(Ciclo C - 2024 - 2025)
En el primer Domingo después del
Nacimiento de Jesús la Iglesia nos hace celebrar la Solemnidad de la Sagrada
Familia debido a que, con el Nacimiento del Niño, el matrimonio meramente legal
entre la Virgen y San José pasa a constituirse formalmente en “familia”.
A partir del Nacimiento del Niño, se
constituye entonces la Sagrada Familia de Nazareth, la cual es modelo único e
insuperable de santidad para toda familia católica. La razón de su ejemplaridad
es que en esta Familia todo es santo, porque lo humano se diviniza, al tiempo
que lo divino se hace humano, sin dejar de ser divino y santo. La Fuente de la
Santidad en la Sagrada Familia es el Hijo de esta Familia, el Niño Dios nacido en
Belén, Jesús de Nazareth: al ser este Niño Dios, Él es la Santidad Increada y
Fuente de toda santidad participada; es el Alfa y el Omega, el Principio y el
Fin y la razón de ser del universo visible e invisible. Ésta es la razón por la
cual en la Sagrada Familia todo es sagrado, todo es santo: porque todo gira en
torno al Hijo Tres veces Santo de esta Familia, Jesús de Nazareth, el Logos del
Padre encarnado. La santidad que brota como de su Fuente Increada del Acto de
Ser divino trinitario del Niño Dios, se derrama como un océano de santidad
sobre su Madre, la Virgen y Madre de Dios y sobre su Padre adoptivo, José,
varón casto y justo.
Para la Sagrada Familia el alimento
espiritual que nutre sus almas con la santidad de la Trinidad, es el primero y
el más importante de los alimentos: debido a esta santidad, en esta Familia
Santa no existe ni la más ligera sombra de pecado: no hay enojos, no hay
mentiras, no hay desencuentros, ni siquiera ligeros malentendidos: todo en es
Familia Santa es bondad, comprensión, misericordia, suavidad, dulzura,
paciencia, humildad y sobre todo, amor, pero no un simple amor humano, sino el
Amor Divino y Eterno que brota del Sagrado Corazón del Niño Jesús, Amor
celestial que inunda el hogar y lo impregna, haciendo que los integrantes de
esta Familia Sagrada participen del Santo Amor Trinitario.
En esta Familia no hay intereses
mundanos, materiales, egoístas: todo, hasta el más pequeño de los actos, no
solo se hace con el Amor de Dios, sino que se hace para la mayor gloria y honra
de Dios Uno y Trino. El Amor de Dios, que brota del Corazón Divino del Niño
Jesús, todo lo llena, todo lo colma, todo lo impregna y por esto en esta
Familia Dios está siempre presente, pero no presente simplemente en el deseo
del corazón, en el pensamiento de la mente, sino que está Presente en Persona,
porque Dios Hijo, la Persona Segunda de la Trinidad, está en medio de esta
familia, porque este Niño es el “Emanuel”, el “Dios con nosotros” y así Dios
está en medio de esta familia como Niño, sin dejar de ser Dios.
La Sagrada Familia de Nazareth, además
de alabar y ensalzar a la Santísima Trinidad, le agradece no solo por los
bienes materiales y espirituales que le concede, sino que le agradece ante todo
a Dios Trino por ser Quien Es: Dios de infinita majestad y bondad y esto sucede
no un día o dos, sino todos los días, durante el día y la noche, sin dejar un
mínimo resquicio de tiempo y espacio en el que no se alabe, adore y agradezca a
Dios Uno y Trino. La Sagrada Familia todo lo agradece a la Trinidad: las penas
-el Niño sufre por las almas que están en peligro de perdición eterna-, las
tribulaciones -el Niño es amenazado de muerte por el rey Herodes- y también la
pobreza, una pobreza digna, porque es la pobreza de la Cruz, que la Sagrada
Familia vive por anticipado. En todo momento en esta Sagrada Familia se entonan
himnos y cánticos inspirados a la Trinidad, ante todo por el Tesoro Máximo de
esta Familia, que es el Don de Dios para la humanidad, ya que este Niño es el
Cordero Puro y Santo que será sacrificado en el ara de la Cruz, en el Calvario,
para salvar de la eterna condenación a los hombres de todos los tiempos.
Vista desde fuera, la Sagrada Familia se asemeja en un
todo a cualquier otra familia humana, ya que está formada por una madre, un
padre y un hijo, pero no es igual a las demás, porque al contemplarla a la luz
de la fe, se ve que la Familia de Nazareth es sagrada porque en ella todo es
sagrado: es sagrado el Hijo, porque es la Santidad Increada, Divina y Eterna,
en sí misma; es sagrada la Madre, porque además de ser la Virgen concebida sin
mancha de pecado y llena de gracia, es también la Santísima Madre de Dios; es
sagrado el padre adoptivo, José, porque es un varón casto y justo, temeroso de
Dios y es por esta razón, porque en esta Familia todo es sagrado y santo, es
que la Sagrada Familia de Nazareth es modelo de santidad para toda familia
católica.
La Madre de esta Familia no es una campesina palestina:
es la Mujer del Génesis, que al ser hecha partícipe de la omnipotencia divina, aplasta
con su talón la cabeza de la Serpiente Antigua; es la Mujer al pie de la Cruz,
que por pedido de Dios Hijo adopta como hijos a todos los hombres; es también la
Mujer del Apocalipsis, que aparece en los cielos revestida de sol, es decir, revestida
de la gracia y de la gloria divina y de esta manera, la Madre de la Sagrada
Familia es modelo de santidad para toda madre de familia que desee ser santa a
los ojos de Dios.
El Hijo de la Sagrada Familia de Nazareth, aunque
aparece como desvalido, pequeño, frágil y necesitado de todo, como todo recién
nacido, es en realidad el Hijo del Eterno Padre, es la Palabra Eterna del Padre
hecha carne, que se manifiesta a los hombres como un Niño humano, pero sin
dejar de ser Dios, y esto lo hace para ofrecerse como el Cordero Santo y Puro
que será inmolado en la Cruz sangrienta del Calvario cuando sea ya adulto, para
la salvación de quienes crean en Él, obedeciendo la Voluntad del Padre y así es
modelo para todo hijo que desee ser santo, cumpliendo la voluntad de Dios en
sus vidas.
Por último, el esposo meramente legal y padre adoptivo de
esta Familia Santa, San José, varón casto, justo, santo, da su vida por su
Esposa y por su Hijo y así se convierte en modelo de todo padre que desee ser
santo, santificándose en los quehaceres propios de la vida familiar,
obedeciendo también la voluntad de Dios.
La Iglesia nos coloca a la Sagrada Familia de Nazareth
en el primer Domingo después de Navidad para que la contemplemos pero también para
que todas las familias católicas la imiten, ante todo en su santidad: así como
todo en la Sagrada Familia de Nazareth gira en torno al Niño Dios, Jesús, de la
misma manera debe ocurrir en toda familia católica: todo debe girar en torno al
Hijo de la Sagrada Familia de Nazareth, Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, que
continúa y prolonga su Encarnación en al Eucaristía. Sólo teniendo a la Sagrada
Familia como único modelo de santidad, solo así, la familia católica podrá
cumplir el designio divino sobre ella y ser, como la llaman los Padres de la
Iglesia, un “iglesia doméstica” que transforme al mundo con su santidad.
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