viernes, 17 de agosto de 2018

La Eucaristía es verdadera comida y verdadera bebida



(Domingo XX - TO - Ciclo B – 2018)

“Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida (…) Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente” (Jn 6, 51-58). Los judíos se escandalizan ante las palabras de Jesús según las cuales, si alguien quería tener vida eterna, debía comer su Cuerpo y su Sangre. Ellos creían erróneamente que el maná que sus ancestros habían comido en el desierto era el verdadero maná, pero Jesús les hace ver que ese maná era solo una figura y un anticipo del Verdadero Maná, que es su Cuerpo y su Sangre: “Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron”. Se escandalizan también porque Jesús les revela su origen divino: como ellos lo han visto crecer en el pueblo, piensan que es “el hijo del carpintero”, “el hijo de José y María”, cuyos primos viven también en el pueblo y por lo tanto, no ven de qué manera pueda Jesús haber venido del cielo: Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".
Lo que sucede es que los judíos no tienen en sí al Espíritu Santo, que es el único capaz de iluminar las mentes y corazones de manera tal que quien contemple a Jesús, no contemple “al hijo del carpintero”, “al hijo de María”, sino al Hijo de Dios Padre, al Hijo de Dios encarnado, nacido de la Madre de Dios. Solo el Espíritu Santo puede hacer ver a un alma que cuando Jesús dice: “Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida”, no se está refiriendo a su Cuerpo y su Sangre antes del misterio pascual de muerte y resurrección, lo cual sería un acto de antropofagia: se está refiriendo, sí, a su Cuerpo y a su Sangre, pero ya glorificados y contenidos en el sacramento de la Eucaristía. Jesús les está hablando de la Eucaristía sin mencionarla, porque no es otra cosa la Eucaristía que el Cuerpo y la Sangre de Jesús, que son verdadero alimento del alma, ya que nutren al alma con la substancia misma de Dios y con la vida eterna de Dios Trino. Los judíos también rechazan el misterio de la Pasión y de la cruz del Señor, de ahí que se escandalicen y no puedan comprender sus palabras.
Al no tener en sí al Espíritu Santo, los judíos no pueden entender las palabras de Jesús acerca de que Él es “el Pan Vivo bajado del cielo, el Verdadero Maná que da la vida eterna y que el coma de Él, no morirá jamás: “Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. El Pan que no es pan, sino Carne del Cordero de Dios para la vida del mundo, no es otra cosa que la Eucaristía. La Eucaristía es Jesús, Pan Vivo bajado del cielo, que da la vida eterna al que lo consume en gracia, con fe, con amor y adoración.
Ante la incomprensión de los judíos, Jesús no solo no se retracta, sino que profundiza su auto-revelación como Pan de Vida eterna: “Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por Mí”.
Los judíos no comprenden las palabras de Jesús, pero no debemos creer que los judíos son los únicos que no entienden el misterio pascual y las palabras de Jesús. Muchos católicos tampoco las entienden, porque parafraseando a Jesús, Él nos dice a nosotros: “Les aseguro que si no comen la Eucaristía, que es la Carne glorificada del Hijo del hombre, no tendrán la vida de Dios en sus corazones. El que come la Eucaristía come mi Carne y bebe mi Sangre y tiene en sí la Vida eterna, porque en la Eucaristía está contenida la Vida eterna y vive ya en germen, en esta vida terrena, la resurrección final que Yo le daré. La Eucaristía es verdadera comida y verdadera bebida. El que come la Eucaristía permanece en Mí y Yo en Él. así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que come la Eucaristía vivirá por Mí”.
Nos preocupamos por la comida y la bebida de todos los días  y todavía más, pareciera como si el aumento del costo de la vida fuera el único y el más importante problema de nuestras vidas. Eso sucede porque pensamos con el vientre y para el vientre; no pensamos con el alma y para la vida eterna, porque si lo hiciéramos, nos ocuparíamos de alimentarnos de la Eucaristía todos los días –en estado de gracia- y todo lo demás vendría por añadidura.

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