miércoles, 13 de octubre de 2010

Antes de comulgar, reconcíliate con tu prójimo, porque Yo no Me quedo en un corazón enojado


“¡Ay de ustedes!, porque no entran ni dejan entrar” (cfr. Lc 11, 47-54). Después de desenmascarar la hipocresía de los fariseos, los religiosos de su época –equivalentemente, son los sacerdotes o los laicos practicantes de la religión en nuestros días-, Jesús lanza una dura y severa advertencia a los doctores de la ley, es decir, a aquellos que presumen de conocer y practicar la ley de Dios –equivalentemente, serían también los sacerdotes y los laicos que se jactan de conocer los mandamientos, los preceptos de la Iglesia, las verdades de la religión-.

El enojo de Jesús se enciende ante la hipocresía farisaica, y ante la falsedad de los doctores de la ley, hipocresía y falsedad motivadas por una sola causa: la dureza de corazón para con el prójimo: “descuidáis la justicia y el amor de Dios” (cfr. Lc 11, 42-46).

No les reprocha Jesús su religiosidad, sino que les dice que hay que hacer una cosa sin olvidar la otra: “Hay que practicar esto, sin descuidar aquello” (cfr. Lc 11, 42), pero lo que sucede es que lo que ellos olvidan, lo que ellos no practican, esto es, la compasión, la misericordia, el perdón, el amor a Dios y al prójimo, es lo esencial de la religión.

Si no existe caridad, sino existe compasión, si no existe perdón, la religión se convierte en un fraude a cara descubierta, en un latrocinio con los ojos abiertos, en una falsificación infame que daña a quien practica esta religión falseada, y ofende a Dios, Tres veces Santo, ante quien el engaño y la dureza de corazón no pueden subsistir ni un instante.

“¡Ay de ustedes!, porque no entran ni dejan entrar”. Un sacerdote que se olvida de la compasión para con el más necesitado; una esposa que no perdone ni pida perdón a su esposo -o al revés-; un hijo que niegue el saludo a sus padres –o al revés-, un amigo que conserve rencor en su corazón, porque es incapaz de perdonar, son merecedores del más severo reproche y de la más severa advertencia por parte de Jesús en la Eucaristía: “¡Ay de vosotros, los encolerizados, los inmisericordes para con vuestros prójimos, porque cuando comulgáis, ni entráis en Mi Corazón, ni dejáis entrar a los demás! ¡Ay de vosotros, los enojados, los rabiosos contra el prójimo, porque recibiréis la ira de mi Padre! ¡Ay de vosotros, porque habéis falseado la religión, olvidando y dejando de lado el amor de Dios, que se ve en el amor al prójimo! ¡Ay de vosotros, los que no perdonáis ni pedís perdón, porque así no entraréis en el Reino de los cielos!”.

¿De qué manera escapar de la tentación del fariseísmo? Escuchando la Palabra de Dios en el Evangelio: “Cuando vayas a presentar tu ofrenda, si te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda, primero ve y reconcíliate con tu hermano, y después vuelve y presenta tu ofrenda al Señor” (cfr. Mt 5,23).

Desde la Eucaristía, Jesús nos dice: “Antes de acercarte a comulgar, ve y reconcíliate con tu prójimo, perdona y pide perdón en Mi Nombre, y recién acércate a comulgar, porque Yo no me quedo en un corazón enojado”.

1 comentario:

  1. Que tristeza para Dios cuando sus hijos asumen los diferentes comportamientos aqui descritos pero obiamente,son los que solo viven de emociones por que realmente no han tenido un encuentro real y genuino con El Todo Poderoso. Recuerdan las palabras que Jesus le dijo a la mujer samaritana ''Pero llega la hora, ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores me adoraran en espiritu y en verdad." DLB

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