Toda la oración del Padrenuestro se vive en
“Padre nuestro que estás en los cielos”: por
“Santificado sea Tu Nombre”: en el Padrenuestro, pedimos que el nombre de Dios sea santificado; en
“Venga a nosotros Tu Reino”: pedimos que venga a nosotros el Reino de Dios, y en
“Hágase Tu Voluntad así en la tierra como en el cielo”: en
“Danos hoy nuestro pan de cada día”: esta petición se cumple con creces, porque no sólo recibimos las gracias necesarias para conseguirnos el sustento diario, sino que se nos dona, como un Nuevo Maná celestial, el Pan Vivo bajado del cielo, que alimenta el alma con un alimento super-substancial, la substancia humana y la substancia divina del Hombre-Dios Jesucristo, y es un alimento que alimenta no para un día terreno, sino para el Día sin ocaso, el Día sin fin, la eternidad divina.
“Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”: antes de pedir perdón, Dios Padre nos perdona nuestras ofensas, nuestros pecados, nuestras maldades, enviando a su Hijo a dar su vida en el altar de la cruz, y en la cruz del altar, y es así como nosotros, en virtud del perdón recibido de Cristo en el sacrificio del altar, debemos perdonar a nuestros enemigos, con el mismo perdón con el que nos perdonó Jesucristo.
“No nos dejes caer en la tentación”: más que no dejarnos caer en la tentación, en
“Mas líbranos del mal”: pedimos a Dios que nos libre del mal: del mal personificado, el ángel caído, que rechina los dientes buscando descargar su odio angélico en nosotros, hijos de Dios, y pedimos que nos libre de ese otro mal, que anida en nuestros corazones, como tizón ardiente que consume el corazón humano en ansias de rencor y de venganza. Pedimos a Dios Padre que nos libre de esos dos males, y Dios Padre cumple con creces esta petición en
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