lunes, 23 de enero de 2023

“Sobre el pueblo que vivía en tinieblas brilló una gran luz”

 


(Domingo III - TO - Ciclo A – 2023)

          “Sobre el pueblo que vivía en tinieblas brilló una gran luz” (Mt 4, 16). En el Evangelio se describe el traslado físico -el traslado de su Humanidad Santísima- de Cristo hacia un lugar. Este simple hecho del traslado de su Humanidad, de un lugar a otro, significa, según el mismo Evangelio, el cumplimiento de una profecía, según la cual, “sobre el pueblo que habitaba en tinieblas, brilló una gran luz” (Is 9, 2). De acuerdo a esto, surge la pregunta: ¿qué relación hay entre el traslado físico de Jesús, con la aparición de una luz que ilumina a los pueblos que habitan en tinieblas? La respuesta es que la relación es directa, en este sentido: por un lado, el pueblo que habita en tinieblas, es la humanidad que, desde la caída a causa del pecado original, vive inmersa en tinieblas, pero no en las tinieblas cósmicas, sino en las tinieblas vivientes, los demonios, los ángeles caídos; en segundo lugar, la luz que ilumina a la humanidad caída en tinieblas es Cristo, porque Cristo es Dios y, en cuanto Dios, su naturaleza es luminosa, es esto lo que Él dice cuando declara: “Yo Soy la luz del mundo”. Cristo Dios es luz, pero no una luz creada, sino la Luz Eterna e Increada que brota del Ser divino trinitario y que se irradia a través de su Humanidad Santísima. Por esta razón, allí donde está Cristo, Dios Hijo encarnado, con su Humanidad, no hay tinieblas, sino luz, porque la Luz Eterna e Increada de la Trinidad vence a las tinieblas vivientes, los ángeles caídos, los demonios.

          “Sobre el pueblo que vivía en tinieblas brilló una gran luz”. Allí donde está Cristo, está la Luz, porque Él es Dios y Dios es Luz, Eterna e Increada. Por esto mismo, lo que se dice en el Evangelio de los lugares adonde fue Cristo, eso mismo se dice de los lugares en donde Cristo está Presente, físicamente, con su Humanidad gloriosa y resucitada, unida a su Persona divina, es decir, en cada sagrario. En la siniestra tiniebla viviente de este mundo sin Dios, en el único lugar en donde encontraremos la Luz de nuestras almas es en el sagrario, pues allí se encuentra Jesús Eucaristía, Dios Eterno, Luz Eterna e Increada.

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