jueves, 24 de noviembre de 2011

Cuando sucedan estas cosas está cerca vuestra liberación


“Cuando sucedan estas cosas está cerca vuestra liberación” (cfr. Lc 21, 20-28). Jesús profetiza la destrucción de Jerusalén, y cuando finaliza esta profecía al decir: “Jerusalén será pisoteada por los gentiles”, profetiza acerca de lo que habrá de suceder al mundo antes de la parusía, es decir, de su Segunda Venida[1].

Tanto la destrucción de Jerusalén como las grandes tribulaciones que sobrevendrán al mundo antes de su Llegada –guerras, hambre, grandes terremotos-, tendrán una misma causa: el haber rechazado al Mesías.

Jerusalén lo rechazó, crucificándolo; el mundo lo rechazará, al no reconocerlo como el Salvador, pero también gran parte de la misma Iglesia lo rechazará, apostatando de Él, construyendo una falsa Iglesia y un falso Cristo, que serán falsos de toda falsedad, y la falsedad quedará demostrada porque esta falsa Iglesia y este falso Cristo serán permisivos con todas las desviaciones y pecados del ser humano.

Pero las consecuencias de rechazar a Jesús como Salvador de los hombres no se limita al plano físico y material: la destrucción de Jerusalén y los grandes cataclismos que sobrevendrán al mundo entero, son figura de lo que sucede en las almas que se niegan a aceptar a Jesucristo como su Redentor. El llanto de Jesús por la pronta ruina de Jerusalén anticipa y prefigura su llanto por la ruina de almas como Judas Iscariote, que se precipitan, libremente, en el infierno, por preferir servir al dinero y no a Dios, por preferir escuchar el tintineo metálico de las monedas de plata, antes que el suave latido del Sagrado Corazón.

Hoy, los Judas Iscariote se han más que centuplicado, pues son muchísimos los bautizados que, por pereza, negligencia e inoperancia, cuando no directa connivencia con el mal, colaboran con las tinieblas no solo para borrar el nombre de Dios y de Cristo del corazón de los hombres, sino para instaurar un falso salvador de los hombres, opuesto radicalmente a Cristo.

“Cuando sucedan estas cosas está cerca vuestra liberación”. No habrán señales para la parusía, pero como Jesús ha de venir “como el ladrón en la medianoche”, de improviso, el cristiano debe estar atento y vigilante, obrando la misericordia y viviendo en gracia para presentarse sereno y alegre el día del juicio y del examen.


[1] Cfr. Orchard, B., Verbum Dei. Comentario a la Sagrada Escritura, Tomo III, Editorial Herder, Barcelona 1957, 640-641..

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