristo es que la humanidad solo
puede ser salvada por medio de la Sangre del Hombre-Dios Jesucristo, derramada
en el Calvario y que se prolonga su derramamiento en cada Santo Sacrificio del
Altar, en cada Santa Misa. Sin Cristo, Dios Hijo encarnado, la humanidad en su
totalidad y cada ser humano en particular, está en riesgo directo de
condenación eterna en el Abismo infernal; sólo Cristo, por medio de su Sangre
derramada en el Calvario, puede salvar a cada hombre particular y a toda la
humanidad. Forma parte de esta verdad salvífica de Cristo el hecho de que es
toda la Trinidad Santísima la que está empeñada en la salvación eterna de
nuestras almas, porque es Dios Padre quien pide a Dios Hijo que se encarne y
muera en la Cruz para la salvación de toda la humanidad, derramando con su
Sangre el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad, produciéndose la
efusión del Espíritu Santo a toda la Iglesia por medio de la efusión de Sangre
del Corazón del Hombre-Dios Jesucristo traspasado en la Cruz. Si no fuera por
Dios, ni siquiera sabríamos que debemos salvar el alma de la eterna
condenación, porque no es cierto que morimos y vamos al Cielo; al Cielo sólo va
quien acepta de corazón el plan de salvación de la Trinidad y la salvación
consiste en ir al seno del Padre Eterno por medio de la unión con el Corazón
Eucarístico del Hijo y esta unión se produce por el Amor de Dios, el Espíritu
Santo. Cualquiera que crea otra cosa acerca de la vida en el más allá y en el
modo de salvar el alma, vive engañado por las tinieblas del error, de la
herejía, del paganismo y del ocultismo.
No hay otro camino para salvar el alma eternamente que
seguir el camino de la Trinidad, que es el Camino Real de la Cruz: por el Hijo,
al Padre, en el Amor del Espíritu Santo.
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